02 abril 2007

Una larga historia


Los momentos posteriores a ese primer beso fueron frenéticos, como una galerna en el mar, que agita las olas, las sube hasta el infinito y las baja de golpe, que rompe la más tenebrosa oscuridad con destellos de brillante luz que iluminándolo todo durante segundos para volver a la negra espesura de la nada, que transforma a los orgullosos transatlánticos en simples marionetas manejadas al azar por los siniestros dedos de la naturaleza.

Ellos se sentían así, como dos sencillos peluches de trapo, movidos por los dedos invisibles de sus pasiones, protagonistas de una obra de teatro surrealista, pero con la fuerza de las mayores tragedias románticas. Y la representación terminaba, como era de esperar, con dos rostros felices, dos cuerpos entrelazados compartiendo tiernas caricias, dos corazones acelerados bajando revoluciones.

Cuando éstas estuvieron lo suficientemente bajas, María Rosa dedicó algo de tiempo en observar las piernas de Gastón, y a la inutil tarea de acariciarlas, disimulando el asco que le producía su aspecto descompuesto y pútrido. Pronto dejó de hacerlo, pues sentía que estaba metiendo demasiado el dedo en una úlcera sangrante, pero Gastón guardó silencio, un silencio tenso, meditado, que resolvió con una inesperada pregunta:

- María Rosa, ¿por qué estás aquí?
- Te lo dije, ¿no? Estaba de vacaciones y decidí venir a verte, dijo ella no muy convencida.
- Pero tú no sabías nada, ¿verdad? ¿Te dijo alguien lo que me pasaba?
- No, nadie me dijo nada, contestó ella evasivamente.
- Pero tú lo sabías. Si no, no estarías aquí. Dime la verdad, anda, suplicó él.
- Pues... Sí, lo sabía. Verás, es una larga historia. Y no sé si me creerás.
- Cuéntamela, ahora no me puedes dejar con las ganas...
- Te lo contaré, pero no todo. No te lo puedo contar todo. Prométeme que no me harás contar más de lo que deba.
- ¡Qué remedio me queda! Empieza.
- Pues verás:
"Hace unos años conocí a un chico estupendo, un tal Gastón. Al principio pensé que iba a ser un amor de temporada, el típico rollo que termina con las vacaciones, pero terminé enamorándome de él como nunca antes. Llegó el día de la despedida, y fue uno de los más tristes de mi vida. Aparte del dolor de la separación, ví una señal, un mal augurio, unas manchas en el café que habían aparecido otras veces, pero que se repetían cada vez con más frecuencia, y con mayor nitidez. Yo no sabía realmente qué significaban, aunque estaba segura de que era algo malo.
A la vuelta a España, le conté a mi madre lo que había visto en la taza. Como creo que te dije alguna vez, ella sabe mucho sobre ciencias ocultas, por llamarlo de alguna forma. Cuando le describí lo que había visto se puso muy seria, me miró con esos ojos tan profundos, que parecen estar en otro sitio, y sentí miedo.
Me preguntó quién eras, cómo te había conocido, y lo que sentía por ti. Se lo conté todo. Ella me hizo una pregunta más:

¿Harías lo que hiciera falta por él?, contesta con sinceridad.

Y yo le dije que sí.

Entonces ella me habló de una extraña enfermedad, muy rara, poco estudiada por los científicos, o nada, pues se daba un caso al siglo, o menos incluso, y se solía confundir con otros males, o simplemente se olvidaba al no aparecer más casos. Sin embargo, existía otra ciencia, esa a la que se recurre siempre cuando falla la primera, que sí había ido documentando todos los casos aparecidos durante miles de años.

En un cuaderno muy viejo, escrito a mano, y con muchos grabados, describía de forma muy clara tu enfermedad, sus fases, y la evolución en el tiempo. Es un mal de nacimiento y curiosamente se da siempre en personas extraordinarias. El desarrollo siempre es el mismo. Por eso supe cuando tenía que estar aquí. Y ya no te puedo contar más."

6 comentarios:

  1. Anónimo6:40 p. m.

    Muy triste, pero dicen que el amor lo puede todo. Me ha encantado leer la historia, espero que tenga un final feliz, o quizas no ?. Un saludo.

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  2. Anónimo9:11 a. m.

    Ess enfermedades tan raras que se dan únicamente en personas de una talla extraordinaria... Suena bien, no? Quiero decir, por aquello de la exclusividad, puestos a tener una enfermedad, siempre es reconfortante saber que es mi propia naturaleza extraordinaria la que ha hecho que el destino me elija. ¡Narcisimo puro!.
    Vacaciones? Disfrútalas.

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  3. Ummmmmmm

    ¿Y la española le cura? Spanish Power!!!!!!!!!!!!!



    Un besote

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  4. Eres el rey de la intriga!!

    Es una porquería vivir en esta zona, sólo piensan en trabajar trabajar trabajar ufff por lo que fiestas aquí, más bien pocas. Otra curiosidad que podría haber dicho es que estando en el país de los Papas, el más inquisidor aún hoy en día, yo pensaba que esto sería ''jauja'' en pascua de tanta fiesta pero no, sólo es fiesta el domingo (que domingo es fiesta siempre) y el lunes, ¿te lo puedes creer? En fin, me estoy ganando el pan que no veas! jajaja.
    Gracias por la visita y buenas fiestas, vosotros que las tenéis!!!
    Besos a ti y a la familia.

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  5. Anónimo8:46 a. m.

    El amor todo lo cura?... lo que sí se ha comprobado, es que enfermos de cancer y hasta de sida, han sanado repentinamente... cómo?...
    Un abrazo JJ.
    Milena

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  6. el primer parrafo magistral! te felicito, es una gozada leerte.
    aunque me sorprende que a pesar de estar descomponiendose este hombre siga teniendo fuerzas... :P

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