21 julio 2010

Bella espalda


¡Qué sorpresa! ¡Cuánto tiempo sin verte!

La cara de la persona que se dirige a mí, con tan grandes muestras de alegría, apenas me suena, pero yo finjo conocerla y, sin pronunciar su nombre, le doy dos sonoros besos, mientras pienso una estrategia.

Ella continúa recreándose en su euforia y me va dando pistas, el curso en el que coincidimos, los bares que frecuentamos; pero yo sigo sin encontrar un nombre para su rostro.

Termina el tiempo prudencial de mantener la farsa y busco una excusa para marcharme, pretendiendo salir airoso del lío en que me he metido.

- A ver si no pasa tanto tiempo sin vernos- le digo. Aunque parece que a ti no te afecta. Sigues tan guapa como en los buenos tiempos.

- Bueno. Por aquel entonces, más que guapa, era guapo- concreta.

Y seguidamente gira sus tacones, mostrando su bella espalda.

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02 julio 2010

Tribulaciones de un sicario

Elèna presenta este libro de Editores Policarbonados en la librería Primado de Valencia, junto con Raúl Ariza y su Elefantiasis, este viernes 2 de Julio a las 20 h.


El fin del mundo llegará precedido de una calma asombrosa, comenzará con el regusto pastoso de un tedio demasiado tiempo mantenido. Los cambios de época, las revoluciones, empiezan de esa forma, cuando el ancla de un status inmutable se desliza imperceptiblemente.

Tuzones es una pequeña ciudad de provincias donde nunca pasa nada. Muestra la apariencia tranquila de la gente corriente dormitando el bochorno de un Agosto convencional. Mujeres charlando al fresco, hombres comentando los resultados de la pretemporada futbolera.

Anselmo de la Rúa es un rico venido a menos, apurando sus últimas horas de hidalgo clásico, a la par que su cuenta bancaria va menguando. Sus apuros económicos podrían solucionarse de golpe si acepta una peculiar oferta de trabajo: convertirse en sicario. O mejor dicho, en aprendiz de sicario. Hasta aquí puedo contar.

Elèna Casero nos cuenta el inicio de una revolución muda, los primeros fotogramas de un mundo que empieza a desplomarse. Y lo hace con la tranquilidad y la calma del que describe una tarde veraniega de domingo, con la fina ironía de quien se limita arquear una ceja ante la derrota de su peor enemigo. Debajo de la calma chicha con la que describe la ciudad, de la abulia que atribuye a su principal personaje, el germen de la transformación crece párrafo a párrafo, convirtiendo a todos los mediocres personajes en seres extraordinarios.

Puede ser una pequeña marea que apenas altere un gran océano, pero la turbulenta historia que no cambiará el devenir de Tuzones es síntoma de algo más. En la pequeña población, puede que incluso en la misma pensión donde malvive el protagonista, hará ya unos meses que deslumbra una tele en color. Y a dos manzanas luce el cartel del primer supermercado. En la tienda de electrodomésticos pronto anunciarán un artilugio moderno que se llamará ordenador. 

Pero esto Elèna ya no nos lo cuenta. La autora se queda en la imagen ralentizada del último gol en blanco y negro, el remate en semifallo de un tal Rubén Cano, y el botellazo certero sobre la cabeza de otro tal Juanito, en las gradas uniformes de un estadio de Belgrado derrotado.

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