Relato escrito para Sanscliché. Basado en esta noticia.
A mi niño le gusta tener las cosas ordenadas. Todo tiene su
lugar y si algo lo cambia, por el motivo que sea, debe volver enseguida al
sitio que le corresponde. Los libros deben estar colocados, por su orden de
lectura, en la estantería. Los cuadros no pueden estar torcidos. La colcha no
debe colgar más de un lado que del otro.
Antes de irse al frente, lo ha dejado todo como quiere que
se conserve hasta su regreso. No era necesario comentarlo, pues tanto su padre
como yo sabemos que le horrorizaría volver y encontrarse algo anormal: la cama
deshecha, por ejemplo, o un sable torcido o los libros desparramados por el
suelo. Aun así, nos ha explicado que quiere encontrarlo todo igual cuando
retorne victorioso de la guerra, aunque tarde quinientos años en hacerlo. Ha
dicho esa cifra redonda y nos hemos reído con esa risa nerviosa que puede
ocultar, a duras penas, las ganas de llorar. Después, ha mirado por última vez
la habitación. Ha dedicado unos segundos a retener cada detalle, a comprobar
que está como le gusta, y ha sonreído con la suficiencia del trabajo bien
hecho. Nos ha dado dos besos afectuosos, se ha deshecho de mi abrazo con el
cariño equidistante entre la brusquedad y el amor. Al salir, se ha colocado la
gorra y se ha alejado, marcando los pasos con la marcialidad que se le supone a
un militar francés. Nosotros nos hemos quedado en el zaguán, abrazados, hasta
que lo ha recogido el furgón. Justo antes de subir, nos ha dedicado una mirada
segura, cariñosa, muy parecida a la que me daba antes de ir a la escuela. Yo le
he seguido un rato con la mirada. Estaba de espaldas, muy recto, pero movía la
cabeza con energía mientras hablaba con su compañero.
-.-
Creo que has hecho un relato estupendo para la noticia. Hace tiempo que no pasaba por aquí. Bueno, ni por ningún sitio.
ResponderEliminarUn abrazo grande
Pues se agradece mucho la visita, Elena. La verdad es que tengo el blog bastante olvidado. Lo mantengo por nostalgia. Ahora existen muchas redes sociales, pero yo no he encontrado en ninguna la fascinación que me causó, hace ya casi diez años, el mundo de los blogs.
EliminarBesos.