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23 abril 2009

La resurrección de la ira


A mi San Jorge particular, el dragón le resucita de vez en cuando.

Esa bestia, que vive en mi interior, tiene un aliento con alto índice de octano, inflamable con una pequeña chispa encendida alrededor. Por esa razón, mi boca escupe un fuego altamente destructor cuando menos te lo esperas.

En el momento en que el santo se embute en la armadura, calza espuelas y blande su bruñida espada, mi alma ha pedido ya la declaración de zona catastrófica; pero no es tarde, pues el acero destruirá de nuevo las entrañas de la fiera, para devolverme una calma diferente.

Terminada la batalla, el guerrero permanecerá en guardia durante varias jornadas, hasta que la paz prolongada lo duerma en un placentero sueño del que, de nuevo, despertará al instante.



Para todos los Jorges, en especial para mi hijo.

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03 abril 2009

Viernes de Pasión


Lola - Pablo Picasso

La Lola de mi infancia fue mi primera novia, un cándido proyecto de esposa, una promesa de Dolores incumplida.

En mi juventud tuve -y todavía conservo- por amiga a una Lola auténtica, tanto, que precedía ese nombre al eterno acompañamiento de María. Tenía largos los rizos rubios, un café siempre delante y una silla cerca, y me consta que con el paso del tiempo ha procurado conservar esas compañías.

Apenas tuve tiempo de conocer a otra Lola anciana, que nos dejó sus dolores una noche de San Juan. Su hija, con la que tuve bastante más trato, compartía nombre, aunque parecía renegar de él, como si de esta forma huyera de su significado. Se hizo llamar Maruja, Maruja la de Lola.

La suerte no me ha permitido conocer Lolitas ni Lolines, dos alteraciones de la misma especie totalmente contrapuestas. Tampoco se me presentó una María Dolores como la del bolero, aunque he conocido mujeres así con otros nombres.

Podría excitar mi imaginación con Lolas futuras, pero no deseo reservar geometrías definidas para ellas. Si algo quiero pedir para las que vengan más adelante es lo que las une a su onomástica: la pasión. Eso sí, a ser posible, sin clavos, latigazos, ni sangre en los ojos.

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Dedicado a todas las María Dolores, Dolores, Lolitas, Lolas y derivados, y en especial a las mías.