Extrañas casualidades pueden convertir a un personaje anónimo en un héroe legendario; pero ninguna más absurda que la coincidencia del celo estricto de un funcionario con la economía doméstica de una madre trabajadora.
Sucedió en Isocronia, la remota ciudad donde todos sus habitantes vivían exactamente 60 años. Desde el mismo instante de su nacimiento conocían ya la fecha en que abandonarían este mundo, aunque no la hora exacta.
Quiso el destino que las tres hijas de Doña Consuelo García nacieran todas ellas el 4 de Mayo; aunque si somos rigurosos, la menor, Cristina, lo hizo unos segundos antes de que concluyera la víspera; precisión que tuvo bien en cuenta el probo escribiente, pero no la madre de las criaturas, que quiso celebrar los cumpleaños de todas sus hijas el cuarto día del quinto mes de cada año.
Así crecieron todas en la creencia de que compartían la fecha de su aniversario, y fueron muriendo todas puntualmente, justo 60 años después de ver la luz. Cristina se preparó religiosamente para terminar sus días un 4 de Mayo, y durante la jornada recibió las oportunas visitas de familiares y amigos, que venían a despedirse de ella. No tenía prisa por abandonar este mundo, pero lo hizo finalmente pocos segundos antes de que el campanario anunciara un nuevo día, sin saber que realmente había vivido uno más de lo que le correspondía.
El funcionario de turno estuvo a punto de equivocarse al anotar la fecha del óbito de la venerable mujer, y, de hecho, se frotó tres veces los ojos, repasó tres veces los datos, y consultó con el secretario y con el alcalde, antes de certificar con su impecable caligrafía que Cristina, la menor de las tres hijas de Consuelo García, había conseguido vencer al tiempo.
Desde entonces, ya nadie en Isocronia vive exactamente 60 años, no es posible encontrar dos relojes que marquen la misma hora, y las campanas solamente suenan el día de la fiesta mayor.
No pasan los años si no el deseo de vivir.
ResponderEliminarMañana vengo y te leo con mas calma.
Un beso Juanjo
Buf... anda que no es putada pues... lo de los relojes... lo de saber cuando vas a morir... que me se yo!
ResponderEliminarbesicos
Jopé...!! Que lugar más tétrico ese de Isocronía. ¡Ni por todo el oro del mundo quisiera yo morar allí....!! jajajajaja. Un poquito de incertidumbre es necesaria para vivir también....
ResponderEliminarMaravilloso, maravilloso, maravilloso...
ResponderEliminarTe beso las manos mi querido Juan
Has escrito con el alma.
Te quierooo
Jeje, buenísimo. ¿Es cierto eso que dicen de que en Isocronia lo de las hipotecas está aún peor que aquí?
ResponderEliminarAlma: Yo creo que es al revés. El deseo de vivir aumenta a medida que pasan los años.
ResponderEliminarBelén: Tiene que ser terrible saberlo, pero coincido contigo en que el reloj es un invento asqueroso, un vano intento de convertir en absoluto lo relativo.
Carlos: Totalmente necesaria. No hay nada peor que saber que todo está totalmente controlado. Es la muerte misma.
Nikté: Jo, no me quites los jos.
Maximus: Las hipotecas andan revueltas desde que a la gente le ha dado por morirse a su gusto. Antes era todo más fácil: hipoteca a los 20, por 40 años. Claro que, en ese país en que fuiste presidente la cosa va peor. ¿No te dio tiempo a arreglarlo?
Besos y abrazos.
Mientras te leía pensaba:
ResponderEliminarUffff, qué horrible, saber el momento justo de la muerte.
Pero luego me di cuenta de que no es tan mala idea. Piensa que cuando ahora nos dicen que tenemos los días contados por alguna enfermedad terminal, es que nos truncan las esperanzas, pero en tu relato, las esperanzas son otras, sabes que exactamente vas a vivir esos años, por lo tanto tienes tiempo de sobra para organizarlos, para marcar plazos, para despedirte de gente, para mentalizarte de las pérdidas.
No sé, da para mucho este texto. Tengo que rumiar esto un poco más.
Besitos
... o sea, que el hecho de conocer la fecha de tu muerte te condicionaba a que fuera así... y si pensabas que sería otro día, pues así lo era...
ResponderEliminarQué cuento más curioso. Me gusta.
Un besito,
Miri
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNo sé si llegaré a los 60 años o si tengo la fortuna de pasar de ellos, pero cuando me llegue la hora de mis campanadas, me gustaría saber que aún eres mi amigo, y que escribiras un bello obituario para mí...
ResponderEliminarBesines
Y después de vencer el tiempo, sólo falta encontrar la pócima de la eterna juventud.
ResponderEliminarBesos.
Mira lo que hace Olga Orozco con el tiempo:
ResponderEliminarTampoco yo te concedí una tregua.
Violé tus estatutos.
Forcé tus cerraduras y subí a los graneros que denominan porvenir.
Hice una sola hoguera con todas tus edades.
Te volví del revés igual que a un maleficio que se quiebra,
o mezclé tus recintos como en un anagrama cuyas letras truecan el orden y cambian el sentido.
Te condensé hasta el punto de una burbuja inmóvil,
opaca, prisionera en mis vidriosos cielos,
Estiré tu piel seca en leguas de memoria,
hasta que la horadaron poco a poco los pálidos agujeros del olvido.
Un beso
PD1: dije que vendría y he venido aunque me temo que algo mas tarde de lo que dije, cosas del tiemp
PD2: sin que sirva de precedente no me entendiste (o no me explique bien, iba tan aprisa) en mi comentario, son algunos de los protagonistas de tu historia los que creyendo que ya no les queda tiempo abandonan tambien su deseo de vivir. Pero otros, lease mi Alma por ejemplo, no, como tu muy bien sabes.
Otro beso, y un abrazo, o dos
Tesa:
ResponderEliminar¿Quieres decir? Supongo que a la mayoría de la gente le (nos) pasaría eso; pero apuesto a que existiría una minoría que no se conformaría con ese acotado destino.
Miri:
El relato va un poco por ahí. Los habitantes de Isocronia eran absolutamente normales, pero se habían sugestionado de tal forma que pensaban que no podían vivir a partir del día fatídico, hasta que una casualidad rompió la superstición.
Zíngara:
En estos momentos no me apetece escribir obituarios, quizá más adelante, pero espero morirme antes que tú y siendo tu amigo, claro.
Lo que ven mis ojos:
Esa pócima la buscan los científicos constantemente, pero en el fondo es algo perverso. A mí, ni me gustaría ser siempre joven, ni vivir siempre en primavera.
Alma:
Muy bonita tu cita, como siempre. Veo que entendiste el relato, y yo me tomé tu comentario como algo fuera de él, de la vida misma.
Me han gustado vuestras reflexiones.
Besos.
Joder,precioso pero sobrecogedor relato, mira que si estamos viviendo menos de la cuenta,jajaja!!
ResponderEliminarSólo venía para dejarte un beso
ResponderEliminar¿Te sirve?
Me gustaría que escribieses con más frecuencia, a ver, a ver, cuándo.
Muacks
no sabes cuánto me alegra lo que dices... que a como voy sintiéndome, pese a todo lo que ha ocurrido, no tengo deseos de morirme sin poder estar con mi bebé... jejejejejejeje
ResponderEliminary me encanta la idea de que seas mi amigo siempre
besitos
Y es que basta que alguien rompa con lo establecido para que vayamos todos detrás...
ResponderEliminarUn beso
Si me dices que te llamas Jorge y de apellido Bucay, te creo ^^. Me ha encantado.
ResponderEliminarYo no podría vivir ni un segundo mas si supiera el momento exacto de mi muerte. Aunque algún día me pasará y me moriré, claro.Pero ya se sabe, ojos que no ven...corazón que no siente.
Tempus fugit...y no se le vence
Besitos y saludos veinteañeros^^
Hoy vengo a traerte un trocito de poesía de Mario Benedetti que he sacado de un calendario, el día 6 de febrero dice:
ResponderEliminar"porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce/corazón coraza"
Solo venia a verte y a abrazarte
Cuando el Cronos se lo permita ^^ pase por mi blog...
ResponderEliminarTienes que recoger algo ;)
Besos
Así que tú también eres del número i... ¿será que creemos en imposibles?.
ResponderEliminarBesos.
PD.- Claro está que cuando hablamos de eterna juventud, no hablamos de la juventud que se computa en años, que esa sería una chaladura eternizarla. Ahora bien, qué diera el anciano por correr como el niño.
Supongo que para ellos sería algo natural y no tendrían el mismo pánico que si a nosotros ahora mismo, tal cual conocemos el tiempo y la llegada de la muerte, nos dijeran la fecha exacta.
ResponderEliminarCreo que nos daría un patatús y puede que adelantáramos esa hora del disgusto.
Me parece horrible saber eso.
Yo me pregunto, viviríamos igual?
Haciendo las mismas cosas?
Nos plantearíamos la vida de otra forma?
Bueno, esto es ciencia ficción!
De todas formas no importan los años sino la manera de vivirlos, no?
Besitos!
Äfrica
Me encantó. Un relato muy inspirador.
ResponderEliminarUn saludo
Jesús