Como dice Belén, dale al PLAY
Todas las canciones hablaban de mí. Sobre todo esa que mamá se empeñaba en poner a todas horas. La cantaba una chica negra que, repetía la abuela, llevaba muy mala vida.
Estaba sentada en el balancín del porche, como todas las tardes, y me colgaban los pies, apenas rozando al suelo. La abuela se mecía haciendo ganchillo y me reñía si oía chirriar demasiado mi asiento. No vayas tan rápido, mascullaba, batiendo el abanico con rabia.
A pesar del calor, algunos niños daban vueltas montando en bicicleta. Me hubiera gustado mucho ir con ellos, pero mamá no me dejaba andar con descamisados. Una señorita como tú no puede ir con esa gentuza, decía siempre, mientras me ajustaba el lacito del pelo, como si ese simple nudo fuera capaz de retener mis ganas.
La vida en verano giraba como esas bicicletas, se detenía y volvía al mismo sitio, se repetía como la cadencia del balancín y el aleteo del abanico, en estas interminables tardes anestesiadas por el calor. Un día tras otro.
Mientras esperaba el sonido del Buick de papá llegando al caserón, pensaba en lo mucho que me gustaría ser cantante, grabar mi voz en un disco y que se quedara ahí para siempre. Hacer sólo lo que me dé la gana. No llevar lazos en el pelo nunca más, por ejemplo. O salir a jugar con ese niño que se me quedaba mirando cada vez que pasaba, en vez de con los hijos de las amigas de mamá y sus asquerosas lagartijas.
Cuando caía la noche, mientras los mayores charlaban a la fresca, me escondía en el jardín, subía a una silla y dejaba que la luz de la luna iluminara mi cara, como si estuviera encima de un escenario. A veces me golpeaba la brisa húmeda que venía del río, un aire espeso y maloliente, como de bar. El aire que hubiera aspirado actuando en uno de esos locales donde reinaba el jazz.
Summertime..., cantaba a ese público invisible.
Algunas veces, cuando el viento era favorable, la voz grave de alguno de los chicos me acompañaba, cantando que la vida es fácil y que no debo de temer nada. Entonces, me sostenía sobre mis puntillas, extendía los brazos y me elevaba sobre el cielo de Nueva Orleans.
-.-
Muy sureño.Muy veraniego.Un bello canto sobre la llegada del verano que no es otra cosa que los recuerdos de infancia.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo,Juanjo.
Gracias, Paco. Tienes razón. El verano sólo es eso, infancia y sus recuerdos.
EliminarUn abrazo.
Cuando Nueva Orleans lo era todavía...
ResponderEliminarExacto, cuando cualquier amenaza parecía muy lejana.
EliminarBesos.
Qué tendrá el jazz que nos hace disfrutar de lo que no vivimos.
ResponderEliminarMuy bonito, mucho.
Un beso.
La esencia de los cuentos. Algo que nos transporta a otro sitio.
EliminarSabrás, supongo, que parte de la culpa de este texto la tienes tú y tu forma de devolverme a Lady Day como una bofetada en los morros. :)
Besos.
Vaya, Juanjo, pero si es que lo has descrito tan bien que parece que eres totalmente sureño. Me has llevado a recordar escenas de películas de la época, llenas de diferencias y de miradas por encima del hombro.
ResponderEliminarbiquiños,
Las películas y en parte la literatura tienen la culpa, supongo. Aunque me encantaría ir al Sur. Al de Estados Unidos, me refiero. Al de aquí también, claro.
EliminarBesos.
La diferencia de clases y el jazz están dentro de mi cabeza casi unidos, supongo que será consecuencia de esas películas que de niña veía.
ResponderEliminarGenial, genial, he sentido tu relato desde la sombra de ese porche... el sol era demasiado intenso.
Besitos.
El jazz y la diferencia de clases... Y en el fondo, la música que termina uniéndolo todo. Porque es un lenguaje universal.
EliminarBesos.
Se te ha olvidado poner una cosa... y es que hay que oír el tema mientras lo lees... vamos, si no lo dices tu, lo digo yo... DALE AL PLAY
ResponderEliminar;)
Besicos
Gracias, maja. He tenido que abrirme cuenta en el grooveshark, pero ya está dicho (con dedicatoria a ti, por supuesto). La verdad es que la música es imprescindible y el relato está concebido para esta versión. La de Ella Fitgerald y Louis Armstrong ya no me dice lo mismo, por no hablar de la interpretada por Janis.
EliminarUn beso, guapetona.
Musical y cálido. Me gustó mucho, te mando un abrazo.
ResponderEliminarUn abrazo, Claudio y muchas gracias.
EliminarMis agradecimientos a todos los que pasáis por aquí y mis disculpas por no pasar por vuestros sitios tanto como me gustaría.
ResponderEliminarHan acabado Abril y Marzo. Espero más tranquilidad para los meses que restan hasta las vacaciones, más tiempo para leeros y para escribir.
Me has hecho recordar una estupenda película: "Tomates verdes fritos".
ResponderEliminarGran película, sí señor. Aunque yo, los tomates, crudos y en ensalada. :)
EliminarUn salto en el tiempo tan bello como el ritmo que la acompaña ;) genial!!
ResponderEliminarGracias, Annabel. Me gusta el jazz y me fascina ese ambiente sureño que transmite la canción.
EliminarSe siente el calor húmedo y el olor de la comida cajun...
ResponderEliminarUn beso,
¿Existirá todavía ese ambiente? Besos, Alice.
EliminarNunca he ido, gracias por llevarme :-)
ResponderEliminarBah, seguro que has ido cientos de veces, a través de la música, de la literatura o del cine; pero gracias por tus palabras.
EliminarYo tampoco he ido físicamente, se entiende, pero me gustaría. A ver si queda algo de ese mundo.
Ya me gustaría que quedara algo. Es uno de mis viajes pensados.
EliminarUna narración perfecta que junto con la música me he dejado llevar,casi casi a una época en la que el tiempo parecía haberse parado...
ResponderEliminarMe gustó!!
Un saludo.
Gracias, Canto.
EliminarA veces pienso que deberíamos parar estos tiempos vertiginosos. Escuchar música es una forma de hacerlo.
Saludos.
Realmente la música se columpia a la perfección entre tus palabras....y esa voz acaricia la sinuosa cadencia de esa estampa tan bien cincelada.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tus palabras.
Una sonrisa
Un abrazo, iliamehoy, y gracias por tu visita.
EliminarSentí que era ella soñando... soñé mientras leía!... increíble como siempre.
ResponderEliminarbesos
Todos hemos soñado alguna vez de pequeños en ese momento de gloria. Tú todavía puedes cumplirlo.
EliminarBesos.
Hola Juanjo, un poco tarde llego para dejar mi comentario,¿mi disculpa? el agobio de trabajo, me impide leer los blogs amigos...
ResponderEliminarEscucho Summertime y me suena casi tan nostálgico como un invierno.
El verano, otra estación que cuando se llena de recuerdos, de nostalgia, de alegrías pasadas, nos transporta, a la vez, a un presente menos soñador e inocente.
Un beso
No hace falta que te disculpes. Yo también visito blogs cuando puedo. El trabajo, la familia, ... es complicado encontrar tiempo. Además, esto no es una obligación. Es ocio, diversión. Yo, por lo menos, lo veo así.
EliminarSiento cierta pena al recordar esos tiempos en que éramos inocentes y pensábamos que todo estaba a nuestro alcance. Y que la vida era fácil.
Besos.
Un cúmulo de escenas que parecen grabadas con la magia de una cámara 8mm. Huele a jazz, huele a club pero se siente hálito de libertad soñadora.
ResponderEliminarUn abrazo Juanjo
Gracias, Alejo. Eso es precisamente lo que quería mostrar: la libertad que se escapa de ese ambiente pesado e inmovilista, aparentemente fácil.
ResponderEliminarlas imágenes del verano de la infancia. las mejores, seguramente. Un bello relato.
ResponderEliminarSin duda, Elena, sin duda. Y ahora que se acerca, se aviva más la nostalgia y la esperanza de que el próximo verano nos devuelva parte de la ilusión de entonces.
EliminarBesos.
Tarareando me dejas, un blues, no de nostalgía ni de añoranza, sino de sueños de lo que ha de venir.
ResponderEliminarEsperemos que sea así y que el blues sólo lo sea formalmente, pero se convierta en una realidad roja, como la que propones.
EliminarBesos.