La ilustración es de Laura Garrido.
La mañana ha salido fría y gris. Aburrida. Desde mi ventana se ve un embarcadero desangelado y un mar en calma que se funde con el cielo neblinoso. Tengo pocas ganas de hacer nada por casa y menos de salir a la calle, así que mis pasos van desde la estufa hasta el marco de la ventana, donde espero que cambie poco a poco el escenario que se ve a través del mismo.
Poco cabe esperar que suceda en este pequeño puerto, donde sólo se contabiliza una invasión vikinga, hace la tira de años. A falta de emoción, me gusta fantasear. Pienso en la chica que avanza hacia el final del embarcadero. Lleva un pelo de lo más discreto y una gabardina que esconde todas sus curvas. Cuando llegue al borde del entarimado, se sentará y dejará los pies colgando hacia el mar. Arrojará algo de pan a los peces o se pondrá a canturrear algún tema de moda. En el paseo, el hombre que está de espaldas se bajará los pantalones y se exhibirá en público, hasta que aparezcan los guardias. Nadie percibirá que en el muelle acaba de atracar una pequeña barca y uno de sus ocupantes desliza una bolsa de deportes a la espalda de la chica.
De nuevo siento frío y me pego a la estufa, hasta que mis manos recuperan su habitual color naranja. Después, me acerco a la ventana. En este momento hay mucha gente mirando hacia el lugar donde estaba la chica, señalando hacia el agua. En el paseo, el hombre que estaba de espaldas, se acerca al tumulto fingiendo interés y desliza su mano derecha hacia algún bolsillo ajeno.
Dicen que en este pueblo nunca entraron los alemanes y tampoco hay demasiados niños rubios con ojos azules. Será porque abundan estos días grises en los que nadie tiene realmente nada importante que hacer.
-.-
Todo ocurre ante nuestros ojos, aunque la mañana haya salido fría y gris y nos haya quitado el deseo de salir de casa. Un abrazo, juanjo.
ResponderEliminarPor suerte, así es. Se puede sacar mucho partido de días así sin salir de casa. Me alegra mucho tu visita. Un abrazo, Isabel.
EliminarLa imaginación es lo más rico que poseemos. No cuesta un euro y sin embargo es inagotable.
ResponderEliminarSobre todo para los que en viendo un boli y un trozo de papel, nos lanzamos a imaginar historias.
Bien cierto es lo que dices. No cuesta un euro, es inagotable, pero también es perezosa. Quiere que estemos todo el tiempo estimulándola. Y eso intentamos, con la menor excusa que nos ponen delante.
EliminarUn abrazo, Virtudes.