
Hacía sólo unos minutos que Marisa se había ido, no sin antes dejarle bien claro con una ligera sonrisa que no había pasado nada la noche anterior, y Ramón intentaba en vano recordar todos los detalles de la fiesta.
Solamente recordaba estar apoyado en la barra del bar, con ella a su lado en silencio, mientras los invitados giraban a su alrededor en un baile anárquico de movimientos torpes, bruscos, desacompasados, de cuerpos sudorosos excitados retando al escaso equilibrio que se puede conservar a esas horas, en las que todo invita a la posición horizontal.
Después de ésto, nada. Se había despertado en su cama, con una mujer al lado, de la que no recordaba su nombre, que no se había atrevido a preguntar por pura vergüenza.
Ella se había ido dejando una corta explicación y una pequeña sonrisa, como una heroína tímida que abandona rápido el lugar de su proeza para evitar ser aclamada.
Le estaba agradecido y quería demostrarlo, pero no sabía muy bien como. Podía preguntar a Vicente, pero estaba algo resentido con él por haberle metido en ese fregado, y tenía las ganas justas de soportar su sonrisa burlona mientras contestaba a sus múltiples preguntas maliciosas.
Por suerte, encima de la mesa encontró un pequeño papel doblado, que se notaba escrito por mano femenina, con una caligrafía sencilla y elegante. Contenía apenas algunas líneas, con el texto siguiente:
Imagino que tendrás muchas preguntas que hacerme.
No creo que hoy estés preparado para escuchar las respuestas.
Te dejo mi teléfono: 600 83 72 01
Si quieres llámame.
Besos,
La firma, por desgracia, era ininteligible, pero ya tenía mucho más que hacía sólo unos minutos. Sin embargo tenía que pensar la forma de salvar la situación embarazosa de averiguar su nombre sin preguntarlo directamente. Y en ese momento no estaba para pensar.
Se calentó algo en el microondas y se tumbó en el sofá, dispuesto a tragarselo, junto con las repeticiones de las fiestas de nochevieja de las distintas cadenas de televisión. Las resacas, con pan y batín son menos.
Y así pasó el primer día del año, dudando entre olvidarse y recordar, envuelto en una nebulosa de cansancio, soledad y dolor de cabeza.