11 diciembre 2005

Traición


Dicen que el instante en que un hombre es más vulnerable es justo después del coito. Durante unos segundos es capaz de escuchar unos pajaritos que cantan a lo lejos, pero no de reaccionar ante una agresión cercana.

Ella lo sabía, lo había sabido desde la primera noche de pasión excesiva que tuvieran hace ya demasiado tiempo. Lo sabía y aprovechó la oportunidad. Mientras él escuchaba los pajaritos lejanos, ella con un movimiento rápido le tapaba la boca con su mano izquierda, mientras con la derecha manejaba una afilada navaja para seccionarle la yugular.

Era la típica mujer que hubiera hecho enloquecer a cualquier hombre. Bastaba su desdén para someter al más sensato de sus amantes a la peor de las torturas. ¿Por qué entonces había elegido para éste una muerte tan rápida cuando podía haberlo matado de forma mucho más cruel en vida?.

Hubiera sido una dulce venganza, sí, pero Boris era distinto. Realmente era el mayor hijo de puta que había conocido. Tenía claro que no hubiera soportado el menor incidente que tocara siquiera de refilón su hinchado orgullo. La hubiera matado, eso era seguro. No tenía otra alternativa.

Ahora observaba aquel cuerpo inmóvil, bañado en su propia sangre, con los ojos glaucos, muy abiertos, protagonizando la única mueca de sorpresa que había podido contemplarle hasta entonces. Le miraba mientras se vestía, pensando en aquellos tiempos en que se hubiera dejado matar por él. ¡Qué lejos quedaban!.

Ya no le amaba, era cierto. Desde hacía mucho tiempo. Pero se daba cuenta de que todo el inmenso odio acumulado durante meses se había esfumado en escasos segundos. No sentía nada por él. Esa era la peor carta de despedida que le podía escribir.

También dicen que después del primer asesinato se siente una especie de vacío, de vértigo, de angustia, de desazón. Y ella no sentía nada de eso. Más bien una extraña satisfacción por el trabajo bien hecho. Estaba tan feliz que estaba empezando a preocuparse.

Alejó de su mente esos pensamientos, terminó de vestirse y recogió sus pertenencias en absoluto silencio. Salió de la habitación, bajó las escaleras, y en el umbral de la puerta se encontró con el capitán de la guardia, que le interrogó con la mirada, mientras le abría la puerta. Ella asintió con un leve balanceo de su cabeza.

Cruzó el jardín nerviosa, pero sin prisa, dominando su primer impulso de alcanzar la cancela a la carrera. Llegó al bosque, y se adentró en él envuelta por las sombras de la noche y la fría niebla. Allí, en la primera curva, le esperaba un coche negro con las luces apagadas. Todo había saldo como estaba previsto.

Aquella noche quizá no había muerto solamente uno de los individuos más poderosos del planeta. Junto al cadáver de aquel hombre, invisible quedaba también el de la mujer, el de una mujer normal y sencilla, apasionada, pero en el fondo buena.

Había muerto una buena mujer, pero nacía una gran espía.

5 comentarios:

  1. Anónimo11:58 p. m.

    :O
    Increíble!
    Me ha encantado :O
    Besitos!

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  2. Anónimo1:33 a. m.

    ¿Cómo se te ocurren esas cosas? Tu tendencia a los finales gore empiezan a levantar mis sospechas, jajaja.


    Violeta

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  3. Anónimo10:28 a. m.

    Jajajaja.... coincido con Violeta (ultimamente me empieza a preocupar esto de coincidir con la opinion con unos cuando estoy en los blogs de otros.....). ¿Como se te ocurren estas cosas...?. No sé si será intencionado, pero produce una agradabilisima sensacion entre el drama que estas narrando, de forma excelente eso es obvio, y una cierta vis comica, no se como explicarlo, algo que hace que tenga un aura de irrealidad, de exageracion intencionada pero fiel, algo así como lo que se siente al mirar una caricatura bien hecha de alguien conocido. Bueno.... ¡que me gusta mucho...!

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  4. Anónimo9:39 a. m.

    Mata Hari ;-)

    Bueno, no sé si se trata de una de sus historias con alguno de sus imnumerables amantes. No sé si Mata Hari, mató a alguno de ellos. Me faltan datos.
    El caso, y como tú relatas, del amor al odio hay un paso. Y no hay peor pócima q el que la persona a la q quieres y confías te haga daño. Es como accionar un interruptor en el q la persona más buena se puede convertir en alguién despiadado, movido por la rabia y la sed de venganza. Entonces....ya puedes temblar!!
    Un besazo

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  5. Anónimo3:48 p. m.

    Son estas historias sin principio ni final concreto las que me gustan.
    ¿Por qué lo mata? Pues no lo sé, pero en eso reside su grandeza. Por cierto, esto me recuerda a una escena del Tuno Negro, cuando el policía y Silke (la de las compresas) se ponen a hacer el trinki-foskis y el madero clava una faca jamonera en la cama. Vaya susto me pegué, colega.

    Juanjo, todos sabemos que has visto el Tuno Negro para inspirarte en esto. Todos lo sabemos, todos lo sabemos...

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