Naricilla respingona y un cuerpo de escándalo. Morena, pelo largo, ensortijado. La tienes que conocer.
El policía muestra otra vez la foto de la chica y yo vuelvo a negar con la cabeza. Mis ropas están manchadas de barro y sangre. Tengo frío.
- ¿Dónde estabas ayer por la noche?- pregunta.
Amaga el golpe con la mano abierta, pero se reprime al final.
- Haz un esfuerzo. Colabora un poco. Cuenta lo que sabes y te podrás ir- sugiere frotándose la cara, impaciente.
Pero yo no sé lo que hago allí, miro mi camisa empapada y lloro. Es todo tan absurdo. Ahora recuerdo quién es la chica de la foto, pero sigo sin comprender qué tengo que ver con ella.
- Es Andy McDowell- tartamudeo nervioso.
El policía sonríe y susurra algo a su compañero. Saca un pañuelo y lo moja en vinagre. Comienza a frotarme las muñecas y descubre sendas llagas con profundos agujeros. Reprimo el dolor apretándome fuerte las barbas.
En ese momento entra un enfermero y me venda las heridas.
- ¿Quieres firmar tu declaración?- comenta, enseñándome una pluma de ganso. Firma y te podrás ir.
Salgo a la calle y el sol quema. Debe ser un mediodía de Agosto. No hay nadie por la calle. Recorro dos manzanas, buscando la sombra de los balcones, y al doblar una esquina me encuentro con la chica de la nariz respingona.
- Gracias- me dice.
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