Cuando entré en la cámara frigorífica estaba muy lejos de sospechar lo que me iba a encontrar: todo un cajón lleno de cabezas, cuidadosamente ordenadas por filas, envueltas en plástico translúcido, a traves del cual solamente destacaba un único ojo, muy abierto.
Cada una de esas miradas congeladas, salvo por el color del iris, me devolvió por un instante la del famoso cuento de Poe, un odio sin medida generado por un simple globo ocular.
Venciendo ese sentimiento inicial producido por la secuencia lineal de cabezas cercenadas y ojos acusadores, pasé a observar con detalle el orden demente de la serie: los ejemplares estaban ordenados por fechas, anotadas con excelente caligrafía, siempre en color rojo. Cada sobre se llevaba exactamente siete días con su predecesor. Miré el último: había sido depositado el viernes pasado, justo hacía una semana.
Reparé entonces en el paquete que llevaba en la mano: una pequeña bolsa conteniendo una nueva cabeza de merluza. Era prácticamente imposible colocarla junto a la de sus hermanas, no quedaba espacio, así que, con algo de remordimiento, la arrojé al cubo de la basura.
Me tendré que animar a preparar un caldo de pescado, me dije, o si no, que se quede con los restos la pescatera.
-.-
Todo es ponerse al televisor y ver al Arguiñano, le saldría una sopa de pescado con mucho fundamento.
ResponderEliminarUn abrazo, escritor
Juas ...y yo que tras leer el primer párrafo estaba por llamar al CSI.
ResponderEliminar:)
Me da mucha grima la foto de ese pez, tan brillante y vivo, fuera del agua.
Pues, hoy tenemos para comer pescado... Cuando lo compré parecía que me miraban todos...
ResponderEliminarEspero que sigas bien.
Un abrazo.
ufffffff.... que imágen más.... eso, no? :) jajajjajaa con lo que mola el maggi de pescado para un caldito!!! :) saludos
ResponderEliminarMorralla per a una bona fideuda.
ResponderEliminarPescatera puñetera me has donat el peix pudent... perdona por las muchas faltas de ortografía pero me ha recordado esa cancion de los Leño
ResponderEliminarPor un momento pensé en que eran otras cabezas...
ResponderEliminarGlubs!
Besicos
Qué valor!
ResponderEliminarEs que no lo haces bien, Juanjo! Mira, se va uno a una terracita mirando al mar, con mucha sombra, con mucho fresquito, y va y pide uno cervecita fría con pescadito FRITO, MUY FRITO!!!
Jajajajaja!
Ale, ponlo en práctica, lo quiero como ejercicio y me lo traes la semana que viene para que te ponga nota, vale? A ver si te quitamos una patillita, eh? Son 80€.
xDD!
Un besito frito
Lala
Realmente ingenioso,Despues de leer tu relato se le quitan a una las ganas de comer pescado , solo pensar en esas cabecitas puafffffff..
ResponderEliminarAplícate y ojo al parche, que valdrá la pena.
ResponderEliminarUn beso.
estupendo relato, juanjo, sólo que tengo que ponerte una pega, y no al relato sino a la foto... si no hubieras puesto la foto el relato sería más sobrecogedor porque no sabríamos hasta el último momento que se trataba de peces... ¿lo habías pensado?...
ResponderEliminarda grima tal y como lo cuentas todo... escalofriante.
yo no soy capaz de freir los pescados con los ojos, aunque sea a las parrochitas (las sardinillas pequeñitas) les saco los ojos porque sino me da mucha grima verlos en la sartén.
biquiños.
Maravilloso ese cuento de Poe.
ResponderEliminarMaravilloso tú.
Abrazos.
Creo que jamás volveré a probar
ResponderEliminarun caldo de pescado, luego de
ver esa cabeza en agonia.
Y como aderezo, el relato de
Poe... ¡Me erizo, como tu puerco
espin!.
Cuídate
BB
...pensé en el primer párrafo, que se trataba de cabezas humanas.. (lo hiciste a drede, verdad?) Que para algunos vegetarianos extremos, podría ser poco menos que "lo mismo"...
ResponderEliminar...juego con imaginar que, el pedir restos de pescado, no implique necesariamente la pobreza o miseria (al menos económica) del protagonista...jejeje...
Y, bueno.
Un saludo..
Jose.
Juro que esta mañana, mientras me bañaba plácidamente en una tranquila playa de transparentes aguas, se me acercó con timidez un diminuto pez transparente y... se me vino de repente la imagen de tu post... y tus palabras..y ya casi lo vi con su cabecita cercenada puesto en fila en la nevera...
ResponderEliminarpara que veas la fuerza de tus palabras...
Una sonrisa
juanjo
ResponderEliminarsiempre lo lográs
partis de una puesta en escena tortuosa...traes a Poe y pesa en el lector aquel cuento que lo une con el tuyo y zas! el final con el humor y ese sutil detalle de no poder tirarlos y obsesivamente ponerles fecha detalla al personaje...nunca las cocinará pero algo le zumba al guardarlas..depredador?
me gustó mucho
cariños
Jajaja.
ResponderEliminarAys, te echaba de menos, pues si.
Esto es todo un delirio de cocidos de pescada, sip, me lo hacían cuando me dolia la tripa y siempre había un ojo negro, ya cocido que nadaba por todo el plato.
Puafffff
Muacks
Por cierto, he tratado de leer el cuento de Poe, en la pantalla, pero no puedo, de veras, no puedo concentrarme, o no lo desgusto bin, yo que se...prefiero tenerlo en la mano.
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