04 junio 2017

La caligrafía del desastre



Escrito para Viernes Creativo. La imagen es de Mike Dempsey.

Tras comprobar que la cabeza que viajaba en el interior de la maleta era la de Conrad Hrenz, el inspector de aduanas dejó pasar al turista sin formularle más preguntas. Se trata de un objeto inútil, tanto como la hache del apellido del finado, argumentó, por lo que en nada perjudica a la hacienda del estado. Hans Schreder, el portador del equipaje, sonrió al policía, disimulando la angustia. Aunque no era la primera vez que transportaba miembros de delincuentes famosos, nunca, hasta ese momento, le habían descubierto de ese modo, mostrando al público el lado más mísero de su existencia.

Por un momento, vio que todo el capital invertido en la adquisición del cadáver del conocido ladrón se esfumaba. Pensaba rentabilizarlo en el prestigioso mercado de reliquias de Coves de Vinromá, obtener al menos cinco veces lo que había pagado. Primero conseguiría un gran importe por la cabeza y, después, vendería las piernas, los brazos, las orejas, por separado. Los restos de Conrad se exhibirían en templos diseminados por la geografía mundial y se organizarían peregrinaciones desde sitios remotos para contemplarlos, para implorar fortuna a lo que quedaba del atracador del Banco Nacional de París.

Antes de montar su puesto, Hans se dio una vuelta por los de sus competidores. Todos los bustos eran desconocidos para él, y los precios, muy altos comparados con las tarifas habituales. Sonrió para sus adentros, convencido de que el negocio era seguro, contando los billetes que llenarían de nuevo su maleta. Pero a mediodía nadie se había interesado por su mercancía. A punto de cerrar, se le acercó un tratante, de lentes espesas y mirada cansada, con cara de no querer comprar nada.
  • Vaya, hombre. Qué tenemos aquí. Los restos del mayor ladrón de bancos de la historia. Un buen ejemplar, sin duda, para un mercado de antigüedades.
  • Se trata de un clásico, señor. El delincuente de guante blanco siempre se lleva. Se nota que usted entiende. Le puedo hacer una rebaja de un 20% si lo compra al contado.
  • Gracias, pero no me interesa. Ya no se llevan los delincuentes románticos, y aun con la rebaja, el precio es muy caro. ¿No ha visto usted la remesa de políticos que me ofrece su competencia? Eso sí que vende. Si me permite un consejo, rebaje su precio y acuda al mercado de viejo que hacen en Xilxes todos los primeros viernes de mes. Allí es posible que algún anticuario se lo compre. Siempre hay ricos excéntricos que buscan piezas para sus colecciones.


Hans Schreder volvió a su casa abatido y dejó la maleta abandonada en el jardín. Meses más tarde consiguió colocar la cabeza por la mitad de lo que le había costado en el mercado negro de Munich. Arruinado, malvivió muchos años comerciando con restos de cantantes, escritores y algún que otro deportista menor. No olvidó nunca la cara del inspector de aduanas que le dejó tan franco el paso.

Las invitaciones a los desastres se escriben siempre con una cuidada caligrafía.
-.-