22 mayo 2006

De vuelta a casa


Camino de Madrid, Ramón no dejaba de pensar en lo poco que había conversado con Marisa; una corta charla para los muchos interrogantes que todavía estaban por solucionar en su mente: ¿quién había asesinado al embajador? ¿por qué? ¿tenía algo que ver Sofía? Si no era así, y ella realmente no había participado ¿por qué tanto interés en buscarla? ¿por qué tenía ella tanto miedo?

No había pegado demasiado ojo la noche anterior, pero el cansancio no se hacía notar, concentrado como estaba en encajar las diversas piezas del puzzle; los kilómetros pasaban, el paisaje iba cambiando, el verde de naranjos y pinos era ahora de trigo, alternado por el ocre de la tierra en barbecho; la orografía se suavizaba en los trayectos entre los dos grandes embalses, y tras el último, el impactante espectáculo de los modernos molinos de viento ayudaba a entender a Don Quijote: apetecía bajar del coche y arremeter con lo que se terciase contra los gigantes de la megalomanía tecnológica.

Pasadas las curvas necesarias para vadear el Tajo, recordó las enigmáticas palabras Marisa al final de la llamada: "Pasa por mi casa en cuanto llegues a Madrid". ¿Qué tendría que decirle que no admitiera la espera de pasar antes por su propia casa?

Un ruido procedente de su estómago le recordó que no había pegado bocado desde la salida, y todavía quedaban algunas horas para ver a Marisa, pues no la encontraría en casa hasta la hora de comer. "La gente trabaja y esas cosas", pensaba. ¡La que le iba a caer el día que apareciera por la oficina!

Decidió parar en un bar de carretera antes de entrar en Madrid, no fuera que uno de los habituales atascos de las rondas de la ciudad le tuviera retenido y con las tripas rugiendo. Convenía no aplazar la satisfacción de ninguna necesidad básica antes de atravesar el desesperante embudo de tráfico que constituía la entrada de la gran urbe.

El bar no estaba demasiado lleno a esas horas. Era de auto servicio, algo que le molestaba particularmente. La autovía había sentenciado a muerte aquellos locales entrañables, donde se paraba tranquilamente a almorzar, se ojeaba la prensa, y se comentaban con los camareros las últimas noticias. Ahora todo invitaba a la rapidez, al no perder un segundo, a continuar con el mismo estrés del camino. Recoge pronto lo que vayas a comer, que tienes a otro detrás empujando, paga y come rápido, pues el novio de la chica rubia ha pasado ya tres veces delante de tu mesa con gesto de impaciencia. Sal lo más rápido posible pero, eso sí, pasando delante de todos los artículos susceptibles de comprar. Corre, corre, corre, la carretera espera.

Sin ganas de permanecer en el frío local más tiempo de lo estrictamente imprescindible, Ramón se tomó un café rápido acompañado de un bollo, repostó gasolina, pasó por el cuarto de baño y se incorporó a la carretera con ganas de llegar a su destino. Sentía, a medida que se acercaba, una alegría creciente por regresar a su tierra, él que siempre se había considerado de ningún sitio.

Entrando ya en Madrid, a la altura de Conde de Casal, vio un tipo corpulento, de aspecto serio y enfadado, con la cara pintarrajeada a tiras rojas y blancas, luciendo una larga cabellera recogida en dos trenzas y un penacho con plumas, y agitando al aire, amenazador, un hacha enorme, que movía sin dificultad mientras profería algo parecido a insultos en una lengua incomprensible.

A Ramón le entró la risa floja y se acordó de aquellas esculturas gordas de Botero que invadieron la ciudad hacía algunos años. Desde entonces no había visto nada tan divertido. Se dejó llevar por ese arranque de buen humor, conectó esa especie de piloto automático que todos tenemos cuando transitamos muchas veces por la misma la ruta, y cuando se dio cuenta se hallaba ya muy cerca de su casa, y no de la de Marisa como tenía previsto.

Aparcó el coche y miró el reloj. Quedaba casi una hora para ver a su amiga.

7 comentarios:

  1. "La autovía había sentenciado a muerte aquellos locales entrañables." Con sus casetes del Fary y Los Chungitos. Ya casi no quedan. Estamos perdiendo nuestra identidad cañí.

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  2. Anónimo7:40 a. m.

    Bon dia Juanjo! cuánta razón tienes con eso de los bares de carretera. Me hizo recordar algún viaje largo, cuando parar en un bar de los de antaño era como encontrar un oasis de calma y felicidad momentánea entre el desierto y la monotonía que suponía estar durante largas horas dentro del coche. Con los años todo cambió y aprendí también a disfrutar de las horas de coche, del dormir mientras otro conduce, de perderme mirando los mapas y las guías, de los paisajes, y de la conversación de mi acompañante. Entonces me gustaba tanto una cosa como la otra. Ahora quizá hace demasiado tiempo que no viajo... aishhh debería hacerme un serio planteamiento. En fin...otra vez la intriga y el tiempo dirá. ;o)
    En cuanto a la canción de mi espacio, a mí también me encanta y no te puedes imaginar lo apropiada que es. ;o)
    Venga guapo, me encanta que aún pases a verme.
    Besos.
    Noelia

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  3. Anónimo8:03 a. m.

    A mi esos locales de carretera me saben a ranciO ,comolos bollos que sirven ,pero siempre que haces un viajelargo es habitual que pares en ellos para ese cafè ,....ABRIL

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  4. Anónimo11:28 a. m.

    ¿Y el pintoresco individuo con plumachos? jajajajaja.
    Esta Marisa nos tiene en vilo.
    Un beso, guapo.

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  5. Anónimo12:59 p. m.

    "Cuando uno escribe a las 4:08 corre el riesgo de que las curvas se le conviertan en rectas, y las rectas en curvas"

    Sí, y más cuando al día siguiente tienes un examen latín que, por cierto, he suspendido (no por mi terrible ignorancia, sino porque no me han dejado hacer el examen a causa de un ligero retraso...) y llevo a septiembre. Aún así, me siguen gustando los botones...

    Nos gusta lo imperfecto porque es lo que conocemos, nos gusta ser así. Pero el mundo no es imperfecto... Al menos eso me dicen las curvas sinuosas que observo con amor y detenimiento.

    Un beso

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  6. Anónimo3:22 p. m.

    Haces una descripción muy buena de los paisajes de vuelta a casa. También de los autoservicios (eso que siempre pensamos, pero que nunca decimos) ;)

    Qué le dirá Marisa?


    Un besazo!

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  7. Anónimo9:19 p. m.

    Vengo con dos minutos; para leerte y decir que lo que le diga Marisa para mí ya no tiene emoción porque sin saber que había una entrada anterior la he leído de P a Pa. Y diciendo...estoy más perdía que que...jejeje.

    Reno...la habitación sigue en pie, pero ahora mismo tengo overbooking; para Julio, tal vez y digo sólo tal vez pueda empezar a cumplir lo prometido. No tengo todas conmigo...en fin

    Un besito y espero volver como hoy...ya sabes "de ti de vez en vez, sin ti de cuando en cuando"

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