12 octubre 2006

La dama de hierro (III)



Un rápido y sonoro chasquido sigue a la liberación del resorte, y no puedo evitar cerrar los ojos y gritar lo más fuerte posible, esperando que mil cuchillas atraviesen y desgarren mi cuerpo. Pienso que el final será rápido, pero temo al dolor físico que me producirán los afilados puñales de la dama.

Su torso se abre en dos de golpe, produciendo una corriente de aire fresca que me golpea el rostro. Noto que algo se mueve, se acerca hacia mí lenta e inexorablemente, más despacio de lo que me gustaría. Deseo que todo termine en un instante, pero la máquina ha decidido prolongar la espera unos segundos más. Los pinchos están cada vez más cerca, casi los puedo tocar, van a introducirse lentamente, desgarrándome, provocándome una muerte dolorosa y una larga agonía.

Pero de repente, ¡Click!, otro chasquido ... La dama se ha parado, dejando sus mortíferos apéndices a pocos centímetros de mi piel. Escucho las maldiciones de la bruja, y los golpes de los soldados contra el artefacto. No lo puedo creer: todavía estoy viva. De momento.

Me atrevo tímidamente a abrir los ojos, y observo aterrada los afilados aceros esperando ahí delante, tan cerca, el fin de su cometido. Intento librarme de las ligaduras, pero es inútil, mi vida durará lo que tarden los hombres en solucionar el atasco que impide el avance del artilugio.

De repente se escuchan ruidos afuera, gritos, golpes. Algo sucede. Los soldados abandonan sus trabajos, echan mano al cinto, desenvainan sus espadas y las muestran delante de ellos en posición vigilante, abandonan la sala circular, y desaparecen por la puerta. Las viejas brujas cuchichean entre ellas, indecisas, si continuar con la tortura o esperar el devenir de los acontecimientos. Yo respiro, algo más tranquila.

Durante unos minutos, que se me hacen larguísimos, solamente escucho las maldiciones exclamadas por los contendientes, los golpes y el entrechocar de los aceros, los gritos al ser alcanzados por las espadas. Dentro de la sala, nadie osa decir nada, parece que las tres estemos reteniendo la respiración todo el tiempo, aunque un pequeño rayo de esperanza penetra poco a poco en mi espíritu.

Un par de gritos ahogados preceden un silencio más profundo, más intenso, más dramático, mientras dos sombras penetran por la puerta de la sala circular.

7 comentarios:

  1. Anónimo4:36 p. m.

    Siiii! vienen a liberarla, por fin!

    Besos Juanjo, buen finde.

    ResponderEliminar
  2. Anónimo4:41 p. m.

    Sí, lo tengo instalado :D jeje

    ResponderEliminar
  3. Anónimo5:10 p. m.

    Vienen a liberarla.. jo, probecilla, aunque tuvo mucha suerte...

    Tengo que pasarme mas por aqui, entre estudiar, el ordenador que parece que me odia y los sentimientos que andan un poquito frustrados... al final no me da tiempo, pero me prometo a mi misma que tengo que venir mas a estas tierras...

    Un beso

    ResponderEliminar
  4. Esa dama de hierro también es dura de pelar ;)


    Un besazo!

    ResponderEliminar
  5. Anónimo10:36 p. m.

    Será todo un sueño?... upsss voy a descansar, ha de ser eso.
    Un saludo Juanjo
    Pd:- YYY revisaba los lugares que frecuentas y me encontré!!... (Ligne Èquilibrée) Pensando en ti!!... Es un honor.

    ResponderEliminar
  6. Anónimo11:14 p. m.

    Mmm no, no puedes lo siento...

    Es broma, claro que puedes y sería un honor para mi ocupar ese lugar, mas que nada porque siempre eres bien recibido en mi humilde casita... aunque penandolo bien... me daría mucha vergüenza aiss jajaja

    La verdad es que no se porque no he puesto un link tuyo en mi blog... este lugar me gusta mucho, es tranquilo y acogedor, donde olvidarse por un momento de todos los problemas y descansar... como una de esos viejos sillones llenos de polvo, tan comodos... que nunca quieres abandonarlos.

    Un beso

    ResponderEliminar