08 diciembre 2009

La Casa del Último Aliento


La Casa del Último Aliento no estaba mal. Todo muy limpio, fríamente decorado, con elegancia neutra. Mármol blanco, unas pocas plantas, algunos cuadros de paisajes dulces.

La secretaria iba a juego con el local. Guapa, discreta, amable; pero sin contrastes: sin un lunar junto a la boca, unas pestañas rizadas, unas cejas finamente dibujadas, o unas uñas largas bien pintadas. Sin nada, al fin y al cabo, que permitiera soñar en algo interesante detrás de tanta aséptica corrección.

- Déjeme el pulgar, Don Francisco, por favor- le dijo, mientras miraba atenta a una brillante pantalla de plasma.

- Veamos- señaló con las gafas. Le quedan alrededor de doce horas, diez minutos arriba, o abajo. Su habitación es la 215. Enseguida una compañera le acompañará al sitio y le leerá las instrucciones, aunque toda la información se puede consultar en la pantalla táctil que verá nada más entrar, a la izquierda. ¿Alguna duda?

- Sí. ¿Puedo saber de qué voy a morir?

- No, me tendrá que perdonar. No nos está permitido dar esa información- afirmó la chica con un timbre metálico.

Acto seguido, la joven empezó a temblar, perdió color y desapareció, por lo que Paco dedujo que la Casa no era de la máxima categoría. Las mejores utilizaban humanos, y no cutres holografías 3D para la atención de los moribundos.

(continuará)

-.-

21 comentarios:

  1. Qué agonía nos está dando Don Francisco...

    Y me repito: qué horror...

    Besos.

    ResponderEliminar
  2. Ufff...no sé si tengo los pelos de punta del fresquito o de leerte...
    Pero qué buen relato, qué cantidad de pensamientos y preguntas me trae a la mente. Y si va a morir, por qué no le dan una muerte digna e indolora? Tiene que ser muerte natural después de lo plastificado que está todo el asunto? Encima de que paga? Harán galletitas con él después? En fin, Juanjo, a mi estas cosas no me gustan nada...
    Yo me moriría de un yuyu seguramente, o de irme por la pata abajo de manera bestial, al conocer el veredicto :S


    Un besito


    Lala

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Ayyy, si Aldous Huxley levantara la cabeza.
    Haz que continúe la historia, por favor.

    ResponderEliminar
  5. Algo tan humano como la muerte rodeado de tanto ser inhumano, frio y aséptico. ¿Por qué será?. Aunque no se que es peor.


    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Y dices que los hologramas no son buenos?

    Joe,como le pille un funcionario de urbanismo de mi ciudad lo flipas!

    Besicos

    ResponderEliminar
  7. aja...entonces Juanjo? por favor!!! me tenès atenta, eh!

    Besos!

    ResponderEliminar
  8. Sigue, porfa, que ese Paco me tiene en un sinmorir.

    ResponderEliminar
  9. Vamos de bien en mejor que mejor. Me ha entusiasmado esta segunda parte. Lo de la holografía fue todo un puntazo. Genial.

    espero ansiosa la continuación.

    bicos,

    ResponderEliminar
  10. Jo ...saber que se acaba tu tiempo merece la mejor de las suites

    ResponderEliminar
  11. Ostras, Juanjo, qué imaginación tienes, xiquillo... Muy original la primera parte de tu relato, pero a mí lo que me hacía falta ahora era leer ésto...

    Besitos.

    ResponderEliminar
  12. Dios mío ... me aterra mucho más esta recepción que el sobre negro.

    Buff ...

    ResponderEliminar
  13. Anónimo12:29 p. m.

    ¿Ves como no debía de esperar nada?
    Todos nos merecemos, creo, una casa de el último aliento, con una rubia despechugada, con dobles pestañas postizas, lunar sobre el labio y humo en el cigarrillo que mantiene en la conmisura de los labios, nosotras, las mujeres, un mocetón que nos reciba con el perfil de Marlon Brando, el culo de Brat Pitt y una sonrisa de P.Newman. Y ambiente recargado, copas y humo. Sin horarios y sin mármoles.

    (continuaré....desvariando, perdón)

    Un beso

    ResponderEliminar
  14. ¡Joder, qué bueno es!, Se me están poniendo los pelos de punta. Eso de no siquiera saber de qué va uno a morir dentro de unas horas es otra vuelta de tuerca sencillamente genial. Como lo de que la Casa del Último Aliento no fuese de alto standing, sino, nunca mejor dicho, una Casa de Mala Muerte.

    Espero con ansiedad el final

    ResponderEliminar
  15. Que genial la historia Juanjo!!
    increíble todo parececia bien de inicio, pero al final no todo podia ser perfecto...
    Que camino más insólito para Francisco... esperemos que tenga suerte!!
    esto de a puesto muy interesante! a esperar la continuación!

    Besos y lindo fin de semana.

    ResponderEliminar
  16. Esto es una pasada, yo quiero mi sobre negro y mi chica, pero de verdad, nada de hologramas, eso lo dejamos para las malas películas... :)

    Sigue, sigue, que quiero saber cuándo muero :)

    Abrazos

    ResponderEliminar
  17. Esto es, esto es, ays, me das miedo.
    Por favor, si ves que no vengo y ya has colocao la segunda parte me avisas, porque esto tengo que saber como termina.

    Lo que no he entendido es para que le pedía el pulgar.
    Lo voy a tenr que leer otra vez, pero me da susto, eh

    ResponderEliminar
  18. Ah, es que ella no es humana por eso necesito la huella dactilar de uno, para poder acceder a la pantalla, pero si es su trabajo
    ¿necesitará a cada momento que alguien le preste el pulgar?

    Me corroe la duda

    ResponderEliminar
  19. Me encanta esta frase que has dejado como comentario a uno de mis post, me parece fantástica. Deberías aprovecharla y meterla en algún relato.

    "A mí siempre me ha gustado adivinar la princesa de encaje que se esconde detrás de cada chándal."

    Muchísimas gracias por leer todos los post, en serio, ya sabéis que no tenéis porque hacerlo porque comprendo que el tiempo no llega para nada. Por eso cuando leéis varios post siempre me quedo muy emocionada.

    Tenía que decírtelo.

    biquiños y que tengas una buena semana

    ResponderEliminar
  20. También hay que ser curioso...! le quedan doce horas, y se preocupa de que va a morir...!!

    Un besito

    ResponderEliminar
  21. J...! Voy a tener pesadillas!

    ResponderEliminar