Cuando alguien comienza un camino sin rumbo termina llegando a algún sitio.
La noche no admite más que planes a corto plazo, y nuestras vidas pasan por etapas en que la brújula no para de girar. Es mucha casualidad que dentro de un coche se junten tantos relojes averiados y que alguien acierte la hora, pero se intenta. Voluntad no falta.Y hay mucho que hacer para complacer gustos diferentes, ajustar pasos cambiados, y vendar corazones heridos; pero esas paladas, torpes a veces, dadas sobre una tierra irregular y dura, quizá sean suficientes para construir los cimientos de algo duradero.
En el mundo inestable de lo virtual, Arnold puede no tener músculos, y Carmen ser rubia como la cerveza, pero a Pilar le bastarán un par de palillos para interpretar una sinfonía, y a Laura una pared blanca para pintar un mural de seducción. Antes, la aprendiza buscó risas en una tierra sembrada de silencios. ¡Qué absurdo!
El tiempo cambiante altera planes, moja sandalias, descarga relámpagos y emociones, pero un pararrayos llamado Giorgio las recoge, las canaliza, las conduce de nuevo a su cauce, y la vida se remansa.
Se va haciendo tarde, hay que rescatar el tiempo de su prisión provisional, dejar que fluya como un bravo torrente hacia el mar de la noche. Entonces descubriremos sabores nuevos, alternaremos bailes con confidencias, encuentros con desencuentros, policías con ladrones.
No podrá tentarnos la mujer de rojo, pero aparecerá un alma difusa, envuelta en un halo de blanco virginal. Un coche fantástico nos transportará, mientras su conductora baila, hacia la contemplación de la luna menguante alumbrando un Buda omnipresente.
El barro no conseguirá enturbiar el final de la velada, y tras el intercambio de teléfonos, nacerán promesas de nuevos encuentros.
Escribe algo sobre esta noche, Juanjo, aunque no sea verdad, me piden.
Y como no me gusta mentir, de mis dedos sale este texto, una versión distorsionada por la luz amarillenta, esa misma que dejo encendida por las noches, atravesando la botella de cristal verde medio vacía.
Dedicado a Teresa, Pilar y Laura