03 octubre 2006

Pesadilla real



"Intentaba tranquilizarse, ralentizar la respiración agitada, templar los nervios, dejar de escuchar los latidos de su propio corazón, pero era en vano; el terror se había apoderado de ella, y cualquier pequeño ruido del bosque aceleraba aún más su ajetreada circulación. Las nubes tapaban de vez en cuando la luna, creando nuevas formas, figuras diabólicas que parecían estar agazapadas, intentando abalanzarse sobre su presa; el rugoso tronco de las sabinas semejaba la áspera piel de ancianos dementes, ansiosos por arañar la suave piel de la princesa con sus manos de lija; los ojos de las lechuzas recordaban miradas de brujos perversos, observando el sigiloso movimiento de las bestias de la noche.

Las sombras se acercaban cada vez más hasta el claro en donde dormía, alargando las ramas del tejo hasta casi rozar las piernas de la muchacha. Entonces, la respiración se le cortaba, el ritmo cardiaco se contenía, y los segundos de espera se hacían eternos, hasta que finalmente una racha de viento ululante acercaba fatalmente las sombras hasta la cintura de la muchacha, agarrándola firmemente y apretando sus carnes.
"

En ese momento ella despertaba siempre; con una brusca convulsión expulsaba el aire retenido tanto tiempo, el corazón parecía estallarle de golpe, su respiración se aceleraba, y el sudor brotaba a mares por todos los poros de su piel.

Habían pasado muchos años, pero la pesadilla se repetía una y otra vez; y el rey la veía sufrir impotente, día tras día, a pesar de sus muchos intentos por solucionar el problema, de los múltiples tratamientos que había recibido por prescripción de los médicos más prestigiosos de ése y otros reinos.

Su rostro era todavía hermoso, aunque estaba surcado de finas arrugas, que reflejaban sufrimiento y salud precaria, haciendo más que nunca honor a su nombre: Blanca de las Nieves. Y eso que lo tenía todo: era reina de un apacible país que lo adoraba, al igual que su esposo, el Rey, y una corte de siete pequeños bufones, que algún personaje políticamente incorrecto bautizó como enanos, válidos para alegrar su espíritu tanto como para instruir a su numerosa prole en las diferentes artes y ciencias, que ellos dominaban.

Pero el veneno suministrado por su envidiosa madrastra le había dejado secuelas permanentes; no sólo las pesadillas del bosque, también algunas arritmias, taquicardias, y un tic en el ojo izquierdo que había puesto en apuros a más de un embajador extranjero.

La vida presente suele ser consecuencia de la pasada, y los sinsabores y penurias acaban pasando factura con el tiempo, que termina arruinando los momentos de gloria más perdurables. Parece más elegante y sano quedarse sólo con los buenos tiempos. No obstante, "Fueron felices y comieron perdices" me parece resumir demasiado en este cuento.

8 comentarios:

  1. Shiiiii... pero no se lo digas a nadie, es secreto... Aunque todavia tengo la casa patas arriba, las mudanzas es lo que tienen... no te asustes si ves ropa tirada por el suelo o trocitos de queso encima de ordenador...

    Esta noche me paso a leerte un poquito, que me gusta mas leer por la noche, muy muy tarde si puede ser...

    Hasta luego :)

    ResponderEliminar
  2. Ostras! sólo a ti se te ocurriría hacer una continuación del mítico cuento... una pasada Juanjo, he de reconocer que alguna risa se me ha escapado con lo del tick del ojo jajajaja.

    Veo que has cambiado la decoración de la casa, me gusta. Cuando tenga tiempo tal vez me piense aquello de pasar a blogger beta, por ahora no tengo casi tiempo para nada.

    Ahora sí, besos fuertes para toda la familia.

    ResponderEliminar
  3. Anónimo1:31 p. m.

    Mucho tiempo sin visitarte, pero las buenas costumbres nunca se pierden, sigues siendo muuuuuuy bueno.
    Me alegro de volver.
    besillos del sur.
    La que ya no es tan mala....

    ResponderEliminar
  4. Anónimo4:53 p. m.

    Un saludo paisano. Un saludo con olor a regreso, tímido, pausado y sin mucha convicción, pero regreso al fin y al cabo.

    ResponderEliminar
  5. Anónimo8:53 p. m.

    YYY el pasado nos deja huellas, de nosotros depende; cuales se queden y cuales las trabajemos. Aunque no siempre es fácil, dejar que se permanecen en el inconciente, serán siempre sombras... mejor dejemos que afloren.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
  6. Anónimo9:05 p. m.

    Me pasé a blog beta, ha sido rápido y fácil pensé que sería más latoso.

    Besos.

    ResponderEliminar
  7. Anónimo12:05 a. m.

    Siempre quise ser como ella...no sé si por el principe pero...ha sido un mito en mi infancia.

    Bonito cambio de look. Felicidades al peluquero.

    Besitos

    ResponderEliminar
  8. Anónimo4:01 p. m.

    Buena versión, con toques de humor ¿o has sentido que te habías metido en un lio?, jajajajajaja.
    Muy bueno, si señor, CHAPEAU.
    Un beso, solete.
    Gracias por las risas.
    Me gusta el cambio, te favorece.

    ResponderEliminar