28 noviembre 2008

Vuelta al revés




María Agustina nació en un cruce de caminos, en tiempos cambiantes y revueltos, y sus padres pusieron en ella grandes esperanzas.

Creció junto a los arrabales, humilde pero orgullosa, bella, sin adornos, frecuentada tanto por personajes de purísima sangre como por sencillos labriegos.

Junto a ella crecía un pequeño jardín, formado por altas palmeras y un gran ficus milenario sobre el que se abalanzaban oleadas de furiosos estorninos en otoño. A sus pies manó durante un tiempo una pequeña fuente, de aguas turbias y estancadas, que con el tiempo terminó por secarse y desaparecer.

De corazón grande, pronto su persona se convirtió en lugar de encuentro. Su casa fue lugar de cita de personajes tan variopintos como adolescentes febriles, abuelicos con boina, rebeldes sin causa, hinchas albinegros y romeros de pañuelo verde.

Su amor, dicen, fue disputado entre un tosco sindicalista, grande como un armario, y un gobernador de corte clásico, demasiado formal. Ella los mantuvo enfrentados muchos años, sin decidirse por ninguno, con una serenidad y elegancia a la altura sólo de las grandes damas, hasta que el orgullo de ambos terminó por quebrarse.

En su edad madura, María Agustina conoció, con gozo, como cada año la ciudad entera acudía a su encuentro, y, con gran estruendo, celebraba desde su misma casa el inicio de las fiestas fundacionales, vivió el derroche de alegría de la gente, el ruido atronador de los cohetes acompañado del olor a pólvora; y esa es una experiencia que marca.

Lo más singular de su vida fue, sin embargo, el extraño y anacrónico rito con que sus visitantes, desde el inicio de sus días, la homenajeaban, que consistía en girar incesantemente alrededor de su bella figura como buscan las agujas del reloj el final de las horas.

Poco a poco nuestra heroína fue perdiendo parte de su esplendor, el gobernador abandonó el cortejo, la ciudad escogió otros lugares para anunciar los festejos, y hasta los pájaros enflaquecieron en el asedio del milenario ficus; pero lo peor estaba por llegar: se ordenó a los todavía numerosos admiradores que la cortejaran según los modernos usos, invirtiendo el tradicional sentido de giro.

Desde entonces, ella ya no se siente admirada, querida, única. Nadie venido de lejos se detiene ante su presencia, pero sus queridos vecinos, en cambio, lo hacen bajando la cabeza, avergonzados por no poder rendirle culto como se merece. Piensa que la mediocridad se ha instalado en su vida, que ahora es sólo una más, una plaza nada más, a poca distancia de una vulgar rotonda.

Nunca conseguirá acostumbrarse porque, como todo el mundo sabe:

María Agustina no rode aixina!!!

16 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Anónimo2:01 p. m.

    Se puede decir mas alto pero no mas claro

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  3. Tal y como viene la crisis, van a haber muchos voluntarios para construir Agustinas de obra pública y lo que salga.

    Tú texto muy bien, eh.
    :)

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  4. Curiosa y divertida la entrada. ¡y yo que según iba leyendo pensaba en un lugar de culto con divinidad incluida !.
    Celebro y me apunto a que el giro vuelva a cambiar y sea diferente al resto ¡ cosa harto difícil !

    un beso

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  5. Quise decir;
    Que es la singularidad lo que nos haces especiales. También a las plazas. Todas son la misma cosa, pero por su giro en plan circulación "good save de queen", Mª Agustina era diferente.
    Te ha salido la vena patria, chaval.

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  6. Es lo que pasa con estas cosas, tanto va el cántaro a la fuente... :) Pero para ti no ha perdido su esplendor, eso cuenta mucho no? :)

    Besos

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  7. María Agustina no rode aixina, o com les rotondes ens han invadit i ens maregen d'allò mes.

    forta abraçada

    Me gusta como siempre cuentas estas historias

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  8. ¡Abajo las rotondas! Vivan las plazas empedradas.

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  9. Anónimo4:18 a. m.

    Sí,los ayuntamientos hacen grandes "genialidades".Y se llevan por delante la piedra de sillería como las Pirámides de Egipto¡Qué más les da¡¡
    María Cristina ya no será la misma "vistiendo a la moda".

    Besucos

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  10. Esta historia es muy curiosa, gracias por contarla y de una manera tan genial :)

    Aquí cada cambio de alcalde concluye con una genialidad, la última: han arrancado un montón de árboles para hacer rotondas, pero NO PASA NADA, las han adornado con esculturas de árboles en hierro de Sarasate!! vivan las ideas de rompetechos... que pena dan...

    Besos y buen fin de semana :)

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  11. Anónimo5:47 p. m.

    Por qué las llaman plazas cuando quieren decir giracoches?
    Dio mio! Y menos mal que no la rebautizaron y la llamaron Jessica!
    Ejjj queeeeee....
    Es cierto que hay cambios que estropean más que otra cosa.
    De esos cambios que uno dice: y esto pa qué?
    En fin...

    (esta vez te adiviné...jeje...en cuanto vi la foto...voy aprendiendo, jejeje...)


    Un besito


    P

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  12. Curiosa historia la que nos has contando. Me gusta como has dotado de vida y sentimientos (claro, van unidos) a la protagonista.

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  13. Tienes una forma muy original de contar su historia, como si fuera una dama (es una dama). No sé en qué cabezas caben eso de cambiarle el sentido de la dirección... Deberíais hacer caso omiso a las nuevas señales :)

    Abrazos

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  14. "un gran ficus milenario sobre el que se abalanzaban oleadas de furiosos estorninos en otoño"

    qué hermosa frase, de esas que te llevan directamente al diccionario

    en la ciudad de méxico la nueva costumbre parece ser readaptarse constantemente al cambio de los sentidos de las calles, ha habido tantas construcciones los últimos años que recuerdo, de entrada, diez calles que han sufrido alguna modificación, básicamente de sentido, lo cual no es tanto una queja como una admiración hacia el gobierno por apostarle a una vialidad temeraria

    claro que ninguna calle ha de ser tan hermosa como la de la plaza maría agustina de la ciudad de castelló de la plana

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  15. Una plaza con su fuente con sus bancos con su ficus...
    Juanjo eres un escritor todo terreno , como aquellos columnistas maravillosos(G Marquez fué uno de ellos)
    Es tan variado lo que cuentas.
    me gusta.

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  16. Pobre María Agustina... Espero cambie su suerte y vuelva a ser la que antes fue (Si algún día voy a Castellón iré a visitarla).

    Un beso.

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