14 mayo 2017

El nuevo mundo



Escrito para Viernes Creativo. La imagen es de Constantina @ofuscada

Debí imaginar que no nos lo habían contado todo. En realidad, solo habíamos recibido unas pocas instrucciones para aterrizar. Abre bien las piernas y no sueltes tu dispositivo de caída hasta tener los dos pies bien asentados sobre la superficie terrestre. Suelta después el paracaídas y relájate observando la puesta de sol. ¿Qué había que hacer después en este planeta desconocido? Preferimos no preguntar.

No nos habían dejado otra elección: colonizar un astro deshabitado o pudrirnos en el penal de la luna X15B12, así que arrastramos unos días la amargura del destierro. Al poco tiempo, comenzamos a descubrir las ventajas del satélite azul: temperaturas agradables, días largos, ausencia de meteoritos y la policía estelar bien lejos de esta galaxia. Un paraíso para los fuera de la ley.

Transcurridas las primeras jornadas de adaptación, comenzamos a intimar, a querer saber los unos de los otros. Había llegado gente de muchos planetas, con delitos de lo más variopinto: asesinos, estafadores, pederastas, ladrones, violadores, corruptos. En esta vida nueva no importaba demasiado lo que habías hecho antes, no tenías a nadie que te pudiera juzgar.

Conocí a Eva. No nos preguntamos demasiado. Era rubia, alta y su mirada tenía la calidez de un atardecer de otoño. Buscamos un lugar para vivir cerca del mar, alejados de los otros, donde nadie nos recordara nuestro turbio origen. Tuvimos hijos y los criamos allí, alejados de todos. Simulamos que éramos oriundos de este amable planeta, terrícolas de cepa. Mentimos sobre nuestro origen, quienes había sido nuestros padres, de dónde procedían nuestros ancestros.

Un día, dando un paseo, descubrimos, abandonados, un montón de aquellos dispositivos que nos habían permitido llegar a este paraíso. Los niños nos bombardearon a preguntas sobre ellos. Por fortuna, Eva, oriunda de Iridis, tenía el enorme don de la improvisación. Cogió el aparato por el mango y comenzó a darle vueltas. Esto es un paraguas, dijo, y sirve para resguardarnos de la lluvia. Los chicos se quedaron prendados de aquel objeto volante, sin que supieran muy bien a qué se refería su madre. Faltaban todavía algunos siglos para que se inventara la primera tormenta.
-.-



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