La imagen es de Stefan Heileman. El relato fue escrito para los Viernes Creativos, de Escribe fino.
Sabes que nunca miento. No mentiré, aunque me cueste la vida, aunque extiendas tu brazo, sueltes la piedra, y mi brillante superficie se descomponga en muchos trozos minúsculos.
No. Ya no eres la más bella. Tú lo sabes tan bien como yo. Ella tiene esa blancura virginal que tú nunca tendrás, por mucha cosmética que le pongas. Puedes arrojar el proyectil y negártelo durante unos días. Dejarás de ver arrugas donde nadie las ve, carne flácida que nadie nota. Pensarás que sigues siendo la mejor hasta que compruebes que las miradas ya no se desvían a tu paso como lo hacían antes y lo que es peor, que se alojan en la delicada silueta de la princesa.
No puedes competir con su juventud, pero puedes aprovechar el paso del tiempo en tu propio beneficio. Se llama experiencia. Relaja ese brazo, suelta la piedra. Sonríe un poco. Observa esa mirada profunda que tienes. Sabes que puedes conseguir lo que desees con esas dos cosas. Tienes la audacia justa para no precipitarte y astucia de sobra para no fracasar. Te conoces bien a ti misma y al mundo. Por muchas miradas que se dirijan a ella, tú sabrás poner tu piel delante de la suya ante quien realmente te interese.
Deja que Blancanieves se divierta en el bosque con sus enanitos mientras tú le das a probar al Príncipe Azul la droga de tu carne madura.
-.-
Excelente!
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias, Cristina.
EliminarVale va, mañana me pongo! ; )
ResponderEliminarNo te veo a ti tirando piedras a un espejo. Más bien riéndote de él.
EliminarBesos.
¿Hay mayor sinceridad y sabiduría que la de un espejo? Me encanta la naturalidad con la que llevas el relato. Es bueno, Juanjo. Felicidades.
ResponderEliminarGracias, Luis. La verdad es que la combinación de sinceridad y sabiduría atrae siempre a las piedras.
EliminarMe alegra verte por aquí.