06 enero 2014

Operación bikini


Se han terminado las fiestas, los últimos buenos deseos se disuelven entre los jugos gástricos de la comida de Reyes. Nos planteamos ahora nuevos retos, nuevas costumbres, otra forma de hacer las cosas. Tenemos una necesidad periódica de cambiar la piel de nuestras voluntades. Las antiguas amarillean y las escamamos sin haberlas usado la mayoría de veces.

Entre las primeras decisiones que tomamos, nada más comenzar la segunda semana del año, está la de bajar kilos, a la luz de nuestra reluciente tripa y de la vengativa sonrisa de nuestra báscula. Los polvos navideños traen estos lodos.

La cerveza sigue estando a un precio razonable, por lo que barrunto que terminará ahogando la mayoría de esos buenos propósitos; pero apuesto que durante algunas semanas al menos, habrá quien deje de lado el rubio elemento por infusiones de diversos pelajes con sobredosis de edulcorante.

A mí me va la “Operación bikini” y ya estoy cavilando la forma de reducir centímetros sin pasar hambre y sin sufrir demasiado. Se admiten consejos que dejen intacta mi cuenta corriente.

Mientras tanto, me he propuesto también aligerar la panza de relatos inconclusos, repleta de ideas que no han terminado de cuajar y que se van todas al mismo sitio. Repasando, repasando, creo que podré reducir esos centímetros de más y algún par de pantalones que ahora tengo que embutirme,  me podrá entrar.

Traduciendo del arameo, vuelvo a las andadas, con nuevos relatos. Tengo unos diez preparados, pero no sé si voy a publicarlos todos o no. O si iré intercalando otros que vayan surgiendo. Al fin y al cabo, las dietas y las costumbres están para cambiarlas. En esta nueva fase, me propongo improvisar más, experimentar un poco, saltarme alguna regla.

Suelo llegar a Junio con los mismos kilos que en Enero. De momento sólo tengo gasolina hasta Marzo. Ya echaremos cuentas cuando el sol invite a quitarse capas de ropa y sea más que evidente el exceso de grasa en el abdomen.

-.-


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