14 diciembre 2014

Manual de avispas suicidas



De un tiempo a esta parte, todos los días, media docena de avispas se suicidan en el plafón de mi dormitorio. En la oscuridad de la noche, aprecian la luz recién encendida de mi cuarto y aprovechan la ventana abierta para entrar. Realizan un corto vuelo en espiral y se introducen entre el vidrio de la luminaria y el techo para quemarse en la lámpara incandescente halógena de 150 W., de poca eficiencia energética, todo sea dicho.


Algunos días, al despertarme, pienso que soy una avispa más, que ve cualquier fuente luminosa y va volando hacia ella para quemarse. Un insecto inconsciente que se dirige dando unas pocas vueltas hacia su autodestrucción. Debo suponer que, en el avispero, la mayoría de obreras permanecen tranquilas, a la espera de que llegue la luz natural, la verdadera. Y también barrunto que algunas de ellas se detienen a observar hombres que se dirigen hacia un final predecible y absurdo. Imagino un tercer grupo de individuos que dudan, que inician el vuelo hacia la luz mortal y se detienen, dan la vuelta, enfrentan lo que les seduce y lo que les conviene, luchan por retardar su muerte.


Eso me ha hecho recordar un sueño que tuve el otro día, en el que peleaba contra alguien que me estaba estrangulando y ese asesino era yo mismo. Un yo violento y decidido a terminar con mi vida frente a un yo estupefacto que se resistía a duras penas. Como comprenderéis, ya no pude volver a dormirme esa noche y encendí la luz. Al poco tiempo, un par de avispas tocaba a la ventana. Las observé con atención y ninguna de ellas se parecía a mí. Así que abrí la ventana y me dirigí al cuarto de baño para dejar que corriera el agua.


Después de la ducha, me enteré por la radio que este año, en Octubre, las temperaturas medias habían sido las más altas registradas en la serie histórica.

-.-

5 comentarios:

  1. ¡Me ha encantado!
    A veces me pregunto de qué tipo soy.
    De los cobardes, imagino. Ni valor tienen para lazarse a la luz, sólo se dejan quemar a poquitos, puag, y se miran las quemaduras engañándose y diciendo que ¡oh, qué cerca he estado del sol! Patético. Pero da para tortuosos relatos. ;-)
    Bicos!!

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    1. Yo creo que casi todos somos de las que nos resistimos a morir, pero hay momentos en la vida en que cualquier luz es de un atractivo irresistible. Cualquier luz. Y deberíamos escoger mejor el fuego con el que quemarnos.

      Besos.

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    2. Eso no se escoge, creo.
      Bicos

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  2. Me has hecho recordar una anécdota sucedida cuando era un crío. Había una chica que me gustaba horrores y no sabía qué hacer para atraer su atención y mira por donde un energúmeno le arrebató la cuerda de salta arrojándola sobre un tejado de una vieja casa. Ella se puso a llorar y yo como era muy cobardón no le dije nada a este tipo, que por otro lado, era mucho más fuerte que yo. Pues bien, le dije que yo subiría al tejado para rescatar su cuerda. Una vez en el tejado iba pisando las viejas tejas que se iban rompiendo sobre mi paso. De repente salieron un enjambre de abejas y fueron a picarme en mi pecho (todavía sin pelos). El dolor me resultaba insoportable, pero tuve las agallas de devolverle la cuerda sin replicar. Después salí corriendo hacia mi casa llorando como un poseso. Mi madre me aplicó barro sobre mi pecho al mismo tiempo que me preguntaba qué me había sucedido. Le dije simplemente que estaba enamorado. Ella sonrió y me respondió: Algún día descubrirás que enamorarse hace mucho más daño que todas las picaduras de avispas". No se equivocó.

    Que tengas unas felices fiestas, amigo mío.

    Un fuerte abrazo.

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    1. Qué gran anécdota, Paco. Yo también te deseo unas felices fiestas. A ti, a Cris, a los tuyos.

      Un abrazo.

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