08 septiembre 2009

Pasatiempos de una noche de verano (I)


El verano se espesa en esta noche de principios de setiembre. El termómetro no baja de los 25ºC y nadie muestra ninguna intención de ir a dormir. En la amplia terraza cada uno ocupa su sitio, más o menos enfrente del minúsculo televisor en blanco y negro, que despliega sus dos antenas hacia un cielo poco interesado en mostrarle una señal nítida. Tampoco hay mucho que ofrecer; en la única cadena operativa retransmiten un aburrido combate de boxeo. Alfredo Evangelista pelea contra un francés por el título europeo de pesos pesados.

Mientras tanto, mi abuela, ajena al bochorno, trata de hacer punto con la poca luz existente, retorciendo los dedos con las agujas, el chal encima de sus hombros por si sopla la tramontana de repente. Mis padres se cuentan las últimas novedades de la familia y repasan las viejas anécdotas tantas veces repetidas. Mi hermana hojea una revista con desgana, pasando con velocidad las hojas, y yo me revuelvo inquieto en la tumbona, pues ni el combate ni la charla me interesan y acostarse a esas horas sería como reconocer una humillante derrota. Tiempo habrá de ajustarse a los horarios rígidos del invierno.

En el techo de la terraza una moldura de escayola recorre todo el perímetro, formando oscuros recovecos donde se oculta la salamanquesa. En el centro, dos pequeñas lámparas ofrecen una luz insuficiente para la sala, pero de enorme interés para las palometas, que intentan en vano posarse sobre la superficie incandescente de las bombillas. Tras unos minutos de vuelo agotador, los insectos se rinden, descansando su frustración en las proximidades de las luminarias.

Entonces, la salamanquesa se muestra.


(continuará)

11 comentarios:

  1. Qué alegría Juanjo que por fin hayas regresado del letargo vacacional. Tus relatos siempre traen algo de misterio, aún con algún “animalito” nada agradable a la vista. Ufff.

    Besos desde el corazón.

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  2. Una escena plácida de la niñez que me huelo va a complicarse, al menos para la salamanquesa.

    Un abrazo, creo que voy a humillarme y me acostaré

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  3. Eso o sales a la calle a ver si el viento tiene a bien relajarte un poco...

    Besicos

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  4. Esa escena me trae recuerdos de noches incluso más cálidas en la puerta de la casa, en una calle de pueblo, de cantar de grillos, de una luna enorme en un cielo estrellado.
    Veo una salamanquesa a la luz de una farola, en una pared encalada.
    Y todo entonces era muy fácil.

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  5. Hacía ya tiempo que no leía nada tuyo... este pequeño relato ma ha parecido la escena de una peli y al mismo tiempo algo muy real que estamos viviendo ahora, el cambio de estación, una especie de melancolía porque el verano ya se va y una de alivio porque finalmente dejaremos de ''sufrir'' el agotador calor.
    Besos Juanjo, ha sido un placer leerte.

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  6. Me gustan las salamanquesas.

    Si lees mi última entrada verás que hay gente que no se aburre nada en las noches de verano... jajajaja.

    Besos.

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  7. Las salamanquesas o dragones como aquí se llaman, constituyen para mí, algún minuto de atención cada noche en agosto. Hay veranos en que "conocemos" al padre-gordo, a la madre-delgada y a uno o dos`pequeños que se esconden entre la enredadera.
    En esos momentos cálidos del verano la distracción también se dirige a las palometas, con maldad muchas veces, y contando las que pasan al otro mundo por arrimarse demasiado al aparato especial que las manda a su último destino.
    Juanjo, no sigo. Es tan refrescante tu retrato, tan de ayer, pero tan de hoy si olvidamos el boxeo y damos color a la tele, pero también con boxeo en programas m...boxeo verbal.
    ¡que corto!que esperaré la continuación!

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  8. Esa salamanquesa es casi como de la familia. El broche de tu casa, como diría el famoso por greguerías, de la Serna.

    Os echo de menos y este relato me ha colocado en una de las sillas que forman el collar de la mesa que os da de comer. En las noches de agosto, en compañia de seres tan dulces que todavía me relamo de gusto. Gracias por el regalo de vuestra semana.

    Hoy os llamo. Ahora se me caen las lágrimas. ¡¡Seré tonta!!

    Besos a los cinco y un besazo para la de la raya en el ojo,

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  9. Bonito retrato de familia en una noche de verano.
    Espero que las salamanquesas no sean víctimas del hastío del chaval. Ellas son estupendas zampando mosquitos. Y lo sé porque tenemos cada verano toda una familia de salamanquesas alegrando el patio mientras zampan a sus anchas sin que nadie nos atrevamos a incordiar.

    Un besito y hasta la próxima


    Lala

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  10. Me llevaste por un instante, a mis noches de niña, esperando impaciente ver aparecer en la pantalla a Cleo y sus hermanitos cantando "vamos a la cama" en ese blanco y negro de otros tiempos...
    Una sonrisa...

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  11. Decían las viejas de la cuesta, que esos termómetros de la contaminación, que "no sé por qué", casi han desaparecido en todo el pueblo... si tenías la mala suerte de que te pasaran por la cabeza, te podían dejar calvo, que se te caía el pelo...

    Eso sí, cuando huyen y dejan soltar su cola todavía viva retorciéndose, aesguran salvar la vida..., comprobado!

    Abrazo.
    Jose.

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