23 agosto 2006

El Monte del Olvido (II)


Pronto se hizo de noche; observé como lentamente las montañas dibujaban su contorno sobre el cielo azul, cada vez más oscuro, para después perderse dentre de él. No había luna, y las estrellas que empezaban a salir proporcionaban escasa visibilidad, la justa e imprescindible para dar cuenta de las escasas viandas que poseía y abrigarme con el chubasquero que llevaba siempre conmigo.

Improvisé un lecho, despejando a mano las numerosas piedras que llenaban el suelo, colocando algunas hierbas encima, a modo de colchón, y rellenando el zurrón con otras tantas para utilizarlo de almohada.

Me quedé dormido en posición fetal, buscando calor dentro de mi propio cuerpo, minimizando el contacto con el duro y frío suelo, pero no sirvió de mucho: una racha de viento helado se introdujo en el refugio, obligándome a acurrucarme más, comprimiendo mis carnes contra mis huesos en un intento vano por recuperar el calor que se iba. Todo fuen en vano; tras una larga lucha por conciliar mi sueño con el gélido ambiente decidí abrir los ojos, y me levanté poco a poco, tiritando.

El paisaje parecía algo cambiado, despejado de matas y arbustos, y con más claridad que al principio de la noche. El viento ululante parecía sonar con sentido, como una extraña melodía, simple, repetitiva, monótona, pero dulce. Afiné el oído: era una nana.

Salí del refugio con algo de miedo, caminando despacio contra el viento que parecía remitir, pero aún así tropecé con varios objetos: un viejo sonajero, un chupete, una caja de música, un pequeño diente de leche, atado todavía a un hilo blanco manchado con una gota de sangre ...

Ascendí por el Monte del Olvido extasiado; sobre el suelo, diseminados, se hallaban todos esos objetos que me habían pertenecido, y hacía mucho tiempo que había perdido la pista. ¡Cómo podía haber olvidado mi viejo osito de peluche con su único ojo!, o el balón de fútbol extraviado, que nunca conseguí encontrar, o aquel albúm de cromos incompleto que se quedó en el cajón ...

A medida que subía, el viento traía otras canciones, primero infantiles, y después no tanto. Lloré al escuchar de nuevo "Ne me quite pas", de Jacques Brel, y reí al recordar "La tormenta", en su versión traducida de La Mandrágora. Nunca fueron entonces tan apropiadas las estrofas de "Escenas olvidadas", de Golpes Bajos:

Era bello aquel momento
Y el rodar era cariño
Y dispuse en atrapar los momentos mas antiguos
El primero de mi vida hasta la primera palabra
Tus largos fuegos pueriles, mi corta noche romantica
De hecho los objetos se volvían más complejos y menos materiales a medida que se alcanzaba la cima. Se mezclaban las cartas que no entregué con las que debí escribir, los besos escatimados, las palabras gratuitas, las promesas incumplidas, los enfados pueriles...
Mi sonrisa inicial se iba borrando con la ascensión, pues iba encontrando más de lo que había querido olvidar y menos de lo que se me había olvidado.
Esperaba llegar al final y encontrar las famosas dos cruces, y sentí cierto alivio al comprobar que no había nada de eso. Nunca se olvidan los amores, recordé entonces. En vez de mi calvario particular, sembrado de maderos, encontré unas escaleras que bajaban, al tiempo que el viento, en plan de sorna, dejaba oir los acordes de la famosa canción de Led Zeppelin. ¿Llevaban acaso al cielo?
Las bajé de prisa y me hallé frente a un río caudaloso, de aguas turbulentas. Un barquero, cuyo rostro estaba cubierto por una capucha se giró, sin mirar, y extendió su mano, pidiendo el obligado precio del trayecto.
- Gracias, le dije. Todavía no ha llegado mi hora.
Rodeé el río y al cabo de un tiempo me encontré en el ancho camino que conducía a mi casa. Nada más llegar, sin apenas despojarme de mis escasas ropas de abrigo, me puse a escribir, a pensar, a reir. Sobran cosas en mi monte del olvido, pensé.

10 comentarios:

  1. Anónimo12:35 a. m.

    Gracias, Juanjo...

    Sabes lo que me ocurre siempre al leerte - que tu foto me recuerda de cuanto te pareces a Bill Murray - es verdad?

    Un saludo... hasta pronto...!

    Mark (pareciéndose a otro actor, jeje)

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  2. Anónimo12:26 p. m.

    Definitivamente muy buenas sensaciones, recuerdos y ...olvidos, si también olvidos.
    Me has transportado a mi monte del olvido particular.
    Gracias.
    Un beso, solete.

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  3. Anónimo9:22 a. m.

    Bon dia,creerás que al no dejarte comentarios te tengo en el monte del olvido,no es asi,me gusta entrar leerte y siempre me digo despues le dejo un comentario y eso si que se olvida,,,,un beso,,,,,,ABRIL
    P.d.
    TRSLADAS MUCHAS VIVENCIAS A TU MONTE DEL OLVIDO?

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  4. Anónimo10:53 p. m.

    El monte del olvido que muchas veces se busca olvidar concientemente, más en la mayoría de los casos, se olvida inconcientemente conciente.
    Si que eres prosaico... envidia sana.

    Un saludo.

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  5. Anónimo11:10 p. m.

    Era bello aquel momento
    Y el rodar era cariño
    Y dispuse en atrapar los momentos mas antiguos
    El primero de mi vida hasta la primera palabra
    Tus largos fuegos pueriles, mi corta noche romantica
    De hecho los objetos se volvían más complejos y menos materiales a medida que se alcanzaba la cima. Se mezclaban las cartas que no entregué con las que debí escribir, los besos escatimados, las palabras gratuitas, las promesas incumplidas, los enfados pueriles...
    unmmmmmmmmm....me gusta.....hago una copypega en el costum....
    besos no olvidados......ABRIL

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  6. Anónimo11:58 p. m.

    Hay una frase que siempre me dice un amigo -que no sé si tendrá algo que ver- que me gusta y dice algo así como "Guardar algo que me ayude a recordar(te), sería admitir que (te)puedo olvidar".

    Pd. Yo creo que por suerte o desgracia, carezco de dicho Monte

    Besitos grandes

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  7. Anónimo11:40 a. m.

    Queria incluir toda la cita pero no me ha dejado live ,decia que eran demasiados carácteres pero lo dejas claro en este POST ,asi que creo que no hay problema no?un beso...ABRIL
    P.D.
    Como me gustan estos dos POSTS habra una 3ªparte?

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  8. Anónimo11:13 a. m.

    Ayer le comentaba a Conchi que esta história tuya me recuerda a las histórias que narran sobre el camino de Santiago y sus mistérios, ¿qué tiene Galicia que la hace tan mágica, misteriosa y preciosa?
    Besos Juanjo.

    Pd. ¿para cuándo la tercera parte?
    Pd2. hoy no ha habido complot para dejarte comentario, espero que cuando le dé al enter no se me vaya al carajo todo.

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  9. Anónimo5:28 a. m.

    Precioso relato el que forman estos dos post. Me encanta esta tipo de cuentecillos algo irreales, algo metafóricos. Parabolas o fábulas, en definitiva. Siempre es terriblemete evocadora la fuerza de las parábolas: con cuatro imagenes bien narradas se puede sugerir tanto como con quince páginas de disquisiciones. Y con una ventaja: las parábolas las entiende todo el mundo al instante, las disquisiciones, solo los que tienen el valor de aguantar el muermo...jajajaja.

    Bromas aparte me encantan dos aspectos: la "ascensión" en los recuerdos desde los primeros: concretos, materiales, ligados a deseos simples hasta los últimos: sofisticados, etéreos, y ligados a sentimientos complejos. Todo un tratadillo de psicología de la memoria. Y como no, esa curiosa ligazón entre los recuerdos y la música... desde luego un gran motor de la memoria, como los olores (¿quien no recuerda el mas famoso olor de la literatura: el de esas magdalenas francesas mojadas en té..). Yo a pesar de ser mas visual que auditivo... no he podido por menos que sonreir al recordar (benditos tiempos aquellos..) al bueno de Krahe, con su inolvidable "Marieta" o "La Hoguera". De todas formas el despliegue sonoro es impresionante: nanas, boleros, Brel, Golpes Bajos, Zeppelin... otra sugerente escala temporal para el flujo de los recuerdos. ¡Chapeau, como siempre, Juanjo..!!

    Un abrazo


    P.S.: ¡Ya te decía yo en el anterior post que me sonaba el paisaje..! ¡A punto estuvo el protagonista de encontrarse conmigo al pie de esa escalera...! ¡Ya sabes que yo vivo por allí..!!

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  10. Anónimo5:32 a. m.

    Bueno.... anónimo, anónimo, no es que sea demasiado con estos muermazos de comentarios que me salen, pero .... en fin: un fallo lo tiene cualquiera... jajajajaja.

    Otro abrazo

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