20 febrero 2006

Una bomba a punto de explotar




Aunque el tiempo no acompañaba, Ramón se retrasó un poco comprando la comida y el periódico. No es que hubiera mucha cola en el restaurante de comida rápida, pero dudaba sobre los gustos de la mujer, y terminó comprando muchos más platos de los que en realidad necesitaban.
Antes de subir a casa, ojeó rápidamente la portada y las páginas de sucesos del periódico, pero no encontró ninguna referencia, ni siquiera remota, a los hechos que Sofía le acababa de narrar. Quizá era demasiado pronto todavía.
Tras cerrar la puerta de la casa, se dirigía hacia la cocina cuando se encontró de cara con la mujer, que terminaba de salir del cuarto de baño, quedando realmente asombrado por el resultado de la larga sesión de maquillaje.
Es un misterio insondable para un hombre como una mujer con media hora de tiempo y las herramientas justas que pueden caber en un pequeño bolso, puede cambiar no sólo el aspecto de un rostro sino hasta la mismísima expresión del mismo.
Nada reflejaba en el semblante de la mujer el miedo y la sensación de indefensión que sin duda sentía, y había mostrado tan solo una hora antes. Su cara volvía a reflejar la personalidad firme y segura de sí misma que recordaba de la primera vez que la vio en el tren.
Evidentemente no había podido cambiar la ropa, pero la sencillez de unos vaqueros y una blusa ceñida a aquel esbelto cuerpo le sentaban mejor que el más caro y complejo trapito de pasarela de moda. Un botón desabrochado con intención descubría porciones de piel que Ramón hacía mucho tiempo que no recordaba ver.
Durante la comida la vista del hombre caía una y otra vez en la tentación de su escote y la profundidad de sus ojos, acudiendo a la copa de vino más de lo necesario para calmar su ansiedad. Ella era perfectamente consciente del efecto que le estaba causando, perfecta dominadora del lenguaje corporal como era, y también sabía que la diabólica combinación del alcohol con el suave erotismo de sus movimientos podía convertirse en su mejor aliada para vencer las reticencias y posibles dudas del hombre. La rocambolesca historia que había contado no podía durar mucho tiempo, y necesitaba apoyos más firmes para sostener su delicada situación.
Si las miradas y los gestos conseguían turbar al hombre, el leve contacto entre los cuerpos se encargaría de vencer su ya escasa resistencia.
Terminado el primer plato, Sofía se levantó para retirar los platos, y en el movimiento para recoger los de Ramón dejó que un mechón de su cabello recorriera su mejilla al tiempo que se abría ligeramente su escote debido a la inclinación de su cuerpo.
Un escalofrío le recorrió desde la espalda hasta la sien al mismo tiempo que un súbito calentamiento subía por su entrepierna, que continuó alimentando mientras se recreaba con la visión del movimiento de caderas de Sofía mientras se dirigía a la cocina.
Tras el segundo plato fue él quien se levantó. Pero no tenía ni pelo largo ni escote. Así que un pequeño roce con las manos de ella al recoger los cubiertos fue suficiente para mantener esa pequeña excitación.

- Prepararé algo de café para tomar con el postre, dijo Ramón, como excusándose de una posible tardanza.

Sofía se levantó un poco después con la excusa de retirar algunas cosas que estaban en la mesa. Entró en la cocina mientras Ramón estaba de espaldas a la puerta, enfrente del fregadero, llenando de agua la parte inferior de la cafetera.
Para dejar lo que transportaba en el escaso espacio libre que quedaba en el banco, ella se tuvo que acercar mucho, apoyando su pecho sobre la espalda de él. Ese suave contacto junto con el olor intenso a su perfume que le llegó de golpe, fue más de lo que él podía soportar.
Se giró bruscamente, clavándole una mirada ardiente, desesperada, que no daba lugar a dudas. Se abalanzó hacia ella, sus labios se encontraron, las manos nerviosas de él buscaron la cintura semidesnuda de ella, asiéndola con fuerza para envolverla con un abrazo fuerte e intenso, vital. A continuación sus dedos se deslizaron por debajo de la blusa, acariciandole la espalda con suavidad y firmeza.
Ella esperaba esa reacción, por lo que actuó con la intensidad que requería el momento. Sus labios se abrieron, y su lengua tomó la iniciativa en la boca de él, aumentando su excitación de forma progresiva. Su mano izquierda bajó hasta la ingle del muchacho, lentamente...
Cada nuevo movimiento de la mujer, cada nueva zona descubierta por sus manos o sus labios, provocaban en el hombre una reacción violenta, que se traducía en movimientos nerviosos y torpes. A trompicones, unidos en un abrazo asfixiante, consiguieron salir de la cocina y llegar al dormitorio.
Allí Ramón la liberó de su presión, dejándola unos segundos sobre la cama, el tiempo justo para escuchar los latidos de su propio corazón. Se tranquilizó un poco, tumbándose a su lado, para retomar el viejo juego de las caricias. Ella se dejó hacer.
Poco a poco, sin prisas, fue recorriendo su cuerpo, primero con sus dedos y después con sus labios y su lengua, al tiempo que retiraba una a una todas sus prendas. No dejó ni un centímetro cuadrado por explorar, dejándose lo mejor para el final.
Cuando los gemidos de ella estaban a punto de hacerle explotar, de repente le atrajo hacia sí, sintió el dulce tacto de su pecho sobre el de él, y el excitante contacto de las piernas entrelazándose alrededor de su cadera. Un pequeño mordisco en el cuello le hizo aullar de placer.
Los dos cuerpos se unieron sin dificultad, como si hubieran nacido para estar siempre juntos. Durante unos segundos los movimientos de ambos fueron rítmicos y acompasados, pero de repente los de él se aceleraron. Suele pasar cuando se encienden hogueras cerca de los polvorines.

- Lo siento, balbuceó él.
- Te mato, dijo ella, dibujando una sonrisa tierna en su cara.

Al poco rato, tapados por el blanco edredón y abrigados por un abrazo mucho menos tenso, se dejaron vencer por el cansancio acumulado en las últimas horas, y durmieron un sueño largo y reponedor, del que despertaron cuando ya las penumbras de la noche se habían apoderado de su cuarto.

9 comentarios:

  1. Anónimo10:01 p. m.

    Para que luego nos digan que las mujeres estamos más guapas al natural, sin maquillar.
    "La Sofi" sabe más que los ratones coloraos

    - Lo siento, balbuceó él.
    - Te mato, dijo ella, dibujando una sonrisa tierna en su cara.

    Me encanta.

    Esta historia me recuerda que esta madrugada viene mi querido novio...¡jajaja!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo9:05 a. m.

    Primero.... se me ocurrió pensar ayer, mientras te leía que todas tus entregas semanales tienen consistencia de novela, pero.... y el título?? nos lo dirás en el último capítulo o no tiene título?
    Segundo. Vaya con Ramón!!! y vaya con Sofía!! primero dice: yo te mato, y luego lo deja que se duerma??
    Pues no se lo merece, como mucho un descanso de 5 minutos y ... volver a empezar. jeje
    Venga que pases un buen finde, y a pesar de mis críticas, me encanta leerte. Un beso. Noelia ;o)

    ResponderEliminar
  3. Anónimo6:12 p. m.

    Jo, madre mía la que cayó. Y madre mía la gripe que me he cogido...en la cama casi postrada que estoy.
    Sólo dejó de llover desde las 12.30 hasta las 3...antes y después, diluviando que daba gusto. Así que no, no supe cómo torear a la lluvia.
    Hoy sin embargo, un sol que ni te cuento.
    El tiempo está locoooooooooo!

    Chitos

    ResponderEliminar
  4. Anónimo3:59 a. m.

    :)

    Aquí estoy, he vuelto, como no podría ser de otra manera: el silencio sólo tiene una voz, y es la tuya. Era vital retomarte.

    Me lo he leído todo como una niña buena. Y me encanta. Le estás dando una consistencia muy aparente, dejando, como Marisa, lo mejor para el final, vistiendo y desvistiendo la intriga como te apetece, muy elegantemente. Te admiro por ello.
    -----
    Creo que es la primera escena de sexo que te leo, y desprende mucha ternura. No me lo esperaba de otra manera, viniendo de una voz en el silencio...
    ------
    Me cae bien Ramón. Es, lo que se diría, "un gran tipo".

    Y Sofía... qué decirte... me gusta hasta a mí...:P Aunque no me fío del todo de ella, no sé por qué...

    ------

    Magistral, te está quedando magistral. Me tienes en ascuas, espero que no haya cerca polvorines... :P...
    ----
    Cuídate mucho y sigue, como siempre, escribiendo. Me ha alegrado infinitamente poder volver a leerte.

    Mil besos :).

    ResponderEliminar
  5. Anónimo6:58 p. m.

    El año que viene me disfrazo de buzo, con un traje de neopreno, un gorro de piscina y unas zapatillas de esas de hombre rana...y aunque no llueva, frío no creo que pase.
    Aquí el sol ha brillado como si realmente primavera fuese, pero hacía algo de frío. Para mañana creo que vienen más lluvias.

    Que venga ya, sí!!!

    Besototes

    ResponderEliminar
  6. Anónimo7:22 p. m.

    Tengo que ponerme al día de tus relatos... Este último me gustó ;)

    Un beso!

    ResponderEliminar
  7. Anónimo1:47 p. m.

    Está preciosa esta entrega. Comentaba estos dias con una buena y comun amiga lo dificil que es escribir relatos eroticos equilibrados sin caer ni en la ñoñeria ni en la grosería. Aunque este no sé si se puede calificar de relato erotico propiamente (el erotismo no es el fin en si mismo de la historia es solo "impuesto por el guion"... jajajaja)la verdad es que esta muy bien conseguido y le aporta algo de animacion a la "saga de Ramon".

    ResponderEliminar
  8. Anónimo6:36 a. m.

    Interesting site. Useful information. Bookmarked.
    »

    ResponderEliminar
  9. Anónimo8:03 p. m.

    Gracias, si es bella la canción y yo aún sigo en línea. Qué es dificil, DAR... o IRSE? :-)
    Sólo es broma, leeré con mucha atención tu relato, tendré que empezar desde julio.

    ResponderEliminar