22 marzo 2006

Ojos que vigilan en la sombra


No resultó complicado encontrar a la persona buscada aunque la descripción que le había dado Sofía no era demasiado precisa.
A primera hora de la mañana la cafetería ya estaba bastante concurrida, pero una chica morena bajita, con su extrema delgadez disimulada en un grueso jersey de lana y unos vaqueros, el pelo suavemente rizado cayendo un poco sobre sus hombros, los ojos negros, algo tristes, ligeramente remetidos en sus ojeras, enmarcados por unas finas cejas y decorados por largas pestañas, los pómulos algo salidos, y los labios delicados, miraba expectante a todo el que atravesaba la puerta.

- ¿Marta?
- ¿Ramón?
- Encantado.
- Igualmente.

Ramón la invitó a desayunar, pero ella se disculpó diciendo que ya lo había hecho, y que además tenía prisa. Llegaba tarde al trabajo. No aceptó ni un simple café. Recogió la llave, la metió con cuidado dentro del bolso, y rápidamente abandonó el local.

Tras esta rápida operación, Ramón dio cuenta de su desayuno con más tranquilidad de lo habitual. Acompañó el triste café con leche con media docena de churros y diez minutos de tiempo esta vez. Era una especie de armisticio firmado con sus habituales urgencias. Madrugar sirve a veces para estas cosas.

Con la sensación del deber cumplido, relajó su mente, saboreó el desayuno, y una amplia sonrisa iluminó su rostro. Se prometió a sí mismo un día tranquilo, y esta vez las circunstancias se lo permitieron.

Salió del trabajo antes de lo acostumbrado, compró algo de dulce para la cena y un ramo de claveles rojos para Sofía. Ella no esperaba esta sorpresa, sino al Ramón apesadumbrado y temeroso de los últimos días, y corrió hacia él con una enorme sonrisa y su especial brillo en los ojos, anticipo de las lágrimas que volverían a deslizarse por sus mejillas durante el tierno y prolongado abrazo.

Durante la cena se contaron las escasas incidencias del día, el fugaz encuentro con Marta, las irrelevantes noticias que daba la televisión, y por un momento olvidaron su dramática situación. Acompañaron el postre con un vino dulce, a juego con el día, y prolongaron la ternura un rato más tumbados en el sofá, acurrucados, tapados con una manta, mientras veían una película. La vida regala a veces estos pocos momentos de felicidad.

Al día siguiente, Ramón se dirigía a la estación para completar el plan. Esta vez iba con prisa, pues llegaba tarde al trabajo. Por primera vez en mucho tiempo, tras sonar el despertador, se había hecho el remolón, abrazado a Sofía, y ahora aceleraba su paso para alcanzar cuanto antes la consigna.

Con estas urgencias, decidió no contestar a la llamada que tenía en el móvil, y al posterior mensaje que le llegó. Recogió la bolsa con la ropa y la metió en el maletero del coche. Tiempo tendría después de devolverla.

Llegó a la oficina justo a tiempo, y se puso a trabajar enseguida. Al cabo de un rato reparó en la llamada perdida, y decidió contestarla. Era Sofía.

- ¿Has recogido la bolsa?
- Sí, claro.
- Te llamé para pedirte que no fueras. Hay algo que me dijiste que me ha extrañado, aunque ayer por la noche no me dí cuenta. Es muy raro que Marta no se quedara a desayunar contigo. Ella es muy habladora y curiosa. Ya sé que parezco una tonta, pero hay algo que me huele mal en todo esto...
- ¡Bah!, no te preocupes. Tendría un mal día, o habría pasado mala noche. Recuerda que tenía ojeras.
- Sí, es verdad, ella no suele tener nunca. Bueno, espero que sólo sea una manía mía.

Ramón terminó su jornada como de costumbre, llegando a casa ya de noche, cansado. Al abrir la puerta exterior, alumbrado por la débil luz de una farola, no se dio cuenta de que en la sombra, desde un coche aparcado en la otra acera, unos ojos duros vigilaban cada uno de sus movimientos.

10 comentarios:

  1. Anónimo9:55 p. m.

    Intrigante, como siempre... aunque claro está que algo raro tenía que una española se negase a desayunar tranquilamente en una cafetería...
    Besitos varios.

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  2. Anónimo10:34 p. m.

    Pues noto que las borracheras, hicieron buen trabajo, porque la entrada sigue siendo como las anteriores. Geniales.
    Oye qué miedo, no?

    Besitos

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  3. Esto se anima aun más. Reconozco que ya me apetece que se lie la cosa. Ramón se nos está confiando demasiado. Le va a venir bien algo de jaleo.

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  4. Anónimo9:39 p. m.

    Para que veas cómo están los patios.
    Y no es cuestión de pesimismos (a parte de que hoy no sea un buen día) es cuestión de definirme, y no era plan de tirarme flores, que aún no hay muchas por los jardines.
    Y lo de Iberia...en fin

    Besitos positivos

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  5. Anónimo11:17 p. m.

    Esos cabos sueltos nunca deben pasarse por alto y menos de la intuición femenina...¿qué les esperará ahora? Quizá al llegar a casa Sofía ya no esté :-S
    Me ha hecho gracia eso de atar cabos después de que hubiese pasado bastante rato desde que Ramón le comentara el encuentro con la chica. Será que a mi esas cosas me pasan a menudo, incluso alguna vez me he despertado de madrugada con una especie de flash revelador haciéndome recordar algo que durante el día era incapaz. Como el otro día que no lograba acordarme del actor este... Ben Affleck, o como se escriba, y en mitad de la noche me despierto y ... flash!!
    En fin... se me va la olla, corto y cambio ;o)
    Un beso ... por cierto que intrigante está tu historia, sólo falto poner: to be continued, jeje
    Otro beso. ;o) Noelia.

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  6. Anónimo12:32 a. m.

    Na nit Juanjo.... me voy a dormir, gracias por echarme de menos, es un honor ;o)
    pero últimamente voy de curro hasta.. y no me sobra prácticamente tiempo y aunq no lo parezca te tengo controlado, jajaja para que no te desmadres y no dejes de hacer tus deberes del finde.
    Pasé por aquí pero sin tiempo y me gusta leerte con calma así que hasta hoy no pude volver con un poco más de tiempo. Pero ten presente que me acuerdo de ti, sobretodo el finde que sé que es cuando publicas tus apasionantes entregas, así que no has de echarme de menos pq no me fui, aunque esté callada sigo aquí siempre.
    Venga vamos a descansar por hoy que sino mañana se puede hacer el día muy largo y yo ya estoy sobrepasando mi horario.
    Un beso, shhh....
    Noelia.

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  7. Anónimo9:40 a. m.

    En fin.... estar ausente un tiempo tiene la desventaja de que te pierdes las entregas.. pero la ventaja de que luego las lees todas seguidas con mas deleite. Ummmmm... por lo que veo estamos en un "impasse" amoroso.. Bueno, está bien: ¡no todo en la vida va a ser corretear de asesinato en asesinato! Jajajaja... Me da que no le va a durar mucho la felicidad al Ramoncillo, pero, como diría nuestra Srta. Pepis, ¡que le den por ahí...! ¡Por echarse unas novias tan sofisticadas...! Jajajajaa.

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  8. Anónimo12:30 a. m.

    Mmmm... si es que uno se lía, se lía... y acaba metido en una peli de espías, quién se lo iba a decir a nuestro taciturno Ramón...!!

    Qué tal??

    Gracias por tus comentarios, siempre a punto, cómo lo haces?? También tus ojos me vigilan en la sombra?? :P

    Tiene razón Carlos, lo bueno de ausentarse es poder todas estas delicias juntas...

    Dice Noelia que no está por trabajo... yo tengo más suerte, yo no estoy por amor, por un amor que me tiene el cerebro y el tiempo tan ocupados que no escribo nada...así que tampoco llegaré a nada en la poesía, debería vivir profundamente atormentada, o estar loca, o en un país en guerra...

    Las crisis agudizan el ingenio, dicen.

    En fin, es muy tarde...

    Mil besos!! Gracias otra vez!!

    P.D.- Y, como siempre, intrigante, sobrecogedor, y MUY MUY BIEN ARGUMENTADO, ¿de dónde sacas tantas ideas, tantos personajes, tantas llamadas, tantas...? (Como ando sin inspiración, todo eso se me hace muuuy extraño... xD!!)

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  9. Anónimo12:31 a. m.

    ¿Que no te gusta? pues ya somos dos.
    Tocada y hundida. Así me encuentro.

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  10. Anónimo4:43 p. m.

    Es algo sospechoso que una chica de esas características no se quedase a desayunar tranquilamente en una cafetería... Da que pensar

    Me quedé con la Intriga...

    Un saludo élfico

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