01 noviembre 2011

No todos los santos

"El Velatorio", foto tomada por Eugene Smith.

A estas horas de la mañana, todavía no ha llegado nadie al velatorio. No es extraño, sabiendo el día que es, uno de noviembre, y teniendo en cuenta que todavía no se habrá corrido del todo la voz.

El muerto, mi Pepe, ya está preparado, maquillado y con su mejor traje. No le hemos conseguido quitar del todo esa mueca estúpida que le quedó al morir, cuando buscaba en vano algo de aire que llevarse a los pulmones. Pero aún así, se podría decir que está guapo.

Los niños se han puesto sus trajes negros, los que les encargué para lo del abuelo y están sentados en el sofá con la abuela, que maldice al cielo con su cara acartonada, crispando los puños, sin lágrimas en los ojos.

A mí no me ha costado mucho arreglarme, llevo el luto en la cara desde hace dos meses, cuando empezó a llegar borracho a casa y a culparme de todos sus males, o mejor dicho, de su único mal, el que le impedía demostrarse a sí mismo lo hombre que era.

Desde entonces, miedo y sueño. Ojeras y asco de mí misma. Hasta anoche, a la hora de la cena, cuando empezó a llevarse las manos a la garganta y a ponerse rojo. También es casualidad, la noche de difuntos.

La abuela ha terminado con los improperios y ha empezado a llorar al hijo con abundancia de lágrimas e hipidos. Los niños tratan de consolarla, más como obligación que por sentimiento, pero ella los rechaza con grandes aspavientos, como arrepintiéndose de su debilidad.

Aunque sé que pude hacer algo más para salvarle, no estoy arrepentida. Al principio pensé que era justicia divina que se le restara a él el aire que a mí me estaba quitando; pero después me escamó que todo pasara precisamente la noche de ánimas y que se fuera del mundo sin la extremaunción.

Por la calle ya se oye el murmullo de los que van al cementerio. Pasan de largo, pero caminan todos con cierta parsimonia, hablando en voz baja, sin pisar fuerte. Más tarde, a las doce, cantará misa el párroco y después vendrán algunas visitas. Espero que el cura sea de los primeros.

La abuela ha dejado de llorar y ronca apoyada en el respaldo del sofá. Los niños se aburren y me han pedido poner la tele, pero les he dicho que no puede ser. Su padre sigue ahí, con su cara extraña, que parece pedirme cuentas. Me pregunto si se me aparecerá todos los años por estas fechas. Dicen que ocurre eso con los que mueren en esa aciaga noche sin la bendición. Son almas perdidas, condenadas al purgatorio, que vuelven a reclamar un sitio entre los mortales.

Para distraer a los niños, he sacado el rosario. Igual así consigo espantar el espectro de mi Pepe y se va del todo, para siempre. Mi suegra, que resoplaba hasta hace un segundo, se ha sumado al primer rezo y aprovecha cada pausa para hacerse notar con un gemido, una imprecación o un estornudo. Por la ventana llega el sonido de pasos apresurados de los que vuelven.

La misa debe estar acabando ya. Pronto vendrá el sacerdote. No creo que las plegarias hayan servido para nada. Los niños se han cansado enseguida y la abuela no ha parado de incordiar. Ahora, para mí, empalmo padrenuestros y avemarías sin orden y concierto, mientras Pepe me sigue mirando con su cara hinchada y morada.

El timbre me despierta de mis ensoñaciones. Los niños y la abuela vuelven rápidamente al sofá. Las primeras vecinas me dan un pésame muy sentido y cabecean frente al muerto. Qué desgracia más grande, dicen, con lo buen hombre que era. Un rumor creciente se concentra en la puerta. Las visitas pronuncian las típicas frases hechas, se quedan un rato y se van. Algunos se atreven a preguntar. Otros, no saben qué decir y, simplemente, te abrazan o te besan. El cura parece que no va a llegar nunca.

-.-

 

21 comentarios:

  1. Parece que Pepe no era amor lo que repartía por el mundo de los vivos. Espero que tenga segunda parte porque la curiosidad me mata por saber que comió este hombre para ahogarse con la cena...

    Besitos.

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  2. Poca gente llegará esa mañana al velatorio, imagino...

    Besicos

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  3. Y bueh, se murió el pobrecito.

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  4. El histrionismo de una madre, el aburrimiento de unos hijos y la indolencia de una esposa. Queda definido el tal Pepe. Entiendo la prisa de la mujer porque llegue el cura ante el temor de que, ni después de muerto, deje de fastidiar.

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  5. El muerto al hoyo y el vivo al bollo, parecen pensar las plañideras de la foto.
    Los muertos en general y no sólo el de tu relato, suelen ser gente muy impopular, hayan sido o no buenas personas en vida.
    ;-)

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  6. Una escena mil veces vista, excelentemente contada por ti.

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  7. Parece que el Pepe este, de bueno tenía poco...
    Me pregunto cuantos Pepes habrá por ahí que las mujeres estarían encantadas de que se fuesen de igual forma...


    Vengo de visita... y si me lo permites me quedo por aquí.
    Un saludo

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  8. Me gustan mucho estos relatos tan realistas, tan visuales, como cinematográficos que escribes y más viendo la foto,
    Entonces el texto se agranda y el pobre Pepe parece sonreír con esa mueca que se le quedó.

    He disfrutado, Juanjo

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  9. Mi sobrecogimiento comienza ya con el título del relato. Estupendo.

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  10. Muy buen texto, muy buen texto, sí seños... Pero te quería comnetar una curiosidad sobre la foto. Esa foto fue tomada en un pueblo perdido de Castilla y publicada en USA. La vio un millonario americano y quedó tan prendado de la chica del centro de la foto que viajó a España y se caso con ella. Así lo leí yo en alguien de quien me fio... ya no recuerdo quién ;-)
    No, pero en serio, es verdad.

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  11. Qué mal rollo.

    Está muy bien dibujado, Juanjo.

    Besos.

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  12. Anónimo4:45 p. m.

    Yo le habría dado la enhorabuena a la pobre: ¡qué descanso!

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  13. Juanjo, brillante relato. La manera de secribir lo lleva a uno de la mano por cada detalle. Por el mar de pensamientos de la protagonista y su sincera humanidad; por la cotidianidad. Es una imágen en si misma, como debe ser. Es una delicia haber leído esto. Y por eso no puedo decir más que gracias.
    Un abrazo,

    Alejo

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  14. Nos lo has relatado tan bien, que casi parecía que estábamos ahí con ellos, en el velatorio.

    Ya descansa en paz Pepe, y los demás parece que también.

    Besos.

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  15. Qué casualidad
    literatura y realidad
    siempre se dan la mano,
    ese ismo día que tú describes
    también se murió un buen amigo mío
    , las cosas de la vida,
    que la realidad supera siempre
    a la ficción.

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  16. como decimos por aquí: "o demo o leve", que se lo lleve el demonio, vamos, si le daba mala vida a la mujer, fue mejor así.

    ¡que trances tan malos y tan hipócritas (en muchos casos)!

    biquiños,

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  17. Se nota que te has ambientado en la antigua Castilla y en las tradiciones religiosas.

    Hoy en día, los niños se hubieran ido a celebrar Halloween y la mujer y la suegra hubiesen hecho tiro al blanco con las posesiones del difunto.

    Hay gente que se las busca.

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  18. Buenísimo.... que bien reflejaste ña hipocresía.

    Un abrazo

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  19. Muchas gracias a todos por vuestros comentarios.

    No me ha sido posible contestaros personalmente, como me hubiera gustado, pues voy algo liado últimamente.

    Un abrazo.

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  20. La muerte es una liberación para la esposa, sin duda, pero el daño ya estaba hecho... Y es ese inmenso daño moral que ella ha sufrido lo que me conmueve. Sospecho que ese daño era anterior a Pepe, quizá un daño de siglos. Muy bueno. Un abrazo.

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  21. siempre tan entretenidos y tan vividos, que hasta podía sentirme en el funeral, no dándole mi pésame, sino mas bien, al lado de ella disfrutando en silencio del nuevo aire.

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