03 enero 2006

Vuelta a casa


Un frenazo del tren al pasar por una estación, despertó de su sueño al tercer ocupante del vagón, terminando de forma brusca el punto de intimidad que estaba adquiriendo la conversación entre los dos desconocidos.
La tercera en discordia pronto quiso tomar protagonismo en la charla, que se tornó mucho más trivial e intrascendente. El, apenas podía disimular su decepción y disgusto, mientras que ella no dejaba traslucir en su rostro ninguna muestra de ello, aparentando interés en todo lo que comentaba su interlocutora.
Ese detalle todavía le molestó más a nuestro amigo, que pronto desvió su pensamiento hacia los sucesos todavía recientes de su separación.
Las cercanías de Madrid le volvieron a rescatar de su lapsus mental, y el trajín de gente preparando la próxima llegada, levantándose y moviendo equipajes le sumieron en esa imperceptible inquietud que se siente al finalizar una etapa del camino.
El tren frenó suavemente al llegar a la estación de Atocha. Aguardó en su asiento a que se vaciara el pasillo, abarrotado como estaba de gente impaciente por salir. No le gustaba permanecer más tiempo del estrictamente necesario de pie, agobiado por el resto de pasajeros que le empujaban con sus maletas y sus cuerpos.
Al bajar al andén se sumó a la procesión de gentes a los que nadie esperaba, y deseaban abandonar aquel lugar lo antes posible, precisamente para olvidar que en otros tiempos sus seres queridos, con la ilusión en los ojos, esperaban impacientes fundirse con ellos en un abrazo.
Cuando se quiso dar cuenta, la chica ya había desaparecido. Pegó un vistazo rápido entre la gente que circulaba por la estación pero no estaba.
Decidió tomar un café antes de abandonar el recinto. Quizá ella había tenido la misma idea. No se perdonaba la absurda manera con que la había dejado escapar. Tenía que existir otra oportunidad. Algo le decía que no la podía dejar marcharse.
Pero fue en vano. El café, que en otras ocasiones le ayudaba a relajarse, rodeado de la exhuberante vegetación y el ambiente cálido y húmedo de la zona ajardinada del local, esta vez le había producido una sensación de inquietud agobiante, al comprobar que no aparecía el objeto de su búsqueda.
Estaba decepcionado y confuso, así que decidió ir paseando hasta su casa, cerca del Paseo de los Melancólicos. Había un trecho, y tenía la esperanza de que el ambiente fresco de la noche le ayudaría a despejar sus ideas, pero no sirvió de nada.
Al pasar por la boca del metro de Pirámides vio a un padre y a un hijo, con bufandas de colores rojo, blanco y azul bajar cabizbajos por las escaleras. Tristes y decepcionados como él, pensó.
Tras cruzar el umbral de su puerta, realizó de forma mecánica los movimientos que siempre hacía. Soltó la bolsa de viaje, dejó las llaves en la cómoda, encendió la radio, entró en la cocina, abrió la nevera, cogió una cerveza y se tumbó en el sofá.
El día ya no daba más de sí.

9 comentarios:

  1. Anónimo3:09 a. m.

    Me encanta cuando la evasión no consiste en el destino, sino en el trayecto. Y cómo jode cuando se acaba...
    Sí, tenías razón, se llama "caganer". Al final lo googleé y todo, pero nada sobre su origen. Me quedo con el mio ;)

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  2. Anónimo7:52 p. m.

    Siempre he pensado que estas evasiones momentáneas, estos momentos que pasan, nos cargan de ilusiones y luego se van dejándonos esa abrumadora sensación de vacío no son más que recursos innatos para escapar de nuestra propia realidad cuando ésta nos satura.
    Porque siempre será mejor un abrumador vacío que una contundente, pesada y definitiva losa de pena por un "se acabó".
    Y no sigo porque con mi estado de ánimo de la última semana puedo proponerte que se suicide al acabar la cerveza...
    Un besazo

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  3. Anónimo9:28 a. m.

    Pequeñas fatalidades de la vida cotidiana. Mil ocasiones de sucesos extraordinarios, que vemos desvanecerse delante de nosotros como un humo que se disipara, con una extraña parálisis. Solo alcanzamos a pensar vagamente: ¿Y sí...?, pero casi nunca apostamos por el "sí". Nada grave tampoco, claro, uno tiene su vida, sus rutinas, obligaciones... no se trata de ir por ahí buscando cosas extraordinarias a cada paso... ¡Bah, que tontería..!. Pero a veces, ya en casa, puede que te quedes mirando distraidamente esa posición tan curiosa en que han quedado las llaves en la cómoda y, por un momento, melancólicamente, te venga la mente un rostro, un nombre, un retazo de conversación. ¿Y sí...?

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  4. Anónimo3:33 p. m.

    "Mil ocasiones de sucesos extraordinarios, que vemos desvanecerse delante de nosotros como un humo que se disipara, con una extraña parálisis. Solo alcanzamos a pensar vagamente: ¿Y sí...?" Y qué triste cuando ya pasó esa mirada cómplice y provocadora entre dos desconocidos, cuando el contacto con un cuerpo extraño (un choque fortuito, o no tanto) te sacude cada poro, cuando se acabó la noche y te quedaste a dos centímetros de sus labios, pero sin besarle. Qué desazón de oportunidad perdida, de magia rozada y desahuciada, qué impotencia insoportable no poder alargar esos instantes de ensueño que apresuran los latidos y estallan en sonrisa evocadora.

    Qué pena no poder cumplir más veces el "¿y si...?"

    Una vez más, me encantó tu relato.

    Besitos!

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  5. Anónimo12:20 a. m.

    "El amor tibio para mí es ese lenguaje mudo de caricias, de miradas, de sonrisas, de roces con los labios, de pequeños mordiscos, de piernas apenas entrelazadas, de pasión contenida con un poco de ternura."

    ¿Acaso alguien me entiende mejor que tú? A veces lo dudo...

    Mil gracias,por todo. Por tu comentario, primer regalo de Reyes ;).

    Feliz noche, feliz amanecer con los tuyos!

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  6. Anónimo3:33 a. m.

    Yo creo que volverá a verla...

    Dios mío, los relatos por entregas me enganchan y me ofuscan a partes iguales!!

    Feliz noche de Reyes, Juanjo.
    Y gracias por tus palabras.
    Un beso!

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  7. Anónimo10:01 p. m.

    Na nit Juanjo!!! pues sí, ese post q puse, el de los niños, es algo q me enviaron hace tiempo, y que como tu dices, a veces es muy bueno hacer un stop y pensar en esas pequeñas cosas con tanta razón. En fin,... yo de vez en cuando me lo leo y hago un reset, jeje
    Una cosita, si visitas mi espacio verás q me han invitado a un juego, y yo a la vez he de invitar a 5 personas con blog público, así q me tomé la libertad de invitarte. Pásate y sabrás de que va. Aunq si te molesta lo más mínimo me lo dices y te "des-invito" ;-)
    Un cariñoso saludo. Noelia.

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  8. Anónimo3:51 a. m.

    Je, je, je... Es cierto, la frase es el eufemismo para "no sabía que comprarte ni tenía ganas de calentarme la cabeza, se siente."
    Espero que al final hallaras la talla adecuada.

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  9. Anónimo6:36 a. m.

    Very pretty design! Keep up the good work. Thanks.
    »

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