13 febrero 2007

Savia nueva


La primavera había llegado tarde, pero con fuerza: la savia nueva parecía tener prisa por alcanzar hasta el último rincón de cada árbol, después de tanto tiempo dormida, poblando las desnudas ramas de vigorosos brotes que iban creciendo día a día, llenando la atmósfera de granos de polen que alcanzaban los más remotos lugares.

Esto resultaba especialmente molesto para los alérgicos, que deambulaban pañuelo en mano con las narices sonrosadas y los ojos hinchados, esperando que pasara el aluvión de vida, y se serenaran un poco sus irritadas glándulas.

A Gastón no le iba mucho mejor, pues el buen tiempo parecía haber despertado también sus infectos fluidos internos, acelerándolos; y la mancha maligna se extendía con visible rapidez, llegando ya hasta las proximidades de la rodilla. Peor todavía: estaba perdiendo toda la sensibilidad en los pies y en las pantorrillas; y la piel, cada vez más rígida, aprisionaba la carne, los huesos y las articulaciones, dificultando los movimientos normales al caminar, de tal forma que sus piernas parecían más bien dos prótesis mal ensambladas trabajando como simples bastones.

La pérdida de la movilidad le produjo una importante caída en su estado de ánimo, a pesar de que se manejaba bien con las muletas, después de que una fractura de fémur en un accidente de tráfico le dejara hacía unos años un tiempo en el dique seco. Entonces había sido duro, pero ahora era bastante peor, pues no tenía ninguna solución a la vista, y mucho se temía que su problema se podía agravar.


El médico había perdido hacía ya tiempo su sonrisa tranqulizadora, olvidado las promesas de encontrar un tratamiento adecuado, a la vista de los desconcertantes resultados de las pruebas, y se diría que su autoestima estaba en sus niveles más bajos. Cuando su secretaria anunciaba a Gastón, la impotencia de no saber qué decir agriaba su caracter.
Estaba a punto de renunciar, de rendirse a la evidencia de su fracaso cuando decidió apurar su último recurso: acudir a un antiguo profesor suyo de La Sorbona.

13 comentarios:

  1. Anónimo4:40 p. m.

    yyyy... siempre que se va al médico, te hacen un dign´stico y te dice lo que supuestamente padeces (porque a veces se equivocan), que es lo que tiene Gastón?...o me distraje y ya lo pusiste.
    Soy alérgica al polem... así que además de ver florecer...
    Un abrazo
    Milena

    ResponderEliminar
  2. Anónimo10:40 p. m.

    hay que luchar, pase lo que pase en la vida, aunque parezca que te quedas sin fuerzas.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo8:55 a. m.

    Lo de Gastón comienza a ser preocupante. Perdón, lo que me está ocasionando a mí lo de Gastón, comienza a ser preocupante; desvela el final, Juanjo, por el amor de dios.
    Un abrazo paisano.

    ResponderEliminar
  4. Me pides una recomendacion literaria,es dificil porque cada uno tenemos un gusto diferente pero lo hare y si lo lees me cuentas tu opinion.El titulo no es muy alegre ATAUDES DE ARTESANIA de TRUMAN CAPOTE.Un relato interesante. Lo que parece la típica historia de suspense no lo es en absoluto. Te mantiene intrigada esperando el típico desenlace y te encuentras con otra cosa, yo diría con la realidad, la irónica realidad.y hasta aqui puedo leer como decian en el 1,2,3 lo demas lo deberas averiguar tu.Buen fin de semana.

    ResponderEliminar
  5. Espero tenga continuacion, pues esto se pone intereante y me gustaria saber ele final, si es que lo tiene.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo7:48 p. m.

    Pues como los profesores parisinos, sean igual que los gaditanos, oh! pobre Gastón!
    Qué manera más así de dejarnos con la cosilla ahí dentro.

    Acerca de mí, pues bueno, hay sorpresas en mi blog si te asomas sólo un poquito. Sobre lo que has puesto como entrada,es cierto.
    Este año no hay carnaval y estaba un poco apagadilla. Tal vez cosas que quieres que salgan así y salen asá, pero bueno, como te he dicho, pásate por mi blog si quieres y ya verás.

    Un beso y gracias

    ResponderEliminar
  7. Anónimo10:36 p. m.

    Los profesores parisinos seguro que no tienen ni la mitad de gracia que los gaditanos, Sara, pero me da a mí que tampoco son mucho más listos.

    ResponderEliminar
  8. Anónimo1:46 p. m.

    Espero que el profesor le de una buena solución. saludos

    ResponderEliminar
  9. Quedo a la espera del desenlace, qué pasará?

    Un abrazo fuerte para ti y toda la familia.

    ResponderEliminar
  10. Anónimo11:43 a. m.

    Pobrecito, jooo. Realmente me dejas preocupada, a ver que va a ser eso....vaya.
    Un beso, guapísimo y gracias, muchas gracias.

    ResponderEliminar
  11. esta historia se nos está complicando, me estoy preocupando por Gastón.

    ResponderEliminar
  12. Anónimo10:28 a. m.

    Quise leer primero esta entrada....asi que me voy corriendo a la última.....a ver que le pasa al pobre Gastón!!!

    ResponderEliminar
  13. la cosa se esta poniendo jodida...jeje por no decir otra cosa, a parte de un poco asquerosilla ^^, si yo soy Gastón me corto la pierna... :S

    ResponderEliminar