La etapa de la infancia la pasó deprisa en el reproductor. No se reconocía en ese niño tristón y exigente, siempre buscando un pero a todo lo que sucedía a su alrededor, nunca conforme con nada.
Se detuvo más en la adolescencia y la primera juventud, buscando esos puntos de ruptura de su personalidad, irreconocibles después de tantos años. Ahora podía verlos con claridad. Le hacía gracia comprobar cómo pequeñas desobediencias con sus padres tenían entonces categoría de grandes batallas libradas frente a un poder tiránico e injusto, y cómo cada uno de esos pequeños pasos le iban modificando su personalidad, matizando sus rasgos y hasta se podría decir que enderezando su columna vertebral.
Eso es lo que hizo, ponerse muy tieso, el día que conoció a Elisa. Casi en posición de firmes. El pecho ligeramente salido y mirando al frente, justo a la izquierda de donde estaba ella. Elisa, tras comprobar que no existía nada destacable a su lado, empezó a interesarse por aquel chico tan estático, se tomó como un reto personal conseguir que tan inflexible dureza se deshiciera ante su presencia. No tardó demasiado en lograrlo.
(continuará)
Mucha casa del último aliento, mucha tecnología, pero los hombres y mujeres siguen actuando igual, con sus miedos frente al futuro, con sus relaciones, con sus sentimientos...
ResponderEliminarUn abrazo
Ya veo que Elisa lo va a poner firme.
ResponderEliminar;)
Me haces preguntarme por los momentos de nuestra vida en la que nos gustaría detenernos si tuviéramos un reproductor que pudiera mostrárnosla. Es curioso. Igual no nos detendríamos en ninguno de los momentos que hoy nos parecen tan importantes.
ResponderEliminarY es que la perspectiva del tiempo, con la experiencia acumulada, da siempre otros puntos de vista diferentes.
Así que supongo que esa Elisa fue de verdad importante para este moribundo del futuro.
Y luego, estoy de acuerdo con el comentario de Alma.
Qué sabia es Alma.
Un besito
Lala
Muy poca vida recordada antes de Elisa. Cuántos cambios sucedidos tras un solo gesto: ponerse tieso.
ResponderEliminarCuriosa, espero....
Una sonrisa
Para Elisa: hay hasta un Bethoven en tu adolescente.
ResponderEliminarAy!! El divino tesoro de la adolescencia o de la madurez, como cuesta aprender porque en realidad siempre es el mismo compás ..
ResponderEliminarJuanjo siempre es un placer visitarte
Mis besos corazón
Qué mas dará el siglo en el que esté ambientado la historia, si los adolescentes hacen lo mismo generación tras generación!
ResponderEliminarBesicos
Antes de Elisa, casi nada destacable ¿no?...
ResponderEliminarNos tienes enganchados a tu relato... A mí me ha sabido a poco.
Besos.
Hasta Elisa fue, lo que viene siendo, un "adolescente palo". Queda claro.
ResponderEliminarPués como se pare mucho en los pequeños y grandes detalles se le echa el tiempo encima, para esta clase de recordatórios lo mejor sería que le dieran una cuantas semanas...,¡ por lo menos!, es que me que se le va a hacer muy corto..., cuando se trata de amor!!
ResponderEliminarUn beso.
Divina adolescencia. Dicen que el primer amor nunca se olvida...
ResponderEliminarUn saludo
Me gustaría leer esta historia toda junta, no sé si es posible, pero me encantaría llegar a ella.
ResponderEliminarAsí por parte y en los blogs, me cuesta trabajo leerlas.
Gracias a ti, saludos.
Mira que crea atracción la indiferencia, eh? y más en la adolescencia...
ResponderEliminarLa plasmación escrita siempre ha sido el mejor antídoto. Froid y los que siguen debian de saberlo...
ResponderEliminar(Me siento un poco cotilla) Continuaré con el adolescente y sau aprendizaje de vida y errores.
Un beso
Era evidente que Elisa lo lograría... ahora nos queda saber cómo ;)
ResponderEliminarBesos.
y otra vez en lo mejor: ¡zas!
ResponderEliminaray, Elisa, creo que va a dar mucho de sí.
¿gastará en ella sus últimas horas?
biquiños.
No me había fijado en el nuevo banner. Sonrío.
ResponderEliminar¡¡Sabes JUANJO!!
ResponderEliminarYo creo que si de verdad, pueiéramos visualizar nuestros recuerdos tal cual sucedieron en su día nos llevaríamos tremendas sorpresas al comprobar, como se han ido distorsionando en nuestra mente con el tiempo.
En la infancia, se magnifica todo...¡¡Lo que entonces nos hacía sufrir, lo olvidamos absolutamente y sólo recordamos los momentos en los que nos sentíamos tan a gustito...
Elisa ¡¡Ay Elisa!! ¿¿Tal vez, su primer amor?? ;-)
Genial, Juanjo.
Espero que tus cosas, sigan bien.
Muchos besos.
Casi lo he palpado
ResponderEliminar¿Quién de nosotros no se reconocería en él?
Para escribir hay que vivir, eso es de cajón
¿Y por qué digo esto?
Porque si no fuese así no se podría plasmar ese carácter tan humano que le estás dando a tu personaje.
Es entrañable.
¿Que recorrido hará en su memoria hasta llegar a la madurez?
Creo que va a ser más interesante de lo que pensaba, si.
Un beso Juanjo y sigue con esta historia, con entusiasmo, que no decaiga.
Muacks
Ah, que se me olvidaba
ResponderEliminarMe gusta la nueva imágen que le has dado a tu casa, pero mucha más.
Nada es igual al instante vivido y luego mirarlo al minuto, nada...algo de repente varìa, por la presencia de alguien, por lo que fuere, pero varìa...fuimos de tal manera, ya es lo de menos que nos miremos en aquel tiempo por un reproductor, ya fuimos niños, ya fuimos adolescentes y aquì estamos... (continùo leyendo)
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