24 noviembre 2014

Ochocientos y algo

Relato inspirado en una frase de REC. No recuerdo si lo envié.

Hoy parece que ella tiene la voz todavía más dulce que ayer y eso le convence más de que lo ama. Sigue pegado al teléfono, escuchando lo que le dice y calla. Se ha dado cuenta de que ella ya no utiliza el vocabulario provocador con el que empezó ayer y ahora dedica más tiempo a alabar todas sus virtudes. Parece mentira que le conozca tan bien, a pesar de haber cruzado solo unas pocas palabras. Debe ser una chica lista, Samanta. Y guapa. Sonríe, mientras piensa que le va a ser difícil no llamarle todos los días a ese extraño número de teléfono.

-.-

6 comentarios:

  1. Hace tiempo que se vende el sucedáneo como chocolate.
    Y uno se convence de que sabe como chocolate. De que es chocolate.
    Bicos.

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    1. Y para el que no ha probado el chocolate debe estar buenísimo. Ahora, como el chocolate de verdad no hay nada, ¿no? Ah, sí.

      Besos.

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  2. Queridos-as , nada como hablar mirando a los ojos del / de la que nos escucha :)

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    1. A los ojos y a todo el cuerpo. Hay personas que hablan con todo, con las manos, con los ojos, con la boca, hasta con la nariz.

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  3. me encanta este relato por todo lo que sugiere... tristeza, soledad, tal vez un poco de desesperación.

    biquiños,

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    1. Muchas gracias, Aldabra. Yo añadiría un poco de simpleza también. Besos.

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