La imagen es de Kenji Kawamoto. Escrito para Viernes creativo.
Otra vez me ha vuelto a pasar lo mismo. He olvidado mi paraguas afuera y llueve. He entrado confiado en el buen tiempo que reinaba en la calle y me ha sorprendido el temporal. Por suerte, el agua se escapa por las rendijas abiertas en el suelo de la cabina. Si no, hace tiempo que me habría ahogado.
Ahora tengo los pies mojados y la humedad sube por mis piernas poco a poco, sin pausa, adormeciendo mis sentidos, doblando las rodillas hasta convertirlas en articulaciones inservibles. Si sigue subiendo, alcanzará los brazos y me será imposible alargarlos para pedir ayuda.
Pasan las horas y no mejora el tiempo afuera, por lo que puedo adivinar a través de los cristales empañados. Solo veo sombras huyendo de sí mismas, tratando de no quedarse ateridas, con sus músculos bloqueados, como los míos.
Quizá no sea tan malo permanecer encerrado entre estas cuatro paredes. Tal vez no sea tan importante caminar con alguien de la mano. Puede que, a causa del frío, haya olvidado todos los números de teléfono.
-.-
Es para reflexionar con profundidad este buen texto, amigo Juanjo. No sé, me viene a la cabeza ese síndrome que asola Japón llamado Hikikonori, que significa el aislamiento que sufre mayoritariamente los jóvenes que se encierran en una habitación de la casa de sus padres durante periodos de tiempo prolongados, generalmente años. Dijo Pascal, más o menos, que la desgracia del hombre empieza cuando sale por primera vez de su casa. Podríamos invertir la idea más comúnmente conocida sobre la de salir afuera por la opción de no salir nunca. Imagínate que la vida ha derivado al sentir común que salir es una gilipollez porque solo te encontrarás con caos, problemas, paradojas, malentendidos, locura, soledad entre la multitud, explotación, situaciones surrealistas, pesadez, colas interminables, divorcios, multas, cajeros automáticos que no funcionan, polución, agresiones, etc. Que el simple hecho de salir fuese una razón de crítica por los demás, como una auténtica locura. Lo que te digo, amigo mío, me has hecho pensar. Joder, ahora tengo que salir para comprar la barra de pan de todos los días...
ResponderEliminarFuerte abrazo.
Me parece una idea interesante y se trata de un escenario quizá no tan lejano como parece. A la fuerte necesidad social de relacionarnos se opone todo el abanico de problemas que nos produce la relación con la sociedad. No es extraño que el individuo se busque y se reconcentre en sí mismo. Es lo que, en los últimos tiempos, está de moda llamar "zona de confort". Se lleva mucho también, de un tiempo a esta parte, el consejo de huir de esa zona, de ese lugar, donde se está tan bien. No puedes avanzar, aseguran, dentro de la zona de confort. No hay nada interesante dentro de la zona de confort, repiten. Sin embargo, fuera de ella, existe una batalla continua contra todo, para la que tienes que desayunar muy bien todas las mañanas.
EliminarMe ha alegrado mucho tu comentario y espero que estés muy bien.
Un abrazo.
Que lindo volver a pasarme por este blog. Siempre, siempre me gustó leerte y revisando mi muy empolvado blog, vi uno de tus comentarios que me reconectaron con este espacio. He notado que el Blogger no es tan usado hoy en día por formatos nuevos que vinieron con el paso del tiempo (como WordPress) y he pensado mucho en volver a la práctica de escribir. Esto te lo digo divagando, en realidad lo que quiero decir es que me parece genial que a pesar que otras plataformas han desplazado el Blogger, tu lo sigas usando y generando estos relatos que abren espacio a pensar ciertas cosas.
ResponderEliminarMe gusta mucho el comentario que hicieron arriba en referencia al aislamiento que a veces no auto imponemos en una combinación de la realidad circundante y el cómo la digerimos (pues aún en el caos hay gente que ama la calle). No sé qué tanto sabes de la situación en Venezuela pero cada día que pasa la realidad se hace cada vez más difícil (económica y socialmente hablando). Entonces en mí caso (y el de muchos en mi país) no es sólo el auto confinamiento sino que hay una presión social, económica y política, más bien un encarcelamiento, que si bien es "autoimpuesto" porque uno como individuo se sectoriza en ciertos espacios de la ciudad (o en ciertos rincones de la habitación), hay eventos políticos y realidades sociales que te dejan con muy pocas opciones. Empecé el blog siendo una adolescente de 15 años y ahora visitando este espacio siendo una profesional, me da muchas otras miradas que aprecio que tu las sigas disponiendo en las distintas entradas que publicas. Siempre agradecida que hayas visitado mis tontas entradas adolescentes, le mando un saludo afectuoso.