25 octubre 2005

Los entendidos

He leído recientemente dos entradas magníficas relacionadas con comportamientos sociales, que me han hecho reflexionar.

Una de ellas habla, resumiendo mucho, sobre la ausencia de valores de buena parte de la sociedad, el culto a ídolos de barro, la falta de formación y de cultura.

La segunda se centra más en determinados comportamientos, de personas que, aunque íntimamente gustan de la mayoría de modas que aparecen, lo niegan hasta la saciedad, y hasta las condenan por parecer más sabios.

Los dos tienen razón. Es cierto que existe una parte importante de la sociedad que no tiene ninguna inquietud por la cultura. Nunca han leído un libro, si ojean un periódico distinto del Marca es para ver la sección de anuncios, pero se han aprendido hasta la letra pequeña de las revistas del corazón. Suelen juzgar y valorar a las personas por las veces que han salido en la televisión, por la fama, o por su cuenta corriente. Su lema de la vida es "Tanto tienes, tanto vales".

Pero también abundan los que, teniendo un nivel cultural similar al de los primeros, reniegan de su condición. Pretenden dar a los demás lecciones sobre temas que no dominan, empleando siempre frases descalificantes y demoledoras para tapar su ausencia total de criterio, pues su opinión se funda generalmente en la lectura entre líneas de algún artículo de El País del domingo.
Son los entendidos. Existen muchas categorías de ellos. Los entendidos en cine son, quizá, los más añejos. Han estado ahí toda la vida. Ante una película, que por supuesto no han visto, recopilan las opiniones de todos los críticos de cine de periódicos y revistas, y suelen descalificar siempre las que tienen éxito en las taquillas y entronizar las películas coñazo de escasa tirada, pero con el cartelito de arte y ensayo.

Otros entendidos típicos son los expertos en vinos. Conocen todos los tipos de uvas, cómo se mezclan, las mejores cosechas de los últimos 50 años de cada denominación de origen, la temperatura a que debe servirse cada tipo de vino, la última clasificación de los caldos más prestigiosos realizada por alguna revista especilizada. Te miran por encima del hombro y te increpan si sugieres mezclar el vino peleón que tienes encima de la mesa con algo de gaseosa. En cambio, no dejarán de alabar la inmejorable calidad de un Don Simón caducado, si previamente has tenido la precaución de meterlo dentro de una botella de Viña Albina Gran Reserva 1.982.

Existen más tipos, hay enterados de casi todo lo que te puedas imaginar: política, música, literatura, deportes de riesgo.

Pienso en toda esta gente que en el fondo desea reirse con Torrente III, pero que prefiere ver algún tostón políticamente correcto sobre el racismo, dirigido por algún cineasta iraní refugiado en Corea del Norte, para sentirse más importante, más comprometido, superior al resto. ¿Vale la pena sacrificar esos momentos divertidos por dosis de vanidad o de autoestima?

Tengo una amiga que, en su propia boda, se enfadó con la orquesta porque osó tocar un pasodoble, y ella "odia la pachanga". Nos cortó el rollo a todos los que estábamos allí, y encima se fue a casa enfadada. ¿Ganó algo con eso?.Pues se perdió disfrutar el resto de la noche, de una de las más importantes de su vida, por una gilipollez.

Al cabo del tiempo, a todos los entendidos se les ve el plumero. Pierden todo su supuesto prestigio, y además no disfrutan de la vida.

Admiro a los sabios, a los que de verdad tienen conocimientos amplios y profundos sobre unos pocos temas, tanto si se molestan en compartirlos con los demás como si no.

Y también existe gente que aborrece sinceramente muchas de esas modas. Me parece muy bien que existan personas con criterio propio, capaces de decidir lo que les gusta o no, sin dejarse arrastrar por la corriente.

Lo que me parece estúpido es ir contra corriente porque si. Creo que es saludable comer hamburguesas de vez en cuando, beber sangría, leer novelas de Corín Tellado, o el Marca, ver películas de Paco Martínez Soria con alguien a tu lado que se ría a carcajadas, bailar la canción del verano... De vez en cuando, no siempre, pero solamente si disfrutas haciéndolo.

La vida ya es bastante desagradable a veces como para tragar sapos por deporte, ¿no?




1 comentario:

  1. Anónimo11:36 p. m.

    Y este vaso? Como lo ves ya? Medio vacío o medio lleno? Un abrazo...
    Mark

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