19 julio 2006

Preparando las maletas

Los días de recuperación pasaban rápidos en el hospital; la continua presencia de las dos mujeres, y la alternancia de visitas de conocidos y amigos ayudaban a pasar las horas, que de otra forma, hubieran resultado interminables. Las muestras de cariño le iban devolviendo la ilusión por la vida que perdiera semanas atrás. Habían pasado por la habitación gran parte de los compañeros de su anterior trabajo; su amigo Vicente acudía casi a diario y amenazaba con invitarle a nuevas fiestas; Gloria se había escapado de Valencia y pasado un día con él, y los paisanos de ésta, Cristina y Felipe habían tenido una larga conversación telefónica cada uno.

Su aspecto mejoraba visiblemente día a día; recuperaba peso rápidamente devorando el insulso rancho que le ofrecían y los ricos embutidos y dulces que se colaban "de estrangis" en cada visita. El color rosado había vuelto a sus mejillas y del oscuro cerco que fueran sus ojeras solamente quedaba un prácticamente invisible círculo.

Por otra parte, el MI5 seguía velando por la seguridad de Sofía; aunque le permitían sus visitas diarias, cambiaban frecuentemente los recorridos para llegar a su alojamiento, que había cambiado de lugar ya tres veces en una semana. Los servicios secretos consideraban bastante real la amenaza que se cernía sobre la mujer, y la situación de provisionalidad en que se encontraba urgía una solución. Era necesario volver a cambiar la identidad de Sofía, su paradero, y esta vez sin contraprestaciones: un anonimato eficaz.

Pero el plan esta vez incluía a Ramón, que debía hacer lo propio: cambiar de nombre, de nacionalidad, de trabajo, de país; lo que hacía con mucho gusto si era para estar con su amada. Sin embargo, se desconocían todos los detalles; los nombres, profesiones, y lugares de destino eran un secreto del que ni siquiera Marisa era conocedora. Lo sabrían, sí, pero en el mismo aeropuerto que les llevaría a su nuevo hogar.

Así fueron pasando los días, y antes de lo esperado llegó la deseada noticia del alta médica, recibida por todos con alegría. Se hallaban en la habitación las dos mujeres que habían compartido su vida en lo que iba de año, que estaban radiantes. Sin embargo, a Marisa se le notaba un punto más de emoción en el brillo de sus ojos. Sabía que el momento de la despedida estaba cerca, y que probablemente sería definitiva.

Luchaba por no pensar en ello, por intentar disfrutar al máximo los momentos que le quedaban con él. Deseaba lo mejor, que reiniciara su vida con Sofía, que fuera feliz, pero una fuerza interna le decía que no, que no quería que se marchara, que necesitaba volverlo a ver, mantener aquellas conversaciones que llenaron su vida hacía unos meses, encontrar el reflejo de su propia cara en sus pupilas, escuchar la cálida melodía de su conversación pausada; pero las excepcionales circunstancias hacían especialmente difícil una llamada telefónica, una carta, una noticia, una visita, cualquier método de comunicación convencional, y la glándula lacrimal de la chica amenazaba con explotar.

En la puerta de la habitación dejaron una maleta con los enseres básicos de Ramón, recogidos por los amables chicos que velaban por su seguridad, pero los de Sofía había que ir a recogerlos a su lugar de alojamiento. De allí, un coche de la embjada les llevaría hasta el aeropuerto a los dos, pero Marisa ya no les podría acompañar. Llegaba el momento de las despedidas.

8 comentarios:

  1. Anónimo10:09 a. m.

    ¿Ves? mi Ramón será un ser gris, pero sus amigos son eso, amigos.
    Si en el fondo es un cielo, jejeje.
    Ya merece ser feliz.
    Un beso, solete.

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  2. Anónimo1:11 a. m.

    Querido paisano;
    De esos errores, que los tengo y muy seguidos, me alimento.
    Un abrazo.

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  3. Anónimo12:49 p. m.

    Vaya cariz que han tomado las cosas...!! Bueno, se atisba de todos modos un horizonte beatífico, menos mal, porque odio las historias sin final feliz...

    Cada vez se nota más soltura en tus escritos, y la verdad es que me estás sorprendiendo: desde el principio del relato hasta ahora has pasado por multitud de escenarios, estados y tramas... y parece que estás escapando muy pero que muy bien...!!

    Muchos besos, Reno... Espero que el estío te esté tratando con cariño... :)

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  4. Anónimo9:16 p. m.

    ¿Y porque no se montan un trío?

    Yo también odio las despedidas. No sabes cuánto.

    Un besote

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  5. Anónimo2:07 p. m.

    HOLA JUANJO!

    La chica Elfa ha hecho las maletas y se ha mudado a un nuevo espacio...

    Un besazo


    PD: Volveré pronto y leeré todos los capítulos que tengo atrasados ;)

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  6. Anónimo10:51 p. m.

    Ya estoy de vuelta!

    Bueno, bueno... Lo que me he perdido estos días! Madre de Dios, cuanta novedad en tan poco tiempo ;)

    Ya suena a despedida, no?


    Un besazo

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  7. Anónimo8:08 a. m.

    Llevo días queriéndome pasar pero no me sobran ya ni los segundos, prometo venir con un poco de más tiempo, por la intriga que tengo y por desearte que tengas buenas vacaciones.
    A mi todavía me quedan 3 estresantes semanas pero bueno, a partir de la semana que viene solo trabajaré 4 horas, podré ejercer de mami y me apetece y creo que a su manera mis hijos me lo agradecerán.
    En fin.... paso en cuanto tenga esos minutos que me faltan, entonces te leo y.... bueno lo de mis deseos para las vacaciones casi que los dejo ya, por si acaso
    Venga chico pues eso que te lo pases en grande, que encuentres tiempo para todo y para más, que disfrutes de tus peques, que encuentres nuevas ideas para tus entradas y para una nueva novela :o), y sobretodo que saques tiempo para saborear la vida ;o)
    Un besazo.

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  8. Anónimo6:43 a. m.

    La verdad es que siempre me cayó muy bien Marisa, es una pena que haya llegado el momento de la despedida, y hasta nosotros debamos decirle adiós.
    Creo que hubiese sido feliz con Ramón, hubiesen llevado una vida segura sin sobresaltos, como la de la mayoría de los mortales. ¡¡vaya aburrimiento, no?!!!!! jajajaja, venga... sigo leyendo ;o)

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