20 mayo 2013

Alguien


Está empezando a clarear y en la mesa humean nuestros dos cafés con leche. Tú abrazas la taza con las dos manos para calentarte y le das un par de sorbos muy cortos. Tienes todavía aquella forma de fruncir los labios tan especial, aunque el resto de la cara haya engordado y luzcas ahora el pelo muy corto con un tinte de lo más discreto.

Entonces, cuando empezábamos a salir, cada mata de pelo quería mirar hacia un lado distinto, tu cara era delgada y los ojos oscuros se remetían dentro del cerco negro del rímel. Negro, como todo lo que llevabas.

Pero tenías ya esa forma de poner los morritos que me gustaba. Especialmente cuando escuchabas aquella canción y los cerrabas, como besando, mientras deseabas ser la chica que iba a compartirlo todo con aquel cantante rubito y esmirirado.

Querías compartir hasta sus más íntimos deseos, sus perversiones, toda su vida. Abrazarlo cuando durmiera, la forma muda de recordarle que estarías con él para siempre. Aunque no me lo dijeras, yo sabía que pensabas en todo eso cuando cantabas esa canción y te retorcías el alma en cada estrofa.

Pensabas en él y no en mí. En su aspecto de niño desvalido y rebelde, áspero y sensible al mismo tiempo, una especie de guerrero descarado, dispuesto a pegarse con el mundo durante el día y a rendirse en tus brazos por la noche. La vida de un héroe al que yo no podía emular y al que odiaba profundamente.

Pero el tiempo fue ordenando tu pelo, engordando tu cara, le dio color a tu ropa y relieve a tus ojos. Te quedaste conmigo. Atendiste mis miedos, mis frustraciones, a veces hasta mi locura. Me criticaste cuando me equivocaba y también compartiste mis logros. Y por las noches, me rodeabas con tus brazos para darme a entender que estarías siempre ahí, aunque te pusiera enferma tantas veces con mis rarezas. Fuiste para mí ese alguien de quien hablaba la canción.

Después de tantos años, lo sigues siendo. Ahora mientras reposa la taza en el plato, me contarás los planes del día y sacarás algún tema de conversación intrascendente. Yo miraré dos o tres veces más tus labios y sonreiré.



-.-

Basado en “Somebody”, de Depeche Mode

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