El hombre sin raíces amanece en alguna pensión de alguna localidad anónima, en uno cualquiera de estos calurosos días de otoño, tan desubicados como su vida.
Hace ya demasiado tiempo que vive sin referencias: un campanario que adivinar, un amigo con quien charlar, una taberna donde emborracharse; y el terreno que pisa es un campo minado recorrido por pasos inseguros, sembrado de holas, adioses y otras frases corteses, de respetos mal entendidos y cariños interesados, que amenazan con saltar por los aires al primer tropiezo.
Al hombre sin raíces le ha propuesto hoy tomar una cerveza un compañero de trabajo, le ha sonreído dos veces seguidas la misma chica, y le ha perdonado el importe del desayuno la dueña de la pensión. Siente como una extraña tenaza le sujeta los tobillos a la mesa, y le sube un montículo de tierra húmeda por la espinilla.
Mañana, el hombre sin raíces hará de nuevo las maletas.
-.-
¿Sabes? hay mucha gente así, temerosa de entablar relaciones duraderas y a veces sin motivo aparente para ese temor.
ResponderEliminarComo nosotros no somos de esos, echemos nuestras raices, bueno, ya estarán tan arraigadas en el suelo que lo difícil sería hacerlas desaparecer.
Un besazo
No podría vivir sin raíces, creo que moriría lentamente.
ResponderEliminarJuanjo siempre me emocionas, tienes un " don".
Mis besos siempre
Me suena haberlos visto... algunas veces era yo la del desayuno, otras la dueña de esa sonrisa...
ResponderEliminarBesicos
Conozco un hombre sin raíces. Era todo lo feliz que permite la libertad, que es bastante.
ResponderEliminarMe lo crucé de paso, es lo que tiene.
Me interesa la infrahistoria que se desliza por los cuatro renglones de tu relato, la que posiblemente nos contaría el motivo de su falta de anclajes voluntaria.
ResponderEliminarBuen relato, chaval.
¿Y porqué no querrá echar raices?... A lo mejor sufre el síndrome de Asperger...
ResponderEliminarBesos.
¡¡que grima vivir así, sin dejarse apresar por nada o por nadie!!
ResponderEliminar¡¡que tristeza!!
el relato es perfecto, para variar.
me encanta el giro que toma la historia para hacer ver que de nuevo el hombre toma las maletas, las llena con su miseria y se va.
biquiños enraizados, de esos que nunca se olvidan.
Qué frío me ha entrado!
ResponderEliminarNo es tristeza, es frío, como te digo.
Aquí estamos todos pensando en los motivos, que dejas ahí al aire. Y yo también me lo pregunto: qué razón hay para esta independencia brutal? Para esta soledad? Ni idea...
Será una patología mental?
Acaso sufre tanto por los demás que no quiere sentir mínimamente nada por nadie?
Joé...qué frío se me ha quedao el cuerpo serrano!
Pero chico, qué arte tienes!
Un beso
Lala
Yo he conocido hombres sin raíces! y creo que el fondo son muy solitarios...
ResponderEliminarSaben gozar de su propia compañia.
Saludos y lindo fin de semana.
Andrea.
La más bonita descripción de un nómada de afectos. Esa huida permanente que ahoga instantes amenazadoramente tiernos, una soga de acero para quien no suelta los miedos.
ResponderEliminarUna sonrisa
Precioso!!!
ResponderEliminarYo a veces me pregunto, ¿por qué ese empeño en echar raíces? ¿Y frenar esas ganas que a veces nos entran (al menos a mí) de volar eternamente?
Me encantó!
Juanjo, me ha gustado tanto que no quiero escribir nada. Te felicito y lo leo de nuevo.
ResponderEliminarUn beso
¡¡Hola Juanjo!!
ResponderEliminarA mi, siempre me ha parecido durísima,la vida de la gente que por razones laborales o por lo que sea, tiene que andar de aquí para allá, buscándose la vida.
Son como los perrillos que callejean y siguen al primer viandante, que les hace un mimo.
Triste, pero bonito Juanjo.
Muchos besos.
Todo lo que sean "Hombres sin..." me apasionan, porque les falta algo, y eso da mucho para contar.
ResponderEliminarTe digo, quizás por la foto, que he visto a tu hombre como si fuera un árbol andante.
Abrazos
Es curioso pero tu relato me ha dejado desabrida , es que busco la palabra que exprese lo que siento pero no la hallo.
ResponderEliminarNo se si discutir sobre la necesidad de tener o no raíces o irme por los Picos De Segovia.
Lo que si está claro es que me has transmitido.
Acabo de llegar de casa de Raúl y le he dicho que mu bien entre otras cosas, pero que le faltaba pasión, juas juas, en serio y fíjate, con esta historia tuya la encuentro, contenida pero la encuentro.
Me matará, lo se.
Tú no, verdad?
Beso
Joder, qué bueno, es un gusto volver y leerte. Una auténtica maravilla de relato, no te extrañe que eche raíces por aquí
ResponderEliminarCaray, me parece muy bueno. Me gusta mucho.
ResponderEliminarJuanjo, ¿quién no se ha cruzado alguna vez con personas así? y ¿quién no ha temido alguna vez el echar raíces?. Relato muy emotivo y muy real también. Un beso.
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