28 abril 2008

La última copa

Es una foto de Chema Madoz

Nunca acepto una última copa, pero ese día hice una excepción.

Los siempres y los nuncas están para no cumplirlos, y ella sabía cómo cambiar un no por un sí.

- Una copa más. Bebe conmigo.- susurraba.

El rojo de sus labios se confundía con el cereza del vino.

- Venga. Sólo una copita más. Lo estás deseando.- miraba con deseo.

Sus pupilas se convertían en fascinantes caleidoscopios.


- La última y nos vamos. Lo prometo.- decía equívoca.

Su blanco cuello se descubría de los dorados rizos.
Anulada mi voluntad por sus encantos incumplí mi promesa: bebí de la copa.

Sus labios se confundieron con su pelo, con su cuello, con el vino.

Todo se mezcló en un torbellino gris difuso, mareante, turbio.

Mi torpe lengua apenas consiguió balbucear su nombre:

- Lucrecia...

En efecto, fue mi última copa.

23 abril 2008

El dragón


Mejor el dragón que mamá. Queda mal decirlo, pero así lo siento.

El dragón tiene paciencia, nunca alza la voz, y no se enfada si no me lo como todo.

Por desgracia, como todo el servicio, tiene su día de descanso, y entonces mamá se ocupa de mí. Dice que no encuentra nadie de confianza con quien dejarme.

Por lo visto, el servicio está muy mal últimamente.

17 abril 2008

Réplica

Imagen tomada de La torre de marfil
Aquel niño era yo. Y el otro, y el de más allá.

Me encontraba en una sala repleta de seres idénticos a mí que realizaban mis mismos gestos con una sincronización perfecta.

Esta suerte de armonía absurda se vio rota por un gigantesco gancho, que me apartó para siempre de la dantesca visión de tantos seres aterrorizados.

Terapéuticamente anestesiado de este recuerdo, durante mucho tiempo viví con la creencia de ser único.

Hasta que ayer te encontré de cara, como mi imagen en un espejo, y ahora te veo frente a mí, escribiendo.

10 abril 2008

El alacrán

Cleo la levantó y allí la esperaba el alacrán.

Tenía ese apodo porque las mataba callando. Cuando más confiada estabas, pensando que ya nadie te iba a descubrir, venía él y te clavaba su aguijón, en forma de punta de navaja.

Ella nunca había sisado hasta entonces, pero su niño no tenía qué comer y no pudo evitar la tentación.

Ahora su piel de porcelana temía la violación del frío acero, la marca perpétua. Pero el chulo no hizo eso. Para sorpresa de todos la puso de espaldas y le arrancó la falda.

Al alacrán le gustaban rubias.

06 abril 2008

Altos vuelos


- Aladino, ¡qué fea es esta alfombra! Podrías cepillarla de vez en cuando, y quitar esas manchas. Además, es muy incómoda, y ya me canso de tanto cojín. Aquí vendría muy bien un sofá, una mesita y unos sillones, por si vienen invitados; una neverita con refrescos, una tele de plasma y el plus, o como se llame ahora. ¡Ah!, y unas cortinas, que nos ve todo el mundo cuando volamos.

-Sí, querida, ¿algo más? ¿bañera con hidromasaje? ¿jacuzzi? ¿gimnasio?

- Hombre... pues pensándolo bien...

- Sabes que te digo. Que para ir a Agrabah, a ver a tu padres una vez al mes, casi que mejor nos compramos una caravana, que las tasas de vuelo cada día están más caras.