12 marzo 2008

Modelo de solicitud

Imagen tomada de De la luz a la oscuridad

New York, 12 de Marzo de 2.008

Querida Madame:

Me dirijo a V.M. con objeto de solicitar los servicios del local que con conocida eficacia regenta. Probablemente le extrañe que realice mi petición por este medio y con esta desacostumbrada formalidad, que sólo se debe a las exigencias del cargo que ostento, y al respeto que nuestros conciudadanos y votantes merecen.

Solicito, por tanto, de V.M. que atienda mis necesidades menos confesables con la profesionalidad que le caracteriza. Para ello, permítame sugerirle que escoja, dentro de su excelente plantilla, a una mujer joven, de estatura alta, bien proporcionada, a ser posible morena, con ojos oscuros, labios carnosos, mirada fogosa, pechos turgentes, piel bronceada, piernas bien torneadas, uñas lacadas en negro, ausencia de vello púbico, algún lunar bien ubicado -V.M. ya me entiende- y trasero duro y terso.

La quisiera buena conocedora de su oficio, provista de suficiente vestimenta para desempeñar diversos papeles, si la ocasión lo requiere, capaz de conseguir los placeres más sublimes y excitantes con manos, boca y sexo, dominando tanto las técnicas como los tiempos, de forma que su trabajo alcance una calidad óptima durante toda la noche que precisaré de sus servicios.

Espero que mi petición será debidamente estudiada y atendida por V.M., a quien Dios guarde por muchos años.

Sin otro particular, aprovecho la ocasión para saludarle atentamente.



Eliot Spizer
Gobernador de New York





Al hilo de la noticia aparecida hoy en algún diario gratuito: "El gobernador de Nueva York, sorprendido solicitando los servicios de una prostituta". ¿Los solicitaría así, o simplemente lo han pillado de putas?

06 marzo 2008

Su primer día


Sandra sale de la tienda pisando fuerte con sus zapatos de tacón de aguja. Hoy es su primer día.

Se detiene sólo un segundo para devorar con la mirada a la chica morena que está pagando en el mostrador, y continua con paso firme, contorneándose hasta el lugar donde está aparcada su moto.

Recuerda, con una sonrisa, la conversación con su jefe, su atrevimiento después de dos años de trabajo, la inevitable confesión y la temida reacción, al final seca, fría, profesional, pero inocua.

- Verá, Martínez. En estos tiempos no me sorprende que se sienta usted mujer, como me ha dicho. La vida privada de cada uno es cosa suya, ya me entiende... pero yo contraté un hombre, y mientras trabaje aquí se comportará como un hombre. Cuando termine su horario laboral, puede usted hacer lo que quiera.

Sandra arranca la moto, se suelta la melena, guiña un ojo a la chica, que ahora sale de la tienda, y da gas a tope haciendo saltar el caballete. Ha quedado con Ana en un bar de ambiente. Es su primera noche.