Algunas parejas, lo sé de buena tinta, acometen un gran gasto o emprenden algún proyecto de gran envergadura, poco antes de separarse. Llámese cambiar la cocina, comprar una nueva casa o adoptar un niño.
Es una especie de canto de cisne, una venda que nos ponemos para negar la evidencia. Simulamos que todo puede volver a ser como fue hace algún tiempo, aunque sepamos que no es así, que lo nuestro ya no tiene arreglo.
Debo decir, aunque sólo sea para los románticos empedernidos, que conozco un par de parejas que han resucitado gracias a ese canto agónico. Dos no son multitud, pero se acerca bastante.
Todos sabemos que este blog está muerto. Llevo cerca de un año sin publicar nada nuevo aquí. Sin apenas visitar los vuestros. No sé si me apetece continuar, pero son muchos años los que llevo en esto, cerca de ocho, y no quisiera irme sin intentarlo de nuevo.
Así que he decidido tirar de billetera y derrochar lo último que me queda. De perdidos, al río. Me quedan diez cartuchos en la recámara y después, posiblemente, pondré el cañón del revólver en la boca y dispararé.
O quizá no. ¿Quién sabe?
-.-
esto ha sido como un regalo en una mañana de resaca.
ResponderEliminarme alegro de verte te diría, si te tuviese enfrente
por mí sigue, me gusta leerte
muaaaa
ei tiu ! no te suisides ! un maestro del microrelato no debe abandonar ! saludos de J.J A J.J. i no somos malos aunque nos llamemos así, ja,ja (esto en clave albinegra, claro)
ResponderEliminar