09 octubre 2007
Carrera desesperada
No necesitaba presentación. Sergio ya sabía quien era antes incluso de verlo de car: tenía su imagen firmemente grabada en el cerebro, como si el hombre que estaba viendo hubiera sido creado a partir de sus pensamientos. Era bajo de estatura, más bien flaco, lucía escaso pelo, de un rubio sucio tirando a marrón; su cara, oscurecida por la incipiente barba, tenía un aspecto amenazador, acentuado por la mirada intensa y cruel de sus pequeños ojos negros. Solamente llevaba una camisa blanca sobre unos simples calzones oscuros muy viejos; las botas tenían ya el cuero muy desgastado, y los cordones deshilachados.
Nuestro hombre palideció ante su espectro, como tantos otros hombres habían hecho ante su presencia en tiempos pasados; retrocedió unos pasos temblando sin perderle la vista, y cuando creyó que la distancia era adecuada echó a correr sin mirar atrás. Durante su loca carrera, el corazón parecía que le iba a estallar, pero él no quería atenderlo. Cruzó el umbral de la puerta del cementerio, atravesó la calle y un descampado que tenía enfrente, llegando a calles pavimentadas e iluminadas, desde las que ya no se veía el camposanto.
Creyéndose seguro detuvo la marcha de golpe; ya no podía más. Su corazón latía cada vez más fuerte, con un ritmo descompasado, arrítmico; sus latidos no sólo se oían: se le metían dentro del oído atormentándolo a cada golpe. Se llevó la mano instintivamente al lado izquierdo del pecho, sujetándolo, como queriendo evitar que su vital órgano escapara de su alojamiento. Le dolía.
Encorvado por el sufrimiento, apretando cada vez más el puño sobre el corazón, buscó apoyo en un coche aparcado, y quiso pedir ayuda, pero no salían palabras de su boca sino gemidos agonizantes. Levantó su rostro buscando una cara que le pudiera auxiliar, pero fue peor: lo que se encontró enfrente fue el rostro del temido fantasma que pensaba haber dejado atrás. Le miraba con una cara de odio intenso, de cólera macerada durante largos años. Sergio cayó de bruces, extendió sus brazos suplicantes en busca de misericordia, y el dolor se convirtió en un agudo pinchazo, que se prolongó durante varios segundos, dejándolo inconsciente.
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Ummmm... De momento parece bien fantástico... ¿Se resolverá al final en algo real, o se quedará en el mundo de la pura fantasía? ¡El que lo sepa que levante el dedo! Jajajaja... Me encanta como dosificas la intriga. Saludos.
ResponderEliminarAl final nuestro Sergio nos ha salido un poco caguetas eh??? ja ja ja
ResponderEliminarJo guapo!!! que si ya me tienes a cojer por las greñas de tanto suspenso... anda, ya dale final que no doy más de la intriga...
ResponderEliminarUn beso cariñoso
Buen relato, Juanjo. Es algo... "Oscuro", pero me gusta :D
ResponderEliminarUn besazo dulce
¿Porque Sergio, hombre de nuestro siglo, tiene miedo de un espectro que procede del pasado?. ¿Que le recuerda? ¿A quien le recuerda?.
ResponderEliminarUn beso
Sergio se levantará.
ResponderEliminarLo se. Lo que desconozco es que hará luego.
Cual sera ese paso siguiente.
De todas formas, esta intriga se hace eterna.
Un beso de buenas noches o de buenos días, según cuando lo leas
Carlos:
ResponderEliminarLa verdad es que mantengo un debate conmigo mismo en dar un final fantástico o real a ésto. Veremos como queda la cosa.
Camille:
Sí. Bastante flojo. No sólo se duerme en el peor momento, también se larga cuando puede resolverlo todo. ¿Comerá kiwis este chico?
Butherfly:
¿Son caras las peluquerías por allá? Imagino que como por acá.
Dulce Locura:
El relato es oscuro, sí. Lástima, ahora que lo había dejado todo tan azulito.
Alma:
¿Has pasado alguna noche en un cementerio? Yo no. Pero los de mi época tenemos grabado el vídeo de Thriller en el disco duro de nuestra inconsciencia. Imagínate a Michael Jackson más tostado con sus amiguitos yendo por ti. ¿No saldrías corriendo?
Nikté:
No te preocupes por Sergio. El no es el personaje de esta historieta.
Besos y abrazos.
¿Historieta?
ResponderEliminarUnnnnnn
Yo no lo clasificaria así
Te saco la lengua
Hola!
ResponderEliminarEs un trabajo fantástico, Juanjo!
Me hay asombrado! Muy belo!
Gracias.
Nikté: Yo tampoco sabría como clasificarla.
ResponderEliminarDavid Santos: Gracias por tu visita.
bueno, te lo repito, me está gustando mucho, es una historia tremendamente original.
ResponderEliminarme muero de envidia (sana :P), yo seria incapaz de mantener la tensión narrativa durante tantas entregas...
ainss!
en fin, felicidades, es una historia muy buena... veamos como concluye.
¿Incosciente y con su fantasma al lado? Pues creo que esta historia aún da para mucho... y me alegro que así sea!!
ResponderEliminarSaludos crecientes.
Tormenta:
ResponderEliminarMe alegro de que te guste, sobre todo viniendo de ti, que tienes una capacidad narrativa impresionante.
Lumons:
Gracias. Todavía queda, sí.