14 febrero 2010

Querido Presidente


Paco se sirvió doble ración de whisky, y pegó dos largos tragos mientras trataba de pensar. Tenía la certeza de que su amigo no había muerto de forma natural. ¿Tenía algo que ver el Presidente en esa muerte?

No parecía probable. ¿Para qué iba a mancharse de esa forma el hombre más importante del país? ¿No bastaba con el ostracismo al que había condenado a su antiguo colaborador? ¿Qué fue lo que distanció a esos dos hombres? Esta última pregunta la podía contestar cualquiera de los dos.

Al contrario de lo que se podría pensar, aunque seguía sin encontrarse con ánimos de enfrentarse a Miguel, en cambio con el Presidente no ocurría lo mismo. Hasta tenía su morbo ver la cara al principal responsable del país, un lujo reservado a muy pocos, desde que la Ley Electoral de 2056 prohibiera hacer públicos los nombres y fotografías de los candidatos a las elecciones. La propaganda electoral, ordenaba la legislación, debía limitarse a la publicación de los programas de gobierno por los medios públicos designados por la Junta Electoral.

Al seleccionar la opción y recibir la pregunta de rigor, Paco se dio cuenta de que no conocía el nombre y los apellidos del Presidente, uno de tantos secretos oficiales. Contestó con el nombre oficial del cargo y esperó. La máquina pareció entrar en un bucle sin fin, el ruido de fondo aumentó, como si estuviera pensando, estupefacta, la forma de rechazar esa petición tan chirriante, tan transgresora de las estrictas pautas de seguridad. Cuando, de golpe, el procesador paró, una voz grave le sorprendió por la espalda.

- Hola, Paco. ¿Te acuerdas de mí?

Al girarse, se encontró con un hombre sonriente, más o menos de su edad, con la mano extendida, ofreciendo una confianza muy lejana de sentir por su parte, porque el rostro de aquel hombre le resultaba familiar, y era esa percepción precisamente la que lo hacía desconfiar. Conocía a ese hombre, estaba seguro, pero de algo malo.

Cuando estrechó su mano, el contacto tibio de la piel le sorprendió. Esta vez no se enfrentaba a un holograma, era el hombre en persona quien le apretaba firmemente los huesos mientras le miraba a los ojos con una sonrisa sarcástica.

- Vaya. El Presidente en persona. ¿A qué debo tanto honor? ¿Para qué correr riesgos pudiendo enviar un holograma?

- Los hologramas pueden transmitir las palabras, pero no los sentimientos, y yo tengo un especial interés en percibir los tuyos en tus últimos instantes. Quiero ver cómo termina la vida del hombre que estuvo a punto de abortar mi carrera, el único que todavía podría ponerla en peligro hoy en día. Quiero degustar el sabor amargo de la impotencia que se siente cuando se termina el plazo, y ya no se puede hacer nada. Permíteme ese desquite. No sé si me recuerdas. Nos conocimos hace tiempo. Por aquel entonces, me llamaban Santiago Escámez.

- Vaya, vaya. Santiago Escámez. Ya decía yo que esa cara me sonaba. Pero si acabo de verla hace sólo un rato. Me pregunto cómo se puede llegar de gerente de una empresa en ruinas a presidente de toda una nación.

- No sé si te gustaría saberlo. Imagino que a tu alma incorrupta le escandalizaría saber determinadas cosas. Te ahorraré ese disgusto.

- No te preocupes. Hablaba para mí mismo. Después de la colección de mentiras que contaste en el caso URBEXPORT, tampoco puedo esperar que me cuentes ahora la verdad de las miserias de tu ascenso. Me conformaría que me explicaras, con algo de sinceridad, lo que le pasó a Miguel Bermejo, si es que lo sabes. Para eso te he llamado.

(continuará)

14 comentarios:

  1. Qué miedo eso de elegir a los presidentes a ciegas. Si con cara y ojos hay lo que hay, si encima no los viéramos, a saber lo que nos tocaría!

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  2. Si tuvieramos que elegir a los presidentes solo por su programa electoral creo que aquí nunca elegiriamos presidente, nunca presentan ninguno con pies y cabeza, al menos con cabeza.

    Un abrazo ¿que le habrá pasado al pobre Miguel?

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  3. Por algo mi instinto siempre me previno fiarme de los políticos, y por lo que estoy viendo en el 2026 las cosas son iguales que ahora.
    Pobre Paco, a este paso se muere antes de la hora prevista a disgustos...,si ya decía yo que lo mejor era emborracharse sin más.

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  4. Intrincada trama para un tiempo final. Sigue la curiosidad, disfrutándola sorbo a sorbo.
    Una sonrisa.

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  5. 2056!! Si lo llego a saber antes cojo mis gafas 3D!!

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  6. Juanjo, pon Dió, no nos dejes así... Venga, hombre, no seas tacaño... Un poquito más...

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  7. Jajaja, me estoy riendo del comentario de Alma, jajaja, qué razón tiene!
    Pues chico, si que debe ser importante para Pacorrr saber qué ocurrió con el tal Miguel, que pasa lo poco que le queda de vida en averiguarlo...
    Pero ahorita mismo, yo también me muero de ganas por saberlo!
    XD


    Un beso


    Lala

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  8. Mira que esta política de hoy en día me causa cierto pavor... pero la que planteas para el 2056 no se queda atrás...

    Esperaremos a la conclusión :)

    Besos.

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  9. Eso de elegir el presidente sinm conocerlo me suena de algo...

    Besicos

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  10. y sigue el enredo... y la intriga.

    biquiños,

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  11. Sigo expectante... y sobre eso de elegir al presidente sin verlo... ¿te imaginas que saliera de pronto un tipo que no tuviera ni idea de economía, ni de sociología, ni de leyes, ni de historia, ni supiera hablar una palabra de inglés, ni se conociera siquiera la geografía de su país? Quita, quita, mejor seguimos como hasta ahora, para evitar estas cosas

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  12. Si Paquito (ya entrè en confianza con èl :D) piensa que va a obtener una respuesta legìtima de un presodente, decile de mi parte, por favor Juanjo, qie se olvide! y que mejor vaya aprovechando su tiempo en otra cosa, si?... aunque para el 2056... mmmmm... decìselo por las dudas!jajajaja



    Pensamiento en voz alta: - Còmo desearìa ver sòlo por holograma a la presidenta de mi paìs!!! diosssss por favor!!! jajajajjaa

    Besotes!

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  13. Estba leyendo la continuación cuando me he dado cuentq que algo me faltaba, porque estoy hecha un lío.

    Madre mía

    ¡Cuánta corrupción!

    Yo es que soy un alma bendita

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