12 julio 2006

Llamando a las puertas del cielo

La puerta se abrió y una ola de luz cegadora golpeó sus pupilas, de forma que tuvo que cerrar los ojos e ir abriéndolos poco a poco para acostumbrarlos a la luminosidad de la estancia. A su lado una figura yacente iba perfilándose con cada nuevo grado de apertura ocular. Pensó que se trataba de un ángel y se hallaba en el cielo.

La figura se levantó como un resorte y se le acercó de golpe, besándole y mojando sus mejillas con las lágrimas que salían a borbotones de sus ojos. Su cara era conocida, aunque no la reconoció al instante.

- ¡Has despertado! ¡Gracias, Dios mío, gracias! Creí que te perdía.
- ¡Marisa! ¿Dónde estoy? ¿Qué haces aquí?
- Ya te explicaré ..., pero ahora descansa. Espera ..., voy a buscar al médico.

Mientras oía las voces de su amiga buscando al facultativo, su mente empezaba a reaccionar y a situarse en el verdadero escenario de su vida. Dos fuertes vendas rodeaban sus muñecas, y cerca de la inflexión de su codo izquierdo tenía inyectado un gotero. Intentó moverse un poco pero apenas pudo: estaba demasiado débil.

Entonces recordó los motivos de su estancia en el hospital, y su semblante nuevamente se ensombreció. Francamente, hubiera deseado terminar de una vez en paz, pero ni eso le era permitido por el destino.

Al momento irrumpió Marisa con el médico, y la presencia de ese último impidió a Ramón que, de momento, le recriminara su acción, aunque tiempo tendría para los reproches. En el brazo izquierdo de la mujer todavía conservaba un algodón sujeto por un trozo de esparadrapo. Estaba claro que su amiga, no sólo le había rescatado de su bañera de sangre sino que con la suya había impedido su probable muerte. Este detalle le llegó al alma, y apenas pudo reprimir el instinto de explotar en un berriche.

El médico le reconoció, le tomó la tensión y el pulso, para afirmar después que, de momento, no era necesaria una nueva transfusión. Marisa respiró aliviada por las buenas noticias, aunque ya empezaba a preocuparse por el rostro serio y triste de su amigo. Necesitaba una conversación a solas con él, pues debía evitar a toda costa que la idea impulsora de su alocada acción volviera a instalarse en su cerebro.

Nuevamente solos, se hizo un tenso silencio entre los dos; tenían cosas importantes que decirse, pero no sabían como empezar. Marisa fue un poco más ágil, y empleando un poco de mano izquierda femenina, evitó comenzar con reproches o preguntas que pudieran ponerle a la defensiva.

- Me alegro que estés de vuelta, Ramón. De verdad, me alegro mucho. No sabes lo cerca que has estado ... Bueno, si no llega a ser por Sofía no lo cuentas ...

El nombre de la mujer actuó como un resorte en la cara de Ramón, que preguntó con ansiedad:

- Sofía, ¿qué sabes de Sofía?
- Fue ella quien me avisó, Ramón. Me dijo que habíais discutido, que estaba muy preocupada por ti. Temía que hicieras una barbaridad ... Por suerte llegamos a tiempo.
- Y ella, ¿dónde está? ¿lo sabes?
- No te preocupes, está en lugar seguro. Pronto la verás. Ha estado aquí hasta hace poco. Vino en cuanto le dije lo que había pasado, y no se separó de esta cama hasta que conseguí convencerla.

Durante el tiempo en que Ramón había estado inconsciente, Sofía tuvo tiempo de contarle a Marisa una versión reducida de lo que había transmitido a Ramón: su historia y las razones de su permanente huida. Marisa le prometió protección, y la alojó en un lugar seguro y vigilado permanentemente, a la espera de nuevas decisiones.

El imprevisto interés de su chica causó en el ánimo de Ramón lo mismo que produce un claro y tranquilo amanecer: perfilando los contornos, aclarando las sombras, acentuando los colores y matizando los sonidos, de forma gradual, en calma; disolviendo las dudas de la noche, para construir las realidades de un nuevo día.

Y ese inesperado fulgor terminó iluminando su rostro, dotando de nuevo brillo a sus pupilas, arrancándole una ligera sonrisa, y hasta pareció que sus mejillas tornaban su pálido color en un tono ligeramente sonrosado. De repente, sintió un hambre atroz.

3 comentarios:

  1. Anónimo7:33 a. m.

    Bueeeeeno, uffff ya podemos respirar tranquilos. Espero no nos dé más sustor Ramón pq yo ya no estoy pa estos trotes y menos con las vacaciones a la vuelta de la esquina, jajajaja
    ¿te imaginas cómo sería tener que irte de vacaciones con una de tus intrigas???? jajajaa
    Bueno chato, ahora te dejo que sino me pilla el día.
    Que pases uno de los buenos .. ;o)
    Noelia

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  2. Anónimo2:15 a. m.

    Continuará?
    Seguro que continuará, paisano.
    Un saludo.

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  3. Anónimo3:18 p. m.

    Asi me gusta, pero a ver si me reacciona este chico, que lo encuentro un poco paradito.jejeje.
    Gracias por haber matado a mi Ramón.
    Un beso, guapo.

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