
COMENTARIOS DEL AUTOR
Como sabéis, este relato está basado en la historia de Erzsebet Bathory, la condesa sangrienta, que vivió en la Rumanía de finales del siglo XVI y principios del XVII.
Me basé en principio en el libro "Locos de la historia", escrito por Alejandra Vallejo Nájera, que leí el pasado verano. Después he ido leyendo más textos sobre la condesa en diferentes páginas de la red, encontrando divergencias en algunos puntos, por lo cual es complicado saber cual es la verdadera versión de los hechos.
En mi relato, me he tomado la libertad de inventar algunos hechos, personas y situaciones, que quiero aclarar, no vaya a ser que alguien se tome los mismos al pie de la letra. En primer lugar, el nombre de la protagonista, totalmente inventado.
Alejandra Vallejo Nájera contaba en su libro que los soldados que descubrieron las mazmorras del castillo, encontraron una dama de hierro averiada, que ya no se utilizaba desde hacía tiempo. Por lo tanto, los libertadores no llegaron en ese preciso instante, como por otra parte hubiera sido mucha casualidad; aunque es seguro que encontraron a varias muchachas moribundas y algunas presas, por lo que alguna vida sí que salvaron en ese momento.
Algunos textos no mencionan a la dama de hierro, sino que hablan de un instrumento similar, consistente en una jaula con pinchos, colgada del techo, en la que la prisionera terminaba por ensartarse involuntariamente, derramando su sangre sobre otra muchacha vírgen y desnuda.
Tampoco coinciden las fuentes en la presencia de la condesa el día de las detenciones. Hay quien afirma que estaba en el sitio, y que fue detenida in fraganti; otros dicen que se encontraba en el castillo, pero la orgía de sangre y sexo se había producido la noche anterior; y por último algunos autores sostienen que estaba de viaje.
No he encontrado contradicciones en el juicio y sus castigos: la quema en la hoguera de sus dos ayudantes, y los tres largos años de cautiverio de la condesa entre cuatro paredes. También es probable que se encontrara el diario donde anotaba todas las características de sus víctimas, aunque, al parecer, quedó en poder del conde Thurzo, su captor, y no se ha podido nunca consultar el original.
Yo no creo probable que la mujer conservara su belleza dentro de los cuatro muros de su celda, sino que más bien había pocas mujeres en el castillo, y cualquier rudo soldado de guardia en un castillo semi-abandonado puede alucinar con una fregona, si le pones falda y tacones. Algo parecido pasa a partir de las 6 de la mañana en muchas discotecas, y nadie pone el grito en el cielo.
Con estas tiernas palabras doy por concluída la serie de "La dama de hierro". Sinceramente creo que no he cargado demasiado las tintas, y que la realidad fue bastante peor que mi relato, pero espero que este último os haya gustado.
