22 octubre 2007

El enemigo en casa


Era un viernes por la mañana. Yo había salido la noche anterior: una cena improvisada con viejos amigos, compañeros de la Facultad, con los que periódicamente me veía. Algunos de ellos, casados y con hijos, se habían tomado el evento con ganas, y aprovechando la oportunidad que se les brindaba decidieron alargarla lo más posible, arrastrando a la mayoría del personal, entre ellos, por supuesto, a mí, que para eso me apunto a cualquier bombardeo. Dado que mis obligaciones no me permiten demorar la hora de entrada en el trabajo, estaba yo recostado en mi sillón, dejando que mi cabeza, ligeramente ladeada, se apoyara de forma que era prácticamente imposible la caída hacia adelante por su propio peso en caso de que el sueño finalmente me venciera, algo que probablemente hubiera ocurrido de no tener el insoportable dolor de cabeza que me torturaba, haciéndome recordar uno por uno los gin-tonics ingeridos.

En ese momento de lastimero letargo debió entrar ella, tras ser anunciada, hechos ambos que no recuerdo, sin que ello suponga prueba ninguna de que no hayan sucedido.El caso es que, en el momento que entreabría los ojos, tras un par de cabezadas a duras penas reprimidas, allí la vi, sentada en el sillón de enfrente, con los ojos verdes bien abiertos, bajo ese excitante abanico que formaban sus largas pestañas bajo el fino arco de sus cejas. Sus labios, vigorosamente pintados de rojo carmín, se cerraban en ese momento tras, lo que deduje, eran unas palabras de saludo, al que yo respondí con un formal en el lenguaje, pero descuidado en la expresión:
- Buenos días. ¿Qué le trae por aquí?
- Verá. Estoy buscando un hombre. Un amigo mío, que desapareció en misteriosas circunstancias, y del que no he vuelto a saber.
- No sé si le podré ayudar -le dije algo intrigado-, yo soy abogado, no investigador privado.
- Bueno, investigar forma parte de su trabajo, ¿no?
- No exactamente, pero bueno, es igual, dígame de que se trate y veré lo que puedo hacer, señorita...
- Concha, Concha Fernández. Y por favor, tutéame.
- De acuerdo, dime. ¿De quién se trata?
- Su nombre es Sergio Bertomeu. Lo conocí hace unos meses en un pub...

12 comentarios:

  1. Jopeee cada vez nos dejas más pronto con la intriga, se me ha hecho cortísimo el texto..
    La Conchita no es la lagarta, no? o siiii???? ay ja ja ja

    (Pero ella dice no me tutees y él comienza a tutearla justo entonces..)

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  2. Gracias, Camille. Gazapo al canto. Ya lo he corregido en el texto.

    Claro que es la lagarta. Como todas las de su condición, muy modosita al principio, jajaja

    El texto es corto, es verdad, pero he tenido que trocear la entrevista porque se hubiera hecho muy pesada.

    Un beso.

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  3. Pesada la entrevista??? enga guapo!!! que si nos tienes clavaos, a como lo leo aunque sea de tres carillas, que esta trama te la has clavao y nos tienes a todos aferrados esperando llegue pronto el fin...
    Jo... que mola más de lo que pensabas, así que, enga, a darle caña de una vez... que ya no doy más, si me jode la host...tener que esperar tanto para leerte la conclusión...
    Un beso guapo que me paso mañana de vuelta que te me has vuelto manía por leerte jejejejejejejejeje

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  4. Anónimo10:59 p. m.

    Estás consiguiendo captar toda nuestra atención, eres increíble en tema "relatos".

    Ayy...me dejas intrigadísima. Crees que un par de cervecitas este fin de semana harán que me adelantes algo más del relato?..jeje.. Umm, no sé yo.

    Un besito mi niño..!!

    Pd.- Me harás ruborizar con tus comentarios..jeje.

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  5. Es extraña la sensación ¿Sábes?
    Lo leo y es como si estuviese toda esa escena transcurriendo dentro de una neblina como los primeros segundos tras ese despertar del personaje medio somnoliento del que hablas.
    Concha Fernandez...Tiene fuerza, raza, diría yo.
    "dime" le dijo a una mujer que indaga, de ojos verdes, pestañas largas y labios de carmín...
    Un besote

    PD:Suprime una de las veces que dices "forma" y sustituyelo.
    Te quedaría perfecto.

    Y sigue la intriga...

    Besitos

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  6. Butherfly:

    ¿Más caña quieres? Jo, es que no me sale más.
    Anda, un beso.

    Virginia:
    Con dos no creo, pero con tres...
    jajaja
    A ver si este fin de semana sí.

    P.D. Con lo bien que escribes es imposible no piropearte.

    Nikté:
    Mira, yo hoy también estoy así, y sin gin-tonics ni nada, como acabado de despertar, jajaja.
    Gracias por tu observación. Ya la he corregido. De forma que...
    un beso.

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  7. Anónimo9:43 p. m.

    Hay enemigos tan dulces que uno ansía la contienda, desea el feroz encontronazo, la dulce espera ante la batalla.

    Ya lo dice el poeta:

    ¡Ay, mi amor - enemigo!
    ¡Que sabes que te busco y me esquivas!
    Y que, en este juego donde el todo, es poco,
    y el mucho, es casi nada,
    soy yo el que pierdo
    y no tengo más ganancias que saber que solo me rindo...

    Y sigo concediendo homenaje infinito, al reflejo de mi amor suspendido,
    y que ama,
    recordando tu sonrisa de vainilla con hebras finas de canela
    en rama...


    Un beso Sr. Juanjo ha sido un placer

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  8. Anónimo6:35 p. m.

    Mmmm... algo rechina un poco por aquí... Veamos: podría ser una casualidad, pero es francamente demasiado. ¡No va uno a encontrarse en la puerta de sus casa con alguien que le da un infarto y varios meses mas tarde con una mujer que pregunta por él..! Podría ser una maniobra intencionada para simular una coincidencia... pero tampoco sería creíble... por la misma razón anterior, el interfecto sospecharía enseguida que el encuentro no ha sido casual... Vale, si aceptamos que el encuentro no es casual... ¿por qué se dirige a él diciendo que su amigo “ha desaparecido” a la persona que le acompañó en su muerte...? Si le ha buscado precisamente a él es porque sabe de sus circunstancias, o sea de la muerte del Sergio este... ¿a que disimular una cosa tan obvia...? La única explicación que se me ocurre es que mi primera interpretación no es correcta y en realidad la escena del despacho es temporalmente anterior a la de la muerte de Sergio, la cual no era mas que una especie de introducción al verdadero comienzo de la historia del abogado que seria este. Creo que me falta contexto todavía para elucidar esto, aunque estos saltos temporales son ya palabras mayores narrativamente hablando... así que ¡venga: a darle caña al contexto ya...!!! jajajajaja

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  9. Alma:
    Con estos comentarios tuyos, el placer es mío.
    Bonito poema y bien cierto, pues es conocido que esas guerras de las que hablas, se ganan cuando se pierden.
    Un beso.

    Carlos:
    El encuentro no es casual, claro, ¡cómo lo iba a ser!, pero tampoco es anterior en el tiempo a la muerte de Sergio.
    Soy consciente de que es difícil seguirle el hilo a este relato, porque, aunque lineal en el tiempo, el narrador y personaje principal, primero relata la historia de Sergio (en tercera persona) y después la suya (en primera), añadiendo algún apunte histórico para liarlo todo más.
    Obviamente, la chica sabe que el abogado ha presenciado la muerte de Sergio, y está jugando con él, que no sabe que ella es conocedora de los hechos, pero no puedo decir por qué. Eso se sabrá más tarde.

    Un abrazo.

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  10. Yo estoy con Carlos, pero no te lo quería decir pa no desanimarte
    juajuas

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  11. Nikté:

    Me has hundido definitivamente. Voy a dedicarme a hacer calceta a partir de ahora. Sólo hay que contar los puntos. No parece difícil.

    Besos.

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  12. que va! aqui esta todo atado y bien atado. el cambio de narrador es un punto a favor de este relato, además... quien quiere que le pongan las cosas fáciles? yo, por mi parte, no. Es la típica historia que me gustaria leer de un tiron, porque viniendo aqui de semana en semana, tengo que hacer memoria para no perder el hilo, no obstante, es tan atractiva, que no cuesta ningun trabajo. ya te digo un placer :)

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