12 septiembre 2015

El barquero enamorado



Hacía mucho que no participaba en los Viernes creativos de Fernando Vicente, quien esta semana homenajea al recién fallecido Alberto Schommer.


Caronte se quedó pensando un rato. La mujer que solicitaba sus servicios portaba un bellísimo ojo de color verde entre sus labios, en lugar de la habitual moneda. No se podía considerar que tal objeto fuera instrumento de cambio reconocido y, en consecuencia, no debía de aceptar que aquella beldad subiera a su barca. De hacerlo, se enfrentaría a las iras de Hades, y ya conocía de sobra cómo se las gastaba el dios del inframundo. 

Aunque, en el fondo, sabía cuales eran sus obligaciones, el anciano barquero ya había cometido el error de detenerse a mirar aquel iris magnético. A medida que lo examinaba, encontraba nuevas imágenes, cada vez más sugerentes. Al principio, encontró en su interior una amalgama de algas que reflejaban los rayos del sol. Después, la enmarañada cabellera de Medusa, formada por miles de serpientes reptantes. Para entonces, ya era demasiado tarde. La muchacha se había sentado en la parte de atrás de la embarcación, cruzado las piernas y sonreía.

-.-

2 comentarios:

  1. Contemplar toda la realidad de una vida a través de los propios ojos de esa otra persona debe ser de una seducción ineludible.
    Me ha gustado.
    Bicos

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    1. Los ojos, la mirada, tienen una fuerza seductora increíble, si te detienes un poco a examinarlos.

      Besos.

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