13 junio 2006

El nombre de la Libertad


La ilusión es prima hermana de la fe, y si ésta última es capaz de mover montañas la primera levantó a Ramón del profundo pozo en el que se hallaba sumido desde hacía demasiados días. Aún así su aspecto era mejorable; una buena ducha, afeitado y generosa dosis de perfume habían limpiado su cuerpo, pero quedaban todavía muchas huellas en su cara de los días terribles por los que había pasado.
Ella estaba allí, en el centro de la plaza, cerca de la estatua de la Mariblanca, y paseaba nerviosa mirando hacia todos los lados. Ramón, al verla, perdió toda la aparente serenidad con la que pretendía presentarse; su corazón se empezó a acelerar, y con él sus pasos, que pronto pasaron a zancadas y de ellas a una loca carrera hacia sus brazos.
El abrazo fue largo, fuerte y húmedo. Ciegos todavía, mezclaron saliva y lágrimas en besos desesperados, cortos, intensos, dulces y salados.
Y después se miraron con los ojos encharcados todavía, hasta que ella, de repente, giró la cara, rehusando su directa mirada, y desprendiéndose de su abrazo.

- Sofía, ¿te pasa algo? ¿qué te pasa?
- Nada, no es nada.
- ¿Por qué te fuiste? ¿Dónde has estado? ¿Qué has hecho todo este tiempo? Dime que no te irás nunca más ...
- Ramón ..., espera ..., tengo muchas cosas que contarte, pero es muy largo de contar.
- Pues cuenta, tengo todo el tiempo del mundo para escucharte.

Se sentaron en el primer sitio medianamente discreto que vieron, teniendo en cuenta que se encontraban en el lugar más concurrido de la ciudad, y Sofía empezó a narrar su larga historia.

Verás. Para empezar Sofía no es mi verdadero nombre. Mi madre me puso el de la suya, que como sabes era española. Se llamaba Libertad. Como comprenderás no existen muchas rusas con ese nombre, y una prófuga de la justicia como yo no se podía pasear por el extranjero con ese nombre tan llamativo.

Además, yo era una actriz que empezaba a ser famosa en mi país. Hace unos años conocí a un político bastante influyente. Era un antiguo miembro de la KGB, una persona muy influyente en el Gobierno. Se llamaba Oleg. Vino a visitarme a mi camerino durante un rodaje; era una persona muy apuesta, muy alto y fuerte, pero agradable en el trato, por lo menos al principio.

Me enamoré pronto de él, y vivimos unos meses inolvidables. No había un día que no tuviera un detalle conmigo; cada día que pasaba estábamos más juntos, inseparables.
Pero poco a poco su amor se fue volviendo cada vez más posesivo. Me quería siempre a su lado, a todas horas, en cualquier ocasión; el sexo era cada vez más frecuente, y ya no surgía espontáneo como al principio. A mí me costaba cada día más y él respondía al principio molesto, después enfadado, y al final con ira.

Tras cada enfado intentaba compensarlo con más regalos, que al principio conseguían que le perdonara, pero después empecé a rechazarlos, lo que le cabreaba todavía más. Para entonces yo había dejado el cine, y mi vida se limitaba a vivir en un estado de libertad vigilada en su casa, pero yo no lo sabía.

Poco a poco el amor que sentía por él, desapareció; la ternura se convirtió en indiferencia, y ésta en manía. A cada cambio, él respondía con más violencia; primero era de forma sólo verbal, me gritaba constantemente. Comencé a odiarle y antes de que fuera a más, quise terminar. Hablé con él, se lo quise explicar de forma amable, para que le doliera lo menos posible. Ese día me pegó.

Tras esa primera paliza hice las maletas y me escapé, pero él envió a sus sicarios y me encontraron. De vuelta a su casa, la vida fue un infierno; me pasaba el día sola y llorando, por las noches me obligaba a tener relaciones sexuales con él, y si no disfrutaba, o no hacía lo que él quería me gritaba o me pegaba.

No puedes imaginar el rechazo que sentía por él, y el miedo. Cada vez que lo veía sentía una mezcla de pánico y asco; cada vez que se ponía encima de mí con su pesado cuerpo sentía tanto odio, tanta humillación ... Ese odio era lo único que me mantenía con vida. Vivía sólo en el momento de poder vengar todo lo que me estaba haciendo pasar.

La situación cambió algo en primavera. Le ascendieron a un cargo importante, y nos trasladamos a una casa, en un bosque, un lugar bastante aislado. A pesar de eso, mi situación mejoró algo; la casa era grande, y tenía algunos sirvientes que la cuidaban: una pareja de guardias de seguridad, un jardinero y su esposa. Yo estaba más acompañada, y él venía menos; pasaba largas temporadas en Moscú, por motivos de trabajo decía, aunque yo sabía que frecuentaba otras mujeres.

Por desgracia, cada vez que volvía se repetía siempre la vejación. Un día la mujer me sorprendió llorando, se acercó a mí, me preguntó qué me pasaba, y me acarició. Era el primer gesto tierno que sentía desde hacía muchos meses y me derrumbé. Cuando terminó el berrinche, se lo conté todo.

Ella me ayudó mucho; primero se limitaba a consolarme, a escucharme, y a tratar de olvidar lo que me pasaba con otras cosas, pero en cada visita de Oleg volvía a empeorar la situación.
Un día ella decidió contárselo a su marido, y entonces la situación pegó un vuelco importante.

El era descendiente de emigrantes chechenos, y aunque parecía un ruso normal, continuaba teniendo amigos de la tierra de sus padres. Sabía desde hacía tiempo que Oleg era partidario de la mano dura contra sus paisanos, y mi odio le venía muy bien. Elaboró una pequeña conspiración para relevar a los guardias de seguridad por paisanos suyos, exagerando algunos pequeño fallos de seguridad forzados por él.

Un día me comentaron el plan. Escogieron el momento oportuno, tras una de las visitas de Oleg. Yo no estaba muy convencida, pero me dolía todo el cuerpo, sentía asco por él, y desprecio por mí misma. Parecía fácil, y pensé que no tenía nada que perder.

13 comentarios:

  1. Anónimo12:28 p. m.

    ¡Esto se pone bien...! De las plazas de Madrid a los bosques rusos. Y además parece que empiezan a desenredarse ya algunas madejas. ¿Querrá esto decir que estamos cerca del final...? ¡Qui lo sa....! Veremos que va pasando, aunque de todas formas.... ¡no nos queda otra...! (joer... que intriga)

    Un abrazo

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  2. Fantástico, simplemente esperaré la siguiente entrega...
    La mala provablemente le habría cortado el miembro al ruso y se lo habría dado de comer al doberman del vigilante...jejeje
    ERES MUY BUENO.... UN BESO ENORME.

    La MaLa.

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  3. Anónimo1:35 p. m.

    Impresionante, vaya capítulo, uff.
    Mira para la Sofi, tela, la niña.
    Un beso, guapo.

    Ahora si ves que tal, tarda en colgar la siguiente entrada,jajajjaj(es bromita)

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  4. Anónimo9:26 p. m.

    Ufff que ganas tenía de que, por fin, empezase a verse un poco de luz, y de que Ramón levantáse cabeza y también de saber de Sofía, claro.
    y ahora.... hasta cuando? jeje, como te presionamos, eh!!!
    Venga majo
    un besazo
    y hasta la próxima!!!

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  5. Anónimo3:12 p. m.

    BUFFFFF...controvertido el tema de los malos tratos,en diferentes ambitos sociales..pobre SOFIA....
    a ver ahora el RAMÒN....que hace....

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  6. Anónimo10:32 p. m.

    ¿Ése es el dirigente ruso que presuntamente asesinó Sofía?

    Yo haría exactamente igual que lo que dice la mala...comida para perros!!

    Jefe, marchando una de intriga

    Besitos

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  7. Anónimo7:38 p. m.

    YA SABES QUE EN MIS HISTORIAS MEJOR NO APOSTAR.... JEJEJE...
    UN BESO, GRACIAS POR PASARTE POR MI RINCON...

    MALITA.

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  8. Anónimo6:41 a. m.

    Gracias por tu visita, sabes que siempre me alegra saber de ti, ya sea por los telegramas a modo de comentario que me dejas en mi spacio o bien leyéndote yo en el tuyo, cada cosa tiene su gracia ;o)
    Un besazo!
    Noelia

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  9. Anónimo12:02 p. m.

    Deja que no comente tu entrada al uso; no comencé la historia desde su inicio y no quiero pecar de incoherencia, es el peor de los pecados. Aunque leer los pedazos, los leo.
    En cuanto a tu comentario en mi blogg, tienes más razón que un santo; le damos demasiado cuartel al poso de las experiencias vividas, deberíamos de ser algo más vígenes.

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  10. Anónimo9:16 p. m.

    Hola Juanjo, jeje, lo de los comentarios tipo telegrama o algo así no fue un "dardito", jeje, sino más bien por lo poco que dejan entrever los comentarios, bueno, no los tuyos sino todos en general, bueno... uihsss creo que me estoy liando, vamos que tampoco tengo yo necesidad de saber más de lo que se quiere contar, en fin... que te agradezco lo de la dirección, seguramente te agregue aunque puede que no llegues a verme, ya ves... pero es que ya no conecto practicamente al messenger, así que...
    En fin guapo, espero tu nueva entrada impaciente :oP
    Un besazo y hasta pronto.
    Noelia

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  11. Anónimo9:47 a. m.

    Pues en nombre de la libertad, ý como me diste permiso para comentar o no comentar; vengo, te saludo y, te comento o no te comento.
    He dicho, querido paisano.

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  12. Anónimo8:41 a. m.

    En nombre de la libertad se cometen las peorer barbaridades, vengo saltando cual ranita de la casa de Abril.
    Un saludo

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