El camino era estrecho y tortuoso, pero entonces ni los coches alcanzaban gran velocidad, ni se tenía tampoco demasiada prisa en completar el trayecto. El viaje en sí era una excusa perfecta para pasar un rato agradable, a cuenta de futuras diversiones.
A la entrada de Eslida, en un recodo de la carretera, tal vez engrandecida por la oscuridad de las sombras, una higuera destacaba en un corro de alcornoques. El conductor la señaló levemente, girando apenas la cabeza.
- Ahí, debajo de esa higuera, el rey Jaime I firmó las cartas puebla de Artana, Eslida y Ahín - afirmó convencido.
El copiloto, solemne, ratificó ese extremo, con un seco, contundente:
- Sí, ahí fue.
Cualquier persona medianamente entendida se hubiera percatado enseguida de que aquella higuera no podía llevar en aquel sitio más de 50 años; pero, en ocasiones, pesa más en los ánimos la seguridad en la narración que los propios hechos narrados. Caprichos del azar quisieron que los tres ocupantes del vehículo se separaran antes de que se pudiera resolver el entuerto, y el tercero en discordia no tardó en extender el bulo.
Un rumor debidamente realimentado puede alcanzar la categoría de dogma en menos tiempo de lo que creemos. No faltó en nuestro caso quien aseguró que el supuesto hecho histórico era una verdad respaldada por una larga tradición oral, quien citó a cronistas e historiadores que ya recogían el suceso largo tiempo atrás, y quien, por fin, propuso en un pleno municipal que se colocara una estatua conmemorativa en el lugar de la rúbrica.
Se necesitó un gran esfuerzo para convencer al político de turno de que, quizá, la información no había sido suficientemente contrastada, y se podía correr un importante riesgo de hacer el ridículo en caso de que se demostrara la falsedad de la misma. El rey de bronce esculpido para el evento, tocado con su famoso casco en forma de dragón, llevaba ya algunos días en el lugar, en espera de la inauguración oficial, y hubo que buscarle acomodo en otra plaza deprisa y corriendo.
Como la anécdota era muy celebrada, una vez sentí la tentación de contársela a una chica forastera que había conocido en la verbena, aprovechando que el paseo por la zona nos alejaba de miradas indiscretas. No sé si ella, estimulada por la narración, quiso demostrar que en aquel lugar era posible escribir alguna página de, al menos, una historia particular; pero lo que puedo certificar es que escogió mi espalda como improvisado pergamino, mientras yo emulaba al singular personaje de la novela de Bram Stoker con su interminable cuello.
Ahora, cuando mi Porsche traza las primeras curvas de aquel puerto de la sierra, y pasa veloz junto al lugar de los hechos, mi espalda se queja, herida por la humedad de la nostalgia, y me pregunto si a ella le dolió siquiera un segundo después de quitarse el pañuelo que tapaba la única prueba de nuestro amor.
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Una narración que me recuerda, creeme, el tono y la frescura del mejor Azcona.
ResponderEliminarPd.- Por cierto; tú no tienes un Porsche... mentiroso
Juanjo...me gusta mucho la narración y estoy segura que ella , anhela volver al sitio.
ResponderEliminarUn abrazote.
Raúl:
ResponderEliminarAunque escriba en primera persona, la mayoría de los relatos que escribo tienen muy poco que ver con la realidad. Ni tengo un Porsche, ni hay estatuas ecuestres de Jaime I en Eslida (que yo sepa), y jamás he pisado la verbena de ese pueblo, entre otras cosas...
Daniela:
Pues te digo más o menos lo que le he dicho a Raúl, o mejor la estrofa de aquella canción:
"No hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió..."
Besos y abrazos.
Hola Juanjo, magnífica adaptación de la verbena al escrito que has hecho, me ha gustado la forma de escribirlo!!! no sé si es una história propia, pero cierta o no,me ha gustado mucho. Un saludo
ResponderEliminarQué maravilla de texto!
ResponderEliminarMe he quedado embobada con la historia, breve pero intensa, hacia donde la has llevado, cómo las has finalizado...
Sencillamente genial!!!
Y ahora aplaudo!
Y te digo: Bravo, Juanjo!
Ere un montruuuu!
SV
¡¡pena que no hayas pisado la verbena!!... te has perdido el que te pudiera haber sucedido una cosa así... yo sí estaba en esa verbena y ví a esa chica de la que hablas...
ResponderEliminarbueno, en serio, me ha gustado el relato, es divetido y tiene un toque final así como misterioso... y sensual.
bicos,
Aldabra
Bueno ¿ que más da el porsche o el seiscientos? (me he pasado con la comparación). Las verbenas existen y lo bonito es el que escribamos en la espalda y emulen a los vampiros en nuestro cuello. Todo eso es parte de la intimidad...
ResponderEliminarEs curioso como un bulo entra a formar parte de la historia. Creo que estamos más dispuestos a creer lo no cierto que la verdad más absoluta.
un beso
Yo soy muy malo a veces, a mis amigos les cuento historias falsas de la antigüedad... un día pasará algo así, verás :) A mí que me hagan de bronce... :)
ResponderEliminarAbrazos.
P.D.: pon una foto de tu Porsche, anda.
La piel de mi largo cuello es tan blanca y delicada que cualquier chupetón realizado a conciencia en el frenesí de la rápida pasión se convierte en un escandalosa manifestación de lo que ha pasado y que dura mas allá de lo razonable. Por eso, si alguna vez me ves con un pañuelo al cuello, no te creas mi absurda historia de que tengo frio (no he tenido frio en la vida), bajo la suave seda esta la marca del mordisco para quien quiera verla.
ResponderEliminarUn beso (en la mejilla)
P.D. Me encanta tu texto, que lo sepas
Ya me habían recomendado que anduviera por estos paisajes tuyos...
ResponderEliminarY me alegro de haber dado el primer paso.
Oí de tí a través de una entrada de ALMA, y ese día supe que debía venir a esta "higuera".
Voy a contarlo por ahí.
¡ Salud !
Como siempre... sencillamente magistral. Este es mi Juanjo...
ResponderEliminarGracias guapo. Un beso (y después un abrazo fuerte pero sin crujir, jejeje)
Hawkeye:
ResponderEliminarEs tiempo de verbenas, ¿no?
Sotto Voce:
Son muchas historias en una, una ensalada de verano, más bien.
Aldabra:
Siempre me equivoco de verbena. Ya ves. Nunca he ido a la de Eslida, pero a la de Artana, el pueblo vecino, muchas veces.
Camy:
El seiscientos te permite parar a coger higos, que es lo único que haría debajo de una higuera, salvo caso de extrema necesidad. No me gusta nada como huelen las higueras.
Adr:
Yo no lo veo como maldad, más bien como una muestra de sentido del humor. Si se aclara todo luego, claro, jajaja. Te veré de bronce en una plaza, descuida.
Alma:
Si alguna vez te lo veo puesto, preguntaré, y espero que me respondas que el frío te ha invadido si realmente ha sido el exceso de calor.
Aunque parezca mentira, los pañuelos también se pueden llevar de adorno, jajaja.
Juan 43:
Pues gracias por tu visita y por tu encuentro. Veremos si esta higuera da frutos de tu gusto, ahora que viene el tiempo.
Conchi:
Un beso para ti, guapísima.
Abrazos y besos.
Joooo este raúl que chico!!! ya nos estropeó la historia tan chula, bueno ese final tan especial jajaja, ya no hay porsche ni chica joooo bueno me da igual, me encantó y Raúl tiote, tu ponte tu coche y tu chica que no te la quitamos de verdad, un beso.
ResponderEliminarOdio las higueras, no sé por que extraña razón, cuando me acerco a una me pica todo el cuerpo.
ResponderEliminarTadea Otília Dia Alcampo.
Que bien que escribes un besele castellonense MUAK....
ResponderEliminarHola, vengo desde otro blog, para hacerte una visita....
ResponderEliminarMe he encontrado un texto agradable. Me ha gustado mucho.
Volveré, si me lo permites.
Un saludo
Natacha.
Me encanta las higueras, me parecen acogedoras dentro de su frondosidad.
ResponderEliminarLo del porche tiene un punto de glamour, pero lo verdaderamente interesante es el conjunto de la narración.
un beso
Juas
ResponderEliminarCreo que deberías plantearte lo de comprarte un Porsche
...por tenernos a todos contentos
:)
Sendieva:
ResponderEliminarHay Porsche y chica, aunque no sean reales. ¿Para qué si no está la imaginación?
Anónimo:
Yo, realmente, le tengo más cariño a los pinos.
Mery:
La próxima vez que pases, fíjate en la higuera, jajaja, y dí: Aquí, debajo de esta higuera, el rey D. Jaime...
Natacha:
Gracias por tu visita y vuelve cuando quieras, claro.
Frabisa:
El problema de las higueras es el olor ácido y las moscas caundo hay higos pudriéndose debajo.
Tesa:
Oye, pues con la paga extra lo voy a mirar, jajaja. Tendrá que ser muy extra, eso sí.
Besos y abrazos.
Hoy por San Juan te traigo un poema de mi calendario de Benedetti, no corresponde al día de hoy pero me vale para ti y para hoy;
ResponderEliminar"quiero que me relates
tu último optimismo
yo te ofrezco mi última
confianza".
Un beso y felicidades
Aunque la excusa es S. Juan, entro para felicitarnos por habernos puesto en contacto bloguero.
ResponderEliminarFelicidade tocayo.
¡ Salud !
La imagen me ha recordado a una excursión que hice dos años atrás a la Font Roja! qué tiempos xD
ResponderEliminarSalu2!
No te quemaste el culo en la hoguera, verdad?
ResponderEliminarEso está bien.
Ay cuantas higueras y cuantas historias habremos escuchado a la luz de la hoguera ... o a la falta de luz ... el caso era tener una escusa para hacer el drácula un rato.
ResponderEliminarMe equivoco si te digo que te veo algo nostálgico?
ResponderEliminarDe nuevo apareció una verbena y una mujer
Yo a la mía la encontré calva. Mala suerte que tengo!!!
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