06 mayo 2009

Siempre llueve a las cinco


En Malasia siempre llueve a las cinco. Andrés cometió el error de no tomar esa frase como una verdad inalterable, un suceso tan predecible como el té de Carnaby St., o el clarín taurino del coso de la calle de Alcalá.

Miró el cielo, tan despejado sólo una hora antes, y decidió concertar la cita. Cuando las primeras gotas empezaron a caer, él ya andaba con el tiempo justo, apurando el coche, ciñéndose al dibujo de cada curva. A sus neumáticos le faltaba precisamente eso: dibujo; y el agua se escapaba mal de un caucho necesitado de agarre al sucio suelo.

Andrés pensaba en su cita cuando el coche empezó a derrapar al lado del precipicio, pero consiguió hacerse con el vehículo. La noche se acercaba, y ella llenaba su pensamiento. Abajo, las primeras luces se encendían, pero las sombras rompían la línea del abismo. Un ente oscuro cruzando, un volantazo, y el coche quedó a pocos metros de traspasar ese límite oscuro.

Vencido el puerto, llegó el llano. Los charcos. El atasco. La impaciencia. La imagen de ella dentro de él, esperando, exigiendo, enojada. El disco del semáforo que no cambia. El joven que cruza despacio, desafiante. Por fin, la meta. La plaza. Los jardines. Los bancos. Problemas de aparcamiento. Las cinco y media.

Ella no está, no llega, no aparece, no se la ve. Crece la angustia. Las seis.

Llaves chocando en su mano, suelo aporreado por sus pies. Andrés se levanta, se sienta, se levanta. Toma la decisión. Se va. No la verá más. Adiós.

Mas de repente, ella. Esbelta figura, cándida sonrisa, andares acompasados.

- Perdona el retraso. Ya sabes. En Malasia siempre llueve a las cinco.

-.-

Las tertulias matutinas de los lunes dan mucho de sí


14 comentarios:

  1. En Malasia siempre llueve a las cinco con puntualidad británica, y yo con mi pensat i fet valencià siempre acudo puntual a la cita de tu relato para leer placenteramente.

    Besos

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  2. Perdón pero creo que Andrés alguna vez había estado Carnaby St. para tomar el té y no pudo por llegar después de las cinco.
    Aquí en Malasia tuvo suerte, ella sabía que siempre llueve a las cinco.

    Un beso

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  3. Seguro que por un té inglés no se habría jugado el pellejo, pero por ella...
    Y es que, como dice el refrán, "tiran más dos te-tas que dos tés"
    Era así???

    xDDD!!!




    Un beso, soleado con ligera brisa



    Lala

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  4. Lo cual quiere decir que en Malasia es importantísimo que el reloj lleve pila nueva. O de darle cuerda al reloj, si fuera el caso.
    ;)

    (¿Por qué me habré acordado yo ahora de los relojes que no están en hora...?)

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  5. Anónimo7:29 a. m.

    Y si no llevas reloj?
    Las cinco es mala hora para quedar, que es muy pronto, ahî està el problema. Tenîan que haber quedado a las 8 por ejemplo, que a esa hora "nunca" llueve en Malasia.
    Qué tormento, tormenta, quise decir.

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  6. A mí me da que el relato de hoy (de una imaginación desbordante, eso sí) es algo críptico y privado. Vamos, de significado al alcance de quien comparta tertulias matutinas los lunes.

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  7. ¿Y el té? ¿A qué hora se toma el té en Malasia?

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  8. Yo debo estar enferma, creía que él se mataba en la carretera...

    ay

    Besicos

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  9. En Malasia siempre llueve a las cinco pero a las cinco y media escampa. Es bien sabido

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  10. Creo, que el mensaje subliminal que esconde este relato, es el de que, hagas lo que hagas, corras, sudes o pelees por llegar puntual, ella siempre te hará esperar. Sonrío.

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  11. A pesar de todo creo que a Andrés le mereció la pena esperar y sufrir tanto para llegar a su cita. Al final se valoran así más las cosas que conseguimos, no? Un saludo.

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  12. Y en la entrada "Azul" no puedo decir nada? Con lo que me gusta a mí ese color...

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  13. Pues qué buenas tertulias de los lunes os debéis tirar... :)

    Crece la angustia conforme se va leyendo.

    Lo de Malasia debe ser como la Ley de Murphy :)

    Abrazos

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  14. juanjo

    tus relatos cuentan con una cuota de intriga, que pone al lector a conducir con el personaje y a sucumbir en la posible tragedia
    buen manejo del suspenso y de la rutinalidad del viaje con sobresaltos
    luego el final sorprende con una ternura de lluvia a las cinco de la tarde
    saludos!

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